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jueves, 25 abril, 2024
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La música puede fomentar la paz; tiene poder y magia para cambiar al país: Piña

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ “En mi barrio no faltaba quien sacara el güiro, otro los botes y otro las maracas para tocar”

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■ En los 80 grabó su propio disco de cumbia colombiana, lo que determinó su carrera, señaló

El músico Celso Piña es un artista que a pesar de haber logrado la fama y de viajar por todo el mundo compartiendo su música, vive de manera sencilla y no olvida sus raíces en su barrio, La Independencia, en su natal Monterrey. Considera que la música puede fomentar la paz, y tiene poder y magia para poder cambiar al México actual, lleno de problemas sociales.

A pesar de sus triunfos, Celso mantiene una actitud sencilla; no le gustan los teléfonos celulares, evita las invitaciones a los llamados after después de su concierto, no cae en escándalos y cuando puede se toma unas cervezas acompañado de 10 perros que tiene en su rancho Macondo. A unos los compra y a los que tienen hambre los adopta.

Cuenta que inició en la música en el año de 1975, aprendiendo con músicos de su comunidad o, como dice Celso, “de forma urbana”, y siempre buscando un estilo propio, que fuera diferente a los que se hacía en su región.

“En mi barrio no faltaba quien sacara el güiro, otro los botes y otros las maracas y así empezábamos a tocar, mi papá me hizo un tololoche medio cuadrado, y la raza se juntaba con nosotros a caguamear, pero eso sí, de forma sana, nada de drogas”.

En el año 1980 su padre le regaló su primer acordeón, y junto con sus hermanos llevaba serenatas a las novias de sus amigos. Recuerda que empezaban con las tradicionales mañanitas, a las que le seguían canciones llenas de ritmo de cumbia, y una que otra romántica.

Su preferencia fue la música colombiana, en especial el vallenato, y mucha gente le cuestionó el por qué tocaría esa música que no se escuchaba en Monterrey, a lo que respondió que él lo haría; y de ahí nació su mote de Rebelde del acordeón.

“Soy ejemplo en mi barrio y en mi tierra sin quererlo. Mi barrio me trae muchos recuerdos; hay unos que ya se fueron, otros se casaron, a otros los encerraron, pero así es la vida y hay quienes aún me invitan a eventos, a ser juez de un festival o a tocar”, dice Celso.

Fue hasta los años 80, y siendo inspirado por Aníbal Velásquez y Alfredo Gutiérrez, a quienes vio en un baile de cintas, que se decidió a grabar su propio disco de cumbia colombiana, el cual determinó su carrera. Sin embargo, antes de grabarlo pensaba que si no le gustaba a la gente, dejaría por completo la música.

Sin embargo, fue todo un éxito y en su natal Monterrey comenzaron a comprender su música y su estilo particular, a lo que el señala que fue Dios y la suerte que lo ayudaron, aunque también puso su esfuerzo, ya que se dedicaba a promocionarse en fiestas y eventos, poniendo incluso de su bolsa para la renta de equipo.

A pesar de la fama que lo precede, Celso Piña se mantiene sencillo, evitando los escándalos y las fiestas que vienen después de sus conciertos ■ FOTOS: rafael de santiago y miguel ángel núñez

Para Celso de esta forma es como se forja un músico, pues logró entrar a sectores donde no se había escuchado la cumbia colombiana, aunque también se encontró con compañías discográficas que no valoraban su trabajo y que al final de cuentas no cumplían con lo que se establecía en contratos.

Reconoce que desde hace 20 años, y 10 que tiene trabajando con la discográfica La Tuna Records, es respetado su trabajo y se ha cumplido con cabalidad lo que ahora se firma en los contratos de presentaciones y de grabación de discos.

Cuando grabó su primer material discográfico lo acompañó uno de sus hermanos; ahora son Enrique, Rubén y Eduardo quienes se han sumado a su Ronda Bogotá, a petición de su padre, quien no quería que sus hijos tomaran otro camino.

El regiomontano ha sido reconocido en diferentes ámbitos, incluso se rumora que hay una escuela de música que lleva su nombre en Sonora, y que fue ofrecimiento de un político, aunque no ha comprobado si es verdad que cumplió su promesa.

Algo que lo llena de orgullo es que nuevas generaciones se identifiquen con su música, y que en su barrio o en su natal Monterrey existan músicos a los que les influyó la manera de tocar de Celso, quienes buscan sobresalir en la música.

Dice orgulloso que conoció al escritor Gabriel García Márquez, quien a pesar de no haber sido grandes amigos coincidió con él en un par de ocasiones y llegaron a entablar charlas en las que compartieron su gusto por la música colombiana.

Celso es un apasionado de la lectura, sobre todo de Márquez, a quien le dedicó una canción llamada Reyna de Cumbias, que gustaba mucho al colombiano. “Incluso, estos días estuve leyendo Crónica de un Secuestro, de Márquez. Él es mi escritor favorito, me gusta su forma de expresarse; cuando iba a Monterrey me buscaba, aunque a veces yo andaba en otros lados».

Recuerda que en 2004, cuando García Márquez asistió a un evento en el Museo de Arte Contemporáneo (Marco), en la norteña ciudad de Monterrey, para una entrega anual de premios de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, el escritor bailó con su esposa mientras tocaba Celso.

Actualmente es uno de los músicos de cumbia colombiana más reconocidos a nivel mundial, y su estilo combina con rap, rock y balada; ha hecho duetos con grupos como Café Tacuba, Control Machete, Benny, Alex Sintek, Alex Lora, Natalia Lafourcade, entre otros.

El pasado domingo, Celso Piña cerró el Festival Todo Sobre Ruelas realizado en Plaza de Armas ante más de 3 mil personas, quienes en todo momento disfrutaron de la buena vibra y de la música del Rebelde del acordeón.

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