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viernes, 29 marzo, 2024
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Fundamentalismo y ciencia en el Congreso de Estados Unidos

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Hace dos semanas, la revista Science dedicó un duro editorial a las concepciones políticas de los republicanos sobre la ciencia de EU y ponía varios ejemplos, como las presiones para no relacionar la sismicidad de Oklahoma con el fracking, o la instrucción que obligaba a no usar la expresión “cambio climático” en los documentos elaborados por los empleados del Departamento de Medio Ambiente de Florida. Desde hace tiempo se ha denunciado que las corporaciones petroleras y otras que deterioran el medio ambiente han logrado crear una fuerza parlamentaria cuya tarea es impedir el financiamiento de toda investigación dirigida a demostrar los efectos negativos de sus actividades, pero lo que hoy se está expresando en el Congreso de Estados Unidos parece que ya rebasa limites peligrosos para la capacidad innovadora de la gran potencia. A partir de las elecciones legislativas del año pasado en las que el partido republicano consiguió el control de las dos cámaras del Congreso, la presidencia de todos los comités y subcomités han quedado no solo en manos de los conservadores, sino de los más duros en su rechazo a las investigaciones que muestran las causas del cambio climático, la evolución o el desarrollo del Universo y de la Tierra.

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En este contexto, es probable que esta postura se fortalecerá con la postulación que acaba de presentar Ted Cruz la semana pasada como aspirante republicano a la presidencia; Cruz aseguró en una entrevista que los defensores de la tesis del cambio climático por causa de actividades de origen humano son como inquisidores medievales: “El conocimiento científico aseguraba que la Tierra es plana, y este hereje llamado Galileo fue calificado de negacionista”. Cruz no solo se ponía en el lugar del científico —Galileo— y a la comunidad científica en el papel de la Inquisición; además, confundía el célebre caso del astrónomo italiano, que fue perseguido por defender que el Sol no giraba alrededor de la Tierra.

El texano Cruz no cree que estudiar los cambios en su planeta pertenezca a la misión central de la NASA y se opone a asignarle presupuesto, no obstante que el primer objetivo que establecía la ley que la fundó fue “la expansión del conocimiento humano de los fenómenos en la atmósfera y el espacio”. Desde la perspectiva del senador texano, que no cree en el origen humano del cambio climático, las “ciencias de la tierra” no son “ciencias duras”. Cruz asegura que no es verdad que la Tierra se haya calentado en los últimos 15 años, frente a los datos que muestran que, por ejemplo, 2014 fue el más cálido desde que se tienen registros. Su opinión importa porque preside el subcomité del Senado que supervisa las actividades de la NASA y, aunque no tiene capacidad ejecutiva sobre la agencia, puede torpedear con requerimientos y leyes su labor científica.

No es el único representante que parece dispuesto a ponerle palos en las ruedas a la ciencia en EU, en lo que el astrónomo y divulgador Phil Plait considera “probablemente, el grupo de políticos más anticientífico que este país ha visto en décadas”. Marco Rubio —”no creo que la actividad humana esté causando estos cambios dramáticos en nuestro clima de la forma en que los científicos lo están retratando”— está al frente del subcomité del Senado que supervisa al otro gran organismo de investigación del clima: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Mientras los republicanos piden que sea la NOAA y no la NASA la que investigue el clima, los propios republicanos promovieron una iniciativa para la NOAA gaste menos en el estudio del clima y más en las predicciones meteorológicas.

El senador Jim Inhofe, conocido negacionista del cambio climático, publicó en 2012 un libro en el que lo denominaba El mayor engaño (The Greatest Hoax) donde asegura que la Biblia explica en el Génesis que siempre habrá estaciones, calor y frío, y que pensar que los humanos podían cambiar eso es muy arrogante por parte de los científicos. Hace pocas semanas, el rotativo británico The Guardian revelaba en portada que Inhofe había financiado su campaña con dinero del entorno de la petrolera BP. Paradójicamente, Inhofe ha sido elegido para presidir el comité de Medio Ambiente del Senado, responsable de estudiar y proponer medidas contra el cambio climático. Desde ahí lleva meses torpedeando todos los planes del presidente Barack Obama en materia medioambiental, como por ejemplo los referidos a la reducción de emisiones, o en otros capítulos, al oponerse al envío de ayuda a los países afectados por el ébola.

Inhofe, Rubio y Cruz siguen el ejemplo de Lamar Smith, compañero de partido y presidente del comité de Ciencia de la Cámara de Representantes desde 2013, donde ha mostrado cómo aprovechar sus atribuciones para perjudicar el trabajo de instituciones como la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF, el mayor organismo de financiación científica de EU).  El comité de Ciencia, Espacio y Tecnología, presidido por Lamar Smith, cuenta con otros miembros como Paul Brown, que asegura que la Tierra fue creada en seis días hace 9.000 años, y Todd Akin, que se oponía al aborto porque el cuerpo de la mujer “tiene mecanismos” para no quedarse embarazada en caso de “violación legítima”. En ese comité se encuentra el único físico de entre los 435 miembros del Congreso: el demócrata Bill Foster.

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