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jueves, 28 marzo, 2024
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La Oligarquía Partidaria versus la Revocación de Mandato

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Constatamos la simulación y engaño fácil de los partidos del Pacto en ciertos temas: en las campañas a diputados aceptan promover medidas de avanzada como la revocación de mandato y la eliminación del fuero, y en las gestiones legislativas concretas las bloquean. Se presentan como demócratas ante los electores, y estrechan los caminos a la misma democracia en sus prácticas. Doble cara. Una exigencia de larga data entre los promotores de mejores dispositivos para la democracia es la Revocación del Mandato, que es la posibilidad de que los ciudadanos, a través de una votación, destituyan a un funcionario púbico antes de que termine su encargo. Dicha destitución puede ser por inoperancia o francos resultados negativos. La posibilidad de remoción de los funcionarios significa reconocer que hay un mando supremo sobre ellos y que constituye la verdadera soberanía, el pueblo. De tal manera que si no hacen bien su trabajo pueden ser retirados del cargo, al igual que ocurre con todo trabajador. Además, es una presión constante sobre los funcionarios, en el sentido de que deben trabajar con ahínco, o de lo contrario, existe la posibilidad de ser destituidos. En suma, la Revocación de Mandato permite conseguir dos dispositivos vitales para la democracia: establece con claridad el mando supremo del pueblo y se convierte en acicate continuo de buen gobierno. Así las cosas, debemos preguntar, ¿por qué los partidos del Pacto se oponen a esta medida? O lo que es lo mismo: ¿por qué se oponen a una expresión jurídica de un mando supremo sobre los funcionarios y se niegan a aprobar un acicate al buen gobierno? Pues porque apuestan a un tipo de mando que concentre el poder en pequeñas élites sin que sean cuestionadas por el grueso de la sociedad. Es lo que han hecho en la conducción del país: conformaron un Pacto con las dirigencias de los partidos, que no toma en cuenta ni siquiera al grueso de sus militantes. Por ello, resulta comprensible que una oligarquía partidaria se oponga a mediadas democráticas directas. Igual simulan con la Iniciativa Popular, con el Referéndum y el Plebiscito. Dispositivos también de democracia participativa y directa.

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Aun cuando la normativa de la Revocación no denota procedimientos sencillos, y por tanto, difíciles de implementar, los partidos se niegan a incluirlos. Es decir, los procedimientos que se deben cumplir para iniciar un proceso revocatorio dan garantía de que no se presta a fáciles procesos desestabilizadores por pequeños grupos de presión. Luego entonces, los conservadores argumentos contra la Revocación como fuente de inestabilidad política, no ha lugar. Desde la cantidad de firmas que deben reunirse, hasta el porcentaje de votación emitida para que tenga validez dicho proceso, generan garantías de que no es una forma de inestabilidad. Por el contrario, es una manera de resolver pacíficamente la inconformidad ciudadana con ciertos gobernantes, y de mejorar sustancialmente la calidad de la representación política. Pero la oligarquía partidaria ha sacado sus escudos y formado un círculo de protección al mando arbitrario que hoy ejerce.

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