Trascurrió el primer debate. Y la evaluación se resume en una palabra: fiasco. La mayoría de los candidatos, paralizados por la altísima inseguridad debido al enorme desconocimiento de los problemas que pretenden resolver. En la primera pregunta fue evidente que algunos no sabían cuáles son los indicadores de productividad legislativa, y por tanto, perfilar qué tipo de legislador sería de acuerdo con esas mediciones. Hacían uso de textos preestablecidos, y algunos (como la candidata de Nueva Alianza, ni siquiera podía leer). En la pregunta sobre el Servicio Profesional Docente, afirmaban cosas genéricas como “es buena reforma”, o caían en abiertas contradicciones, como el caso de Saúl Monreal, que está en contra de la reforma ¡y a favor del Servicio Profesional Docente! (que es la médula de la reforma). Las cifras presupuestales de Iris, de Encuentro Social, fuera de toda realidad y proporción. En problemas tan delicados como la propuesta específica de legalizar la venta de mariguana, todos mostraron absoluta ignorancia en los términos del debate contemporáneo sobre el tema, y afirmaron tópicos comunes o, como Benjamín del PRI-Verde, que eran “ocurrencias” y se negaba a admitir la propuesta, pero sin mencionar ninguno de los argumentos que ocupan al debate. Observamos que en general carecen de diagnósticos de los problemas sobre los que pretenden legislar: el tema de la salud, la violencia y seguridad pública, si acaso lograban articular algunas consignas o, incluso, propuestas abiertamente contra-fundamentadas, como la de Gabriel, del PAN, en el sentido de apostarle en estos momentos a las policías municipales. Posturas que no soportan un mínimo examen de rigor. Mirna, de Morena, enconchada repetía su parlamento mal aprendido. Son un grupo de candidatos que presagian ser votos amontonados en San Lázaro y dirigidos u ordenados por sus líderes parlamentarios; es decir, se convertirán en diputados a las órdenes de sus líderes y alejados, por tanto, de la población.
Esta situación es efecto del abandono por parte de los partidos en la formación de sus militantes y futuros candidatos. Los partidos gastan todos sus recursos en campañas y estructura burocrática interna, pero no hay gasto en formación continua. Esto es, es claro que no todo es responsabilidad de los candidatos en lo particular, sino de las formas de construir la vida interna de los partidos políticos. Si contaran con centros internos de formación donde estudiaran los diagnósticos de los problemas públicos, y construyeran posiciones en torno a los mismos que fueran producto de intensos debates de los cuales participaran todos sus militantes, seguramente otra realidad tendríamos. No estarían improvisando candidatos que nunca tuvieron preparación previa y, por tanto, ignoran casi todo lo relativo a su futura encomienda.
Otro acontecimiento alrededor del debate fue la indiferencia de los medios masivos de comunicación (televisión y radio), que se han convertido en bombarderos de spots (por obligación) y mercaderes de entrevistas cuando se puede. Por lo visto, no asumen su papel de medios con intereses públicos. Con todo, aplaudimos el ejercicio de los debates, porque sólo así se ponen de manifiesto todos los problemas que aquí hemos señalado.
