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jueves, 25 abril, 2024
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La mejor política educativa: que la lectura sea una erótica

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Como nos dice Octavio Paz, el hombre es un ser de palabras. Con lo cual no dice que tiene palabras, sino que es lenguaje. Todos nuestros pensamientos están hechos de lenguaje. Y pensar no es sólo razonar, sino comprender la riqueza de todas nuestras cogitaciones: sentir, desear, discurrir, intuir, discernir, aprehender, imaginar, y claro, también razonar. Y todo es lenguaje. Con ello, queda claro el dicho de Nietzsche: no hay hechos, sólo interpretaciones. Es decir, nuestra realidad es una narrativa. Nuestras representaciones son construcciones, no reflejos: la mente no es un espejo sino una fábrica. Los ladrillos de la realidad son ficciones. Ficciones de muy diverso tipo, que van desde los modelos que usan las ciencias, hasta las torsiones fantásticas del lenguaje poético. Todo lo que podemos saber se puede leer, aquello que no se puede saber y está en los firmamentos del misterio, es silencio puro.

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Pues bien, la lectura es la manera que tenemos de conectarnos con el lenguaje, y con ello, con el mundo. El mundo es la trama de relaciones significativas que hacen y definen nuestras vidas. Por ello, leer es la manera que tienen los monos parlantes de hacerse del mundo. Un mono gramático sin lectura es un animal desterrado. La lectura es una manera de ser libres: de moverse sin restricciones en el mundo. El analfabetismo es una prisión que limita los movimientos a las fronteras de los muros verbales de un mundito minúsculo. Y la esencia del hombre es la libertad, por ello, la lectura es una forma de hacerse humanos y ejercer la libertad. Es un modo de crear la conciencia: leer permite poner la realidad frente a nosotros, hacerla objeto metódico para cada uno. Y con ello, no solamente absorbemos información, sino elegimos modelo para vivir: el Cid, Arturo, Lanzarote o Parsifal son modelos biográficos. Eso es la re-creación: el acto donde continuamente nos volvemos a crear.

Así las cosas, promover la lectura y hacer del libro un objeto del deseo, es la mejor política educativa que existe. Convertir la lectura en una erótica. Porque de esta manera estaremos haciendo del saber, la humanización y la libertad una práctica gozosa. Y con ello, segura en su realización. Conseguir que los niños tengan deseos de leer es lograr que esas personas tengan hambre de libertad y avidez de saber. Con ello formamos hombres que piensan: la inteligencia (inte-legere), el leer por dentro, requiere sosiego y distancia, justo lo que da la práctica de la lectura. Así se forma la crítica. ¿Cuánto se fomenta la lectura en nuestro país? Pues esa pregunta la podemos explorar no en las escuelas, sino en las políticas de vivienda: ¿se promueven, prevén y diseñan espacios para la lectura en las viviendas? Se programan espacios para comer, ver televisión, descansar y dormir. ¿Y para leer? No hay espacio. La promoción de la lectura debe ser una política transversal, si lo lográramos podremos decir con todas sus letras: y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

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