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jueves, 28 marzo, 2024
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Las izquierdas y sus compromisos con las mujeres

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Nuestro país se define cada vez más como un territorio en que campean las violencias, entre ellas la violencia sexual contra quien es diferente, la violencia feminicida y el feminicidio, y por la violencia enmarcada en el “combate al narcotráfico”, ambas inadmisibles, y una vida social marcada por desigualdades corrupción e impunidad. Esto no puede atribuirse sólo a la crisis global ni a la violencia que abarca a todo el mundo, sino al modelo económico neoliberal y las políticas patriarcales que generan mayor desigualdad y pobreza, monopolio de poderes de dominación de género, enriquecimiento desmedido y privilegios de una pequeña minoría, conservadurismo ideológico y formas autoritarias y violentas de gobernar, con el consecuente desmantelamiento de la dimensión social y progresista del Estado.

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Los mexicanos necesitamos una verdadera alternativa. La izquierda en su diversidad se ha significado por construir e impulsar un paradigma para erradicar el oprobio, la desigualdad y la inequidad, así como la injusticia y la violencia. Nuestra herencia histórica progresista y libertaria se ha generado en todas y cada una de las luchas emancipadoras ocurridas en nuestro país y en el mundo, en pos de bienestar social y libertades democráticas en el marco de una cultura de la legalidad, solidaria y pacífica. Sin embargo el conservadurismo no sólo está en los partidos, grupos y organizaciones de derecha, es transversal cuando se trata de las personas, los cuerpos y la sexualidad. Hace pocos años vimos con indignación a algunos diputados de partidos de izquierda aprobar en distintos estados reformas constitucionales contra el derecho a decidir de las mujeres, votando junto con los conservadores PRI y PAN,  negando en los hechos los postulados feministas que forman parte de nuestro paradigma.

El movimiento político y electoral de las izquierdas debe hacer la diferencia e  incluir de manera prioritaria una visión feminista sobre la sexualidad de todas las personas, vindicar e impulsar cambios de género que nos permitan a mujeres y hombres de todas las opciones sexuales y a quienes no se consideran ni mujeres ni hombres, gozar de una ciudadanía plena. Desde esta perspectiva, nuestra agenda requiere por tanto la defensa del Estado laico en cuanto a la sexualidad. Con sus claves de respeto a la diversidad sexual, el respeto y la garantía de los derechos humanos como principios rectores una política de Estado impulsada por la izquierda para la convivencia social y la vida personal digna. En ello debemos ser claros. La ciudadanía debe percibir con claridad la certeza de que ningún legislador o gobernante, y ninguno de sus partidos y movimientos, actuará en contra de los derechos humanos y de los derechos constitucionales vigentes en nuestro país, y que actuarán con decisión para materializar esos derechos y lograr que los avances legislativos alcancen a todo el país y se deroguen todas las normas que atentan contra ellos, en primerísimo lugar, las reformas constitucionales que atentan contra los derechos humanos de las mujeres y las niñas.

En México necesitamos un Estado que garantice la eliminación de las violencias sociales y de las formas violentas y corruptas de gobernar que destrozan diariamente a nuestro país y generan inseguridad y miedo, devastación social, falta de horizontes, corrupción, exclusión y pobreza, y fortalecen una cultura autoritaria, hostil y dañina. La política de las izquierdas debe proponerse explícitamente eliminar el sexismo, el machismo, la misoginia, la homofobia y otras fobias sexuales discriminatorias y violentas. Promover valores, principios y prácticas que han impulsado movimientos feministas, movimientos de mujeres, y movimientos por la libertad y la diversidad sexual, como el derecho a decidir, a optar y disentir, así como a afirmar identidades personales sin demérito del valor intrínseco de las personas en igualdad. La izquierda debe ser claramente anti patriarcal y promotora de la dignidad y la integridad de las personas, de la igualdad y la equidad, la seguridad humana y las libertades democráticas.

La izquierda diversa debe garantizar formas pacíficas de gobernar a través de la ampliación de la democracia y de la promoción de una participación civil solidaria. Queremos hechos y cambios estructurales, promovidos durante décadas por millones y millones de personas, grupos, redes, organizaciones, en busca de bienestar y buena vida para todas y todos. Queremos pasar de impulsarla y soñarla, a vivirla. La izquierda en México requiere reconocer y promover esa perspectiva y contribuir a impulsar un paradigma social que reúna lo que hoy parece disperso,  hacer sinergia y articular nuestra sintonía. Se trata de confluir para lograr prosperidad compartida. Ese camino conduce a que mujeres y hombres de todas las edades, condiciones sexuales y de género, étnicas y sociales y las personas con capacidades disminuidas, tengan garantizados el respeto a su dignidad e integridad, la convivencia en igualdad, el acceso al desarrollo para la satisfacción de sus necesidades vitales con el reconocimiento a la diversidad y la garantía de las libertades. Ese código ético debe impregnar la política y convertirse en vida misma.

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