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jueves, 28 marzo, 2024
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Como alguien que comunica y teje puentes, así se define Mónica Romo, artista visual

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Por: ALMA RÍOS •

■ La creadora expresa ser nómada, “prácticamente no vivo aquí ni en DF, sino en todos lados”

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■ Su obra se centra en la pintura y el grabado pero se auxilia de elementos como la encuadernación

“Es algo muy curioso cómo el destino te va guiando hacia ciertos lugares…así que Zacatecas siempre ha sido como mi lugar de origen de alguna forma”, dice la artista visual Mónica Romo Rangel, quien luego de una serie de encuentros con estas tierras y sus referentes, hoy es producto justo del sino que refiere.

Relata, tenía 6 o 7 años cuando su padre la llevó al Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México, su lugar de nacencia, a ver una exposición de Pedro Coronel.

De aquel momento recuerda, llamó su atención el color de la obra del pintor y escultor zacatecano, para luego hacer surgir la expresión, “¡en la vida me imaginé que yo iba a venir a vivir a Zacatecas!”.

El traslado ocurrió justo el año de la muerte del artista, 1985, y como lo cita, parece inscribirse en ese destino que la guía hacia tierras chichimecas.

El gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado ya había propuesto desde 1982 un proceso de descentralización de las dependencias gubernamentales de Gobierno Federal, pero fue el sismo del 85, el detonante del mismo.

El terremoto transformó el rostro de la capital del país y con él las vidas de miles de sus ciudadanos.

La madre de Mónica Romo, precisa, trabajaba en la entonces denominada Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP). En esa época, mediados de los 80, refiere, “había un momento en que no querían a los chilangos en ningún sitio. Entonces sucedió que llegamos aquí porque en Aguascalientes los chilangos eran odiados”.

Era el momento de una campaña de odio inscrita en, entre otros fenómenos, el largo conflicto del país entre federalismo y centralismo, y que efectivamente convocaba: “Haz Patria, mata un chilango”.

Romo dejó atrás la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) Xochimilco, para insertarse en Zacatecas en la Escuela de Humanidades de la UAZ, a la par se integró al emblemático Taller Julio Ruelas.

Otra vez sobre ese vínculo invisible pero certero con Zacatecas, trata de recordar si fue el poeta Roberto Cabral del Hoyo o el cronista Roberto Ramos Dávila, quien hurgando en sus orígenes le dijo que su familia llegó primero a este estado y no a Guadalajara en el vecino Jalisco, como antes pensaba.

Lo cierto es que la obra de Mónica Romo en sus primeras facetas recupera no el paisaje de la urbe en que nació, sino los parajes semidesérticos de la Gran Chichimeca.

Hoy ni “chilanga” ni zacatecana o las dos cosas o ciudadana del mundo, Mónica Romo definida por sí misma “es comunicar, es como tejer puentes”.

Las vías se han construido desde diferentes facetas: las artes visuales, el periodismo cultural, la docencia, “y siempre la constante de la cuestión, el comunicar (…) con los distintos lenguajes con los que yo podía ser capaz de hacerlo”.

En sus orígenes y hasta la fecha también se expresa su vínculo con el taller de Encuadernaciones Hildana, y la fundación en 2002 del Taller de Gráfica El Sotol, ambos ubicados en el municipio de Guadalupe, Zacatecas.

Romo Rangel es licenciada en Letras por la Escuela de Humanidades de la UAZ, maestra en Artes Visuales en el área de gráfica por la Facultad de Artes Plásticas de la UNAM y actual estudiante de doctorado en Arte y Diseño en la Facultad de Artes y Diseño también en la Máxima Casa de Estudios del país.

Ejerció el periodismo escrito en publicaciones locales y ha colaborado nacionalmente en revistas como La Mosca. Como ilustradora, sus obras se han insertado en Metapolítica, Tierra Adentro, Chilanguía, Milenio, The Billionaire y Época.

Los migrantes son así, gente que pertenece no a un lugar, sino busca o construye el hogar en muchos.

“Prácticamente no vivo ni aquí ni en el DF sino en todos lados, tengo estancias cortas (…) tu vida se vuelve eso, te vuelves nómada”.

Esos viajes han ido de Zacatecas al Distrito Federal, y de éste al Estado de México para luego situarse en Hidalgo, Tlaxcala o Tijuana para estudiar o aprender, ya trascendieron las fronteras del país hacia Europa, donde ha realizado una estancia en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, España y en la Biblioteca de Libro de Artista de la misma institución.

Las travesías se acompañan de libretas de apuntes y cámara fotográfica, mediante las que conserva registros escritos, dibujos e imágenes que luego se convierten proyectos, “es una cuestión que parecerá maniaca u obsesiva, pero no lo puedes dejar…”.

La obra de Mónica Romo se ha centrado en la pintura y el grabado, pero para poder ser, y utilizando los puentes a que alude para cubrir necesidades de expresión, “de comunicar” como dice, se auxilia de la encuadernación, el teñido de telas, la instalación, la escultura, el performance, el arte objeto, la fotografía, el videoarte y la animación.

“El artista no es el pintor, el grabador, el escultor…como una lotería. El artista se volvió ya interdisciplinario (…)  te diversificas pero no quiere decir que lo seas así tajantemente. Yo sé que hay gente que se prepara para ser fotógrafo para ser videoasta, simplemente tomo algunos elementos con los que puedo convivir en un determinado momento”.

Aquí se acrisola todo lo necesario “y lo aplicas, de pronto tu educación es algo así como un caos”. Enumera sus lecturas de Los supermachos, Los agachados, La pequeña Lulú, la revista Duda, los escritores de la generación beat como William Burroughs, y sí, Los cien años de soledad de Gabriel García Márquez, entre otros referentes.

Mónica Romo ha participado en más de 25 exposiciones individuales y supera las 130 colectivas, realizadas en Nueva York, California y Texas, en los Estados Unidos. En Europa su obra se ha mostrado en España, Polonia, Portugal, Italia, Cuba, Alemania, Colombia, Brasil y Francia, entre otros países.

Ha sido docente en la Facultad de Artes Visuales de la Universidad del Estado de México y en Zacatecas en la Facultad de Humanidades. Ha recibido una serie de distinciones, entre ellas Mujeres que abrieron camino por el entonces Instituto de la Mujer Zacatecana y un reconocimiento por su contribución a la realización de la 9 Conferencia Lingüístico-literaria por parte de la Universidad de Oriente, Departamento de Letras, en Santiago de Cuba.

En uno de sus intereses, el trabajo con jóvenes ha ofrecido talleres de artes plásticas en el que fuera Centro Tutelar para Menores Infractores en Zacatecas y participó en la Ciudad de México en el programa Artes por todas partes que implementara el Gobierno del Distrito Federal, así como en el proyecto Estandartes en mi barrio, también de la Secretaría de Cultura defeña.

Para describir como produce, Mónica Romo comenta, recientemente otra vez ese destino indicó le regalaran “un montón de llaves de cerrajero”, esos anuncios de gran formato que señalan dónde se encuentra un oficiante de abrir puertas.

“Tengo como cinco llaves de esas y ya tengo una idea de qué voy a hacer”. El relato parece fácil, “es solamente ir construyendo conforme van saliendo cosas, es como ir portando esa inquietud que puedes tener en torno al valor de los objetos”. Uno que dice, cambia totalmente cuando cae en las manos de alguien que transforme sus identidades.

Romo Rangel también expresa que en ese gusto de transformar la identidad de las cosas se expresa uno más, el de compartir e intercambiar experiencias con otros, pronto vendrán una serie de proyectos en los que se involucrará el artista visual Emilio Carrasco, y espera en breve trasladar a Zacatecas la experiencia de un taller de colografía realizado hace poco en Tlaxcala.

También tiene entre sus planes presentar aquí una exposición de un artista procedente del Estado de México, en su faceta de coleccionista.

Esta perspectiva dijo, ofrece la posibilidad de sondear en el aspecto humano de los artistas y sus búsquedas, que los llevan a veces “a alguna tienda de viejo en la Lagunilla” en un ejercicio que apareja Mónica Romo con “bucear”.

Esas expediciones que viajan para comunicar y compartir, busca sean observadas por los demás “y puedan saber un poco más, no de ti, sino del mundo en el que vives, porque lo que tú haces, o en mi caso lo que yo hago, es interpretar a mi manera el mundo en el que vivimos”.

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