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jueves, 28 marzo, 2024
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Los claros y los obscuros del festival cultural

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La 29 edición del Festival de Cultura en Zacatecas está llena de claros y obscuros. Se presenta 24 días antes de su inicio, lo que arroja cuestionamientos sobre su impacto en las corrientes turísticas que planean su viaje con anticipación; lo cual contrasta con las ediciones iniciales, que estaban pensadas para la recreación, cultivo y formación del público local. El anuncio tardío y el contenido específico hecho público ayer son signos del peligro de que el festival se convierta en lo que es ya el Centro Histórico de Zacatecas: una fachada, con un interior en ruinas. Y justo la actual edición está dedicada a Federico Sescosse, quien se dedicó a conservar el patrimonio arquitectónico del Centro Histórico, y que ahora, insistimos, es una arteria de fachadas a punto de caer. ¿Es eso un signo? La obra de Federico Sescosse ahora institucionalizada, y convertida en simulación: el centro está deshabitado y se convierte en una plaza con bares y recreación para el paseo turístico. Un cascarón desquebrajado sin sustancia, pero con bonita iluminación.

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Sin embargo, todo festival de cultura trae entusiasmo y claros al ánimo. El programa se nota diverso, desde el encuentro de escritores que se antoja muy interesante, hasta artistas de la industria televisiva y generadores de taquilla. En medio se observan conciertos de piano, tenores, algunos espacios para el arte alemán, clásicos contemporáneos de trova, eventos religiosos, novedades de mezclas populares con sinfónica, tango (que esperemos esté libre el teatro Calderón para esos días), mariachi y, expresiones artísticas sin duda estimulantes venidas de Chihuahua. Aun cuando se dejan ver en el programa artistas locales, la participación de éstos es insuficiente. Un festival de este calibre se puede aprovechar como un motor para la formación y estimulación no sólo de públicos locales, sino de artistas: si desde un año antes, se prepararan los sujetos del arte zacatecano, se puede detonar una increíble producción cultural local. Y con ello, el festival puede ofertar no sólo los espacios y plazas, sino el alma misma de los zacatecanos a través de su producción cultural con la tradición y el actual-reciente.

Los grupos de rock, tamborazos, norteños, pintores, teatro, ensambles de cámara, escritores, y un largo etcétera, que sea “de Zacatecas para el mundo”. Para eso, el festival no se promovería con 24 días de anticipación, sino con 300 días. Así las cosas, el enfoque turístico del festival no se opondría al cultivo de lo local, sino justamente al revés: se potenciaría mutuamente. Tampoco se opone a que vengan artistas nacionales e internacionales, ya que un festival de cultura tiene siempre el sello de universal. En fin, son reflexiones que circulan en los pasillos de los establecimientos de la cultura en Zacatecas, que pueden convertirse en un enfoque para una tercera etapa de este ya emblemático festival. Que no quita que en esta edición disfrutemos lo que se anuncia, programa en el que sin duda, hay eventos que prometen mucho.

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