El proceso electoral que está en su recta final y que culminará el domingo 7 con la emisión de los sufragios, además de las campañas de diputados federales se han estado desarrollando otras: a nivel nacional la muy visible de El Peje quien tiene ya 18 tozudos años en la brega por alcanzar la silla presidencial. Desde ahora aparece como el puntero, aunque es el único que abierta y públicamente se anda moviendo. A nivel de la entidad zacatecana son dos los suspirantes que de un tiempo para acá han estado haciendo ruido. Uno es David Monreal, quien con todo su estrella de no tener éxito podría terminar estrellado y la del cuñado sea éste cómodo, incómodo o comodín del actual gobernador, que usando como pretexto la presentación de un libro no para de placearse por todo el territorio estatal. El aspirante de la familia Monreal a ocupar la vieja casona del Maestre de Campo Vicente Zaldívar, también propiedad después del Conde de Bernárdez, que ya usufrutuó el hermano, dependerá del voto de castigo que el electorado zacatecano exprese el próximo año y de que encabece una amplia coalición de las izquierdas, condición obligada en combinación con el voto de castigo en contra del PRI para que pueda ganar, siempre y cuando no emerja un mejor candidato con más arraigo, capacidad política y arrastre popular. Por su parte, el ex dirigente del PRD precisamente en el gobierno de Ricardo Monreal, si logra dejar de lado y superar al Delfín del gobernador y al o los caballos negros que logren descollar en la carrera a la gubernatura, dependerá para que obtenga la máxima magistratura del estado de su habilidad para hacer los amarres necesarios con todas las fuerzas, pero sobre todo, de que el dedo de su pariente político lo favorezca con su aval y respaldo del representante del Ejecutivo federal. Esas son las campañas alternas o más bien paralelas a la constitucional en curso para elegir a los diputados federales. Unas y otras se sirven y retroalimentan.
De igual forma en los municipios los equipos de campaña de apoyo a las diferentes fórmulas ya andan trabajando para perfilar a sus candidatos a encabezar e integrar las planillas para los ayuntamientos de la elección de 2016. No deja de ser también otra campaña. Madrugando amanece y quien logra más adhesiones e involucre a cuadros políticos tomará ventaja.
Mexicanos Primero (MP), el ariete de Televisa y del sector empresarial, verdadero diseñador, impulsor, promotor y por si no bastara ya aprobado el precepto legal, el principal fiscalizador de su cumplimiento; también juega su propia campaña que no es otra que la del partido en el poder. Pues busca por medio de un decálogo que los partidos firmantes den cumplimiento a lo establecido en la Ley del Servicio profesional Docente. Dichos compromisos contenidos en los diez puntos buscan que los candidatos ganadores pongan en práctica la transparencia en la evaluación y concurso de plazas y en que el presupuesto se ejerza correctamente. Sus verdaderas intenciones son adelgazar la nómina magisterial y que la iniciativa privada tenga más injerencia en la educación. Sus intereses están más allá de su supuesta defensa de la escuela pública, lo que más le interesa es que se observen los aspectos laborales de la reforma bajo la mascarada de alcanzar la calidad.
Abstencionistas en sus variadas vertientes y anulistas también hacen su campaña.
En estas elecciones, el estado de ánimo que prevalece en amplios espectros del electorado es el desencanto mezclado con el encabronamiento. Partidos convertidos en franquicias de familias, grupos y camarillas al lado de la corrupción e impunidad que ha propiciado el enriquecimiento muy explicable de integrantes de la clase política ha generado un clima de rechazo a las campañas y los partidos. A estos lo que menos les interesa es buscar soluciones y poner remedios a los grandes y acuciantes problemas nacionales. Y sin embargo, abstenerse, anular el voto o sumarse al boicot nada remedia. Quienes buscan los cargos lo harán con los votos válidos útiles que resulten de restar los nulos. Si abstenerse es inutilizar el voto, anularlo estando ya en la casilla es doblemente inútil. Boicotear el proceso y la votación es atentar contra la libertad de expresión y manifestación de terceros. De manera que lo más racional e indicado es presentarse a las urnas y a través de una acción pensada y razonada emitir un voto de castigo en contra del partido o partidos que defraudan al no cumplir con las expectativas que despiertan en el electorado, contra aquellos que son cómplices de malos gobiernos y que han usado la política para el enriquecimiento personal e intereses de grupo olvidándose del bien común que es el fin noble y principal de la política. Mi voto será en apoyo a un colega, compañero de gremio que se ha opuesto al verticalismo y la antidemocracia sindical y todas las lacras que genera, por lo que invito a mis cuatro lectores del Distrito IV a votar por El cepillo. ■
