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viernes, 29 marzo, 2024
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Garantizar la paridad de género en el Poder Legislativo

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Desde hace poco más de un año la Presidencia de la República ha difundido un spot de radio y televisión orientado a crear la percepción de que la Cámara de Diputados estará integrada por una mitad de mujeres y otra de hombres, lo cual es falso, pues las leyes lo único que garantizan es que la mitad de las candidaturas que los partidos registren sea de mujeres y la otra de hombres, pero ello no garantiza que las mujeres sean electas en esa misma proporción. De hecho, en los últimos 15 años se ha incrementado la presencia de las mujeres en el Congreso federal, pues mientras que en 2000 representaron 16% de la Cámara de Diputados, en la actual Legislatura, son 36.8%, es decir, más del doble y algo semejante ocurre en el Senado. Este avance es producto de las luchas de organizaciones de mujeres mexicanas por la igualdad de las mujeres en la representación política, que ha llevado al incremento gradual de las cuotas de género —pasamos de 30% en 2002 a 40% en 2007 y a 50% hoy— y de mayor cobertura, pues de sólo aplicarse a las listas de representación proporcional, ahora la obligación abarca a las candidaturas de mayoría relativa. Además, la autoridad electoral ha sido cada vez más estricta en no dejar resquicio alguno para asegurar que los partidos registren el porcentaje legal de candidatas mujeres.

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En general, los partidos cumplen con el registro formal de las cuotas de género, pero las normas no se traducen de inmediato en prácticas eficaces para hacer efectiva la inclusión de las mujeres en los espacios de decisión de los partidos, o en los de los órganos legislativos. Un estudio publicado recientemente de INCIDE Social sobre el proceso electoral de 2012, titulado Igualdad, inclusión y no discriminación en los partidos políticos de México, muestra cómo persisten las resistencias a dejar atrás la simulación en la aplicación de las cuotas de género. Aunque todos los partidos contemplan las cuotas en sus estatutos y los tres principales tienen reglas de procedimiento específico para cumplir con ellas, al revisar en qué tipo de distritos se postulan a las mujeres encuentra una tendencia a colocarlas en distritos perdedores.

Con un planteamiento metodológico riguroso y tomando los resultados de las dos elecciones previas a 2012, el estudio clasifica los distritos electorales por nivel de competitividad de cada partido, en “fundamental”, “valiosa”, “considerable” o “nula” y analiza en dónde se colocaron a las mujeres. Así, el PAN postuló a 50% de candidatas en distritos de nula posibilidad de triunfo, mientras que en sus distritos más competitivos sólo postuló a 24.6% de candidatas; el PRI las concentró en distritos con una competitividad apenas “considerable” (un 66.7% fueron mujeres). En cambio, en 2012, el PRD concentró a sus candidatas en distritos “valiosos”, es decir en donde tenía triunfos previos, lo cual muestra que de los tres principales partidos es el que menos sesgos tiene en la asignación de las candidaturas de mayoría por género, lo cual coincide con una tradicional posición de izquierda. De hecho, casi desde su fundación el PRD incorporó en sus estatutos una cuota de género.

Ahora bien, si de lo que se trata es de buscar mecanismos para incorporar a la agenda de los partidos políticos las demandas y propuestas de género, es importante la disposición que introdujo la reforma de 2007 para que dichos institutos destinen un 2% de su financiamiento público ordinario a la capacitación, promoción y desarrollo de liderazgos de las mujeres. Los principales partidos ya tienen instancias específicas para la promoción de los intereses de las mujeres, de ahí la necesidad de destinar recursos para hacerlo viable. Sin embargo, el estudio revela que los partidos han usado discrecionalmente tales recursos, utilizándolos para gasto corriente, esto es, no se cumple con el propósito de fortalecer la masa crítica de género en los partidos. Los derechos políticos de las mujeres han ganado centralidad, pero sólo estudios como el de INCIDE Social pueden ayudar a superar la denuncia genérica para idear propuestas concretas para que la paridad no sea una simulación.

Desde mi punto de vista, el sistema electoral vigente en México para integrar la Cámara de Diputados no permite garantizar la equidad entre los géneros en su composición, debido a que nadie puede garantizar que en la elección de una persona por distrito los ganadores sean mujeres y hombres en la misma proporción. Creo que esta es una buena razón para luchar por cambiar ese sistema electoral por otro en el que todos los 500 diputados se elijan por el sistema de listas integradas alternadamente por hombres y mujeres y la distribución de curules mediante la utilización del principio de representación proporcional directo; de esa manera, si un partido logra un 30 por ciento de votos tendría 150 diputados, 75 mujeres y 75 hombres; otro que logre un 10 % de votos tendría un grupo parlamentario de 25 legisladores de cada género. ■

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