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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Política y educación?

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

México sigue inquieto, en algunos puntos, convulso. En otros la vida transcurre de manera sencilla, sin llegar a afectar gran cosa un evento electoral del que se puede decir, no habrá gran novedad en sus resultados, debido a la inercia o al control político, cuyo ejercicio electoral, contrario al margen o dentro de la ley y cultura cívica electoral, todo mundo conoce, y cuyos resultados no serán novedad para la mayoría, dada la persistencia del peso institucional, acorde a la carga política ideológica específica, más procesada y matizada municipalmente desde la misma integración de las planillas. Nuestro sistema electoral aún no sufre modificaciones ni en el sentido siquiera de exigir un estricto seguimiento ciudadano de la imparcialidad con que se supone deben regirse y ajustarse las campañas políticas electorales. Las caras no son nuevas, salvo una que otra, desconocidas, ni los dispositivos de reclutamiento y motivación del voto. No falta interés en lo político, sino que las formas de integrarse como tal se sujetan a tradiciones en las que lo legal parece funcionar como máquina banal. ¿Cuántos diputados se la van a deber a X o a Y influencias? Por tanto, a los controladores o dueños de clientelas, quienes con poder político o sin él, encuentran luego encuentran campo abierto hasta para hacer realidad sus caprichos. ¿Monreal? No obstante, la relevancia de la nueva legislatura federal será el antecedente, el caldo de cultivo o el perol donde se cocinará la sucesión de Miguel Alonso, salvo un golpe de futuro que lo eleve a una relevante posición federal antes de terminar su sexenio. Relevante es ahora la elección del próximo domingo y el caso “Zacatecas”, con todo y su cauda reciente de violencia, está lejos de lo que hoy sucede en algunas zonas de Guerrero o Michoacán. Por supuesto, no todo marcha sobre ruedas, véase para ejemplo, la recién disputa política laboral en la Cervecera, atizada por un personaje tan epónimo que en las lides obreras busca meterse para lucir su fama de rompe huelgas y golpeador de causas laborales justas para los trabajadores y transarla o reventarla, si puede.  Es su trabajo, no sé si la palabra correcta sea esquirol profesional. En todo caso, habrá que estar pendientes de cómo les va o les fue a los trabajadores de la cervecera con la intromisión de la “Marrana”, quienes aún estrenan patrones, parece y con ello, ¿otras formas de tratar a los trabajadores?

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Otro asunto en cartelera es la educación, superados los días del maestro y del estudiante, cerca ya del estudio y evaluaciones finales, en la educación como tema nacional de nuevo se insiste en su reforma, una en la que a contrapelo de lo esperable en el sentido de su superación, más bien se señala que aún sigue: “de fracaso en fracaso”, debido ahora en parte al ‘detente’ marcado por la SEP en el sentido de “suspender de forma indefinida la evaluación docente en los términos planteados por la reforma educativa de 2013”. Si el señor Secretario de Educación, tenía la mira puesta en los comicios, los profesores no, al contrario, habían invertido tiempo, precioso para ellos, en prepararse para ser evaluados en la fecha indicada. En fin, no se sabe si hubo algún interés del Secretario de Educación de manipular tal compromiso en algún sentido de cara a la elección a celebrar, vaya día, en domingo 7, sin mayor necesidad de cábalas.

El asunto es sencillo, ¿de qué va entonces la reforma educativa? Lo primero que resalta es un hecho ligado a ¿cómo se gestan las reformas educativas? ¿Nacen de la discusión y el largo trabajo colegiado y práctico de los docentes o derivan de los expertos contratados desde arriba para que sólo las obedezcan e implementen los de abajo? Si la colegialidad de los profesores se quiebra, nada hay que hacer como reforma educativa. En cambio, si en su colegialidad plantean los problemas educativos surgidos en sus prácticas, reunirse les permite analizar, compartir, debatir e investigar educativa, cultural y socialmente para resolver y decidir. Así serán los protagonistas de una excelente educación para los estudiantes: le irá mejor a ellos y al país, sin tener que fingir acatar propuestas autoritarias y de cuya calidad se les hace responsables. No hay duda, el trabajo docente está en riesgo por la ferocidad de las reformas neoliberales actuales que no requieren contribuir a formar gente pensante, analítica, crítica, creativa y por ello propositiva, sino robots.

Lo anterior deja claro: la disidencia magisterial, el magisterio disidente no es contrario al trabajo educativo productivo de condiciones y novedades educativas sino a una manipulación que pretende sujetar sus conciencias, de hecho, se puede apostar, que trabajarían más y mejor con el INE que con Chuayfet. Una cosa es organizarse para desplegar la complejidad de la educación, otra es simplificar todo en un rubro de su trabajo para ahorrar dinero al erario público mediante a una nueva alineación de conciencias al modelo neoliberal y hasta sin querer, imponerlo por un tiempo más, mientras se destruye toda posibilidad de disidencia e imaginación, magisterial y escolar. ■

 

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