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miércoles, 24 abril, 2024
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Javier Valadez, dirigente ¿incomprendido, o fuera de lugar?

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Conozco a Javier Valadez Becerra, el Vala, desde que era estudiante y jugador de basquetbol. Fui su entrenador en una selección estatal juvenil; era un jugador con gran fortaleza física y desarrollaba una gran velocidad en unos pocos metros, cualidad que lo hacía ideal para los rompimientos rápidos. Como estudiante siempre fue muy activo en la política universitaria, actividad que mantuvo con gran intensidad también como docente hasta que dejó la UAZ en 1993. Por años militó en equipos distintos a aquellos donde yo actuaba, pero coincidimos en la militancia todo el sexenio que duró el PSUM, partido que surgió a principios de los años ochenta de la fusión de varias fuerzas políticas de izquierda; Javier llegó como integrante del MAP que encabezaba el siempre inteligente Gustavo Gordillo de Anda a nivel nacional, y yo arribé de la militancia en el PCM desde 1976. En esa temporada contribuimos al crecimiento de la izquierda partidista dentro y fuera de la UAZ, y Javier logró encabezar al SPAUAZ como su Secretario General, mostrando, desde entonces, una sólida formación política y grandes dotes oratorias. Tuvimos la fortuna de hacer vida partidaria con algunos de los intelectuales más importantes de las izquierdas mexicanas, de cuya amistad Javier sigue disfrutando hasta hoy.

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A partir de 1988 nuestros caminos se separaron; él y otros amigos que provenían del MAP tuvieron la oportunidad de participar en la administración pública federal entrante, en la que Gustavo Gordillo ocupó la subsecretaría de concertación social de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, y Javier Valadez se desempeñó como su secretario particular, donde aprendería lo suficiente para convertirse en un consultor eficiente en la materia. Yo emprendí la aventura de la participación en la dirección nacional del PMS con el recordado Gilberto Rincón Gallardo, y después en el PRD. A finales de los años ochenta Javier decidió ingresar al PRI y como tal participó como subsecretario de gobierno en la administración encabezada por el gobernador Arturo Romo Gutiérrez. Se mantuvo en esas filas durante los doce años de gobiernos perredistas y participó en la campaña de Miguel Alonso de 2010 que marcó el regreso del PRI al gobierno del estado.

Al no ser llamado a colaborar en el equipo de gobierno, Javier fue designado secretario de organización del comité directivo estatal del PRI, cargo que desempeñó con el oficio político adquirido en años, hasta que fue despedido de la peor manera para que no participara en el mecanismo de prelación que lo podría llevar a la propia presidencia partidaria, cargo al que Javier, con todo derecho, ha aspirado desde la sucesión de Leodegario Varela en 2009. Ya desde entonces Javier ha sido tratado como extraño en las filas de su partido, obligándolo a recurrir al terreno del litigio en los tribunales encargados de salvaguardar los derechos de los militantes de los partidos. En esa ocasión logró echar abajo la elección que impugnó y ello condujo a que durante el proceso electoral del 2010 el PRI fuera presidido por Joel Guerrero, Hidalguense, quien condujo al partido durante ese importante proceso electoral.

Actualmente nuestro amigo, el aguerrido Javier, ha puesto en jaque de nueva cuenta a quienes conducen el proceso de designación de los candidatos del PRI a diputados federales, intentando ser registrado como aspirante a la candidatura del distrito 3, con cabecera en Zacatecas capital, apoyado por un sorprendente número de presidentes de comités seccionales, e impugnando el registro de Claudia Anaya porque no cumple con los requisitos, especialmente el de la antigüedad en la militancia priista. En todos los litigios protagonizados por el Vala, ha demostrado un conocimiento detallado de todos los recovecos jurídicos del derecho electoral y partidario, así como de la normatividad interna del PRI. Para hacernos una idea de los obstáculos que ha debido enfrentar Javier por atreverse a ejercer sus derechos, solo es necesario saber que en esta ocasión intentan dejarlo fuera porque supuestamente ¡¡reprobó el examen sobre los documentos básicos priistas!! Justificación menos creíble que la narrativa del procurador Murillo sobre los desaparecidos de Ayotzinapa.

Esa maniobra tan ridícula contra Javier Valadez es solo un ejemplo de muchos abusos que ocurren en los partidos, en donde los ciudadanos encuentran las puertas cerradas para ejercer sus derechos políticos en virtud de que esas organizaciones de interés público tienen dueños. Por ello es que consideré pertinente tocar el asunto en El péndulo, con la esperanza de que la opinión pública pronto exija las grandes reformas que se requieren para que los partidos jueguen el papel que la Constitución les asigna. Pienso que también es pertinente aventurar la hipótesis de que la causa de fondo del maltrato a Javier en el PRI no solo es por incomprensión del valor de su lucha por los derechos de los militantes, sino que pesa mucho el hecho de que el PRI se ha corrido a la derecha, al espacio neoliberal, en donde no caben las personas progresistas, esto es, quienes desean libertades y democracia pero sobre todo, justicia social. Probablemente Javier milita en el partido equivocado.

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