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martes, 16 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / El llamado rock urbano

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Desde la integración de algunos músicos que amenizaban las tocadas con sus guitarras de palo, armónicas y uno que otro artefacto para hacer percusiones, en 1984 el Colectivo Rupestre de los Cantantes Errantes surgió a la luz con enormes figuras del rol, entre las que destacaron Catana, Rockdrigo, Jaime López, José Cruz, Eblen Macari, por nombrar a algunos. Esta reunión fue como un preámbulo a lo que vendría dos tres meses después, otra camada de músicos callejeros, ambulantes, desgastados de andar por el metro, urbaneros, guajoloteros y todos esos medios de transporte de la urbe de concreto; siguieron los pasos de sus coterráneos rupestres y comenzaron a organizar tokines donde ya estaban en el camino La Bostik, Blues Boys, Sur 16, El Haragán, Sam Sam o Lira’n Roll, provenientes de los chicos del blues. Infinidad de bandas en el DF, o más bien, en la Gran Ciudad adoptaron esta mezcla de rhythm and blues con el rocanrolito clásico, traslapando algunas armonías lentas para hacer las baladillas lloronas que tanto atraen a los chavos banda y tupirle a las guamas como único consuelo a esa insistente soledad de la que hablan. De allí, a las colonias, delegaciones, pueblos circunvecinos y a provincia, como le llaman ellos a las entidades federativas donde han pegado con tubo, Zacatecas no ha sido la excepción, y cada vez que toca alguna banda de ese subgénero, se repletan los bares.

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Bajista de Sam SamHay bandas que tocan lo último del hit parade y dicen ser las mejores; existen otras que tocan los sonidos más raros en estas estereotipadas tierras y dicen lo mismo; empero, hay otras aun más avanzadas en tecnología, propuesta y destreza, de las cuales se rumora entre los pasillos: “Éstos sí son chidos”, “¿Ya viste las guitarrotas que traen?” Sin embargo, hay unas bandas que son netas, puros chavos acá, salidos del barrio; con playeras alusivas a la leyenda que van generando, interpretan rolas muy dolorosas con unas armonías que parecen bien sencillas, cuasi balada-cumbia que, en momentos, se convierten en rocanrolitos clásicos, y no importa que cante el papá o el hijo, de todas formas la banda ni color se da, lo mismo canta Silvia que Anda borracho Pancho, y le importa un soberano cacahuate si el guitarrista suena a Rigo Tovar o a Elvis Presley, la banda se pasea en el slam como si sólo esa música existiera; estos extraños personajes ni sufren ni se acongojan para poner en movimiento a la banda, eso sí, traen un bajista que ¡¡¡cámara!!!, de ésos hay muy pocos, es un espectáculo verlo y escuchar la esplendidez con que emite los sonidos graves. Sin duda, Sam Sam es una de las bandas predilectas de los zacatecos, pues casi todas las agrupaciones que tocan rock urbano traen en su set alguna de ellas, rolas que los rockeros de coraza quieren oír y van hasta donde estén para escucharlas, no importa nada para lograrlo.

Es bastante satisfactorio escuchar a los grupos que sirven de teloneros a este tipo de agrupaciones, llámense Sam Sam, Lira’n Roll, Interpuesto, Haragán o quien venga, pues hacen un papel muy decoroso. Lástima que no exista un local adecuado para esta especie de eventos, amplio y con buena acústica, donde puedas apreciar la música que interpretan Cráneo Rojo, Fonky o los hermanos mayores Revolución Callejera y Urbanicidio, que han subido de musicalidad y la banda disfruta a más no poder con sus rolas urbano-protestosas, rhythm and blues de extracción trisoulera y rollos semejantes a los grandes rupestres-bandosos que ha dado el alicaído país nuestro.

Urbanicidio, una de las pocas bandas que junto a Pacal, Orquídea Polternwinter, Novena Nube, Ansuz, Trollheim, han quedado libres de la maldición que persigue a las bandas zacatecanas, porque una vez que se han presentado en la catedral del rock mexicano (Tianguis Cultural del Chopo), jamás se acuerdan que también fueron bandas noveles y no se les ve en las reuniones del Colectivo ni por equivocaciónEn un evento o en otro, con Urbanicidio o con el Ensamble Negro, los chavalos de la Lázaro Cárdenas se discuten francamente entre lo mejor del circuito. “El Varela” posee un color de voz que mete de lleno a la audiencia en su cotorreo, amén de armonizar las piezas de manufactura grupal; de ellos, pues, “El Piña”, cada vez más adentrado en su instrumento, se convierte en pieza fundamental de los sonidos agudos de las guitarras; El Kike va creando mejores figuras en esa bataca que lo mantiene pegado al ritmo que lleva Iván, el mero mero orgullo de la Lázaro, el bajista. Me cae que no, El blues del cansado, Esperando encontrar, o Sin respirar son rolas propias que constituyen el primer demo casero que tienen por allí en circulación.

Los cantores revolucionarios, seguidores trisouleros también, son otros chavos que vienen con todo para gritarle al Presidente que su guapura de nada ha servido para que las famosas reformas estructurales funcionen y que, definitivamente, los partidos políticos sirven para maldita la cosa igual que todos los candidatos, y lo hacen con tanta insistencia y motivación, que la banda que está en el slam ya decidió que votar o no votar da lo mismo, mejor ¡¡¡Que viva el rock de México!!!, grita a todo pulmón “El Pillo”, quien lleva la voz cantante y la armónica, mientras lo guitarros Tony y Alain alternan en buena medida los pegajosos riffs de carácter urbanero. “El Whiskas”, en el bajo, se deja caer con todo para llevar el sonido grave que, a todo ritmo, quiere acabarse la bataca; “El Pezz”, con sus precisos golpes que hacen de su instrumento un portento de sonidos percusivos. Estas dos bandas son las más escuchadas a últimas fechas en cualquier espacio abierto al rock y, próximamente, le caerán al Chopo unos y al Cultural de Guadalajara los otros. No importa que los gobiernos no apoyen al rock con un solo centavo, que los culturosos tampoco lo hagan, ni los intelectuales, ni los empresarios, basta con que el Colectivo se las ingenie para difundir al rock zacatecano allende las fronteras de nuestro estado y se arma; por eso, Señores aspirinos, en Zacatecas no son bien vistos por los jóvenes ni imaginan siquiera como se verán en la curul.

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