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martes, 23 abril, 2024
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El desperdicio de la experiencia laboral ante los leales ineptos

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Todas y todos los que actualmente somos trabajadores en activo, llegaremos a ser en muchos casos, elementos de desecho para nuestro sistema jurídico-laboral, seremos tratados como pordioseros y a regañadientes, nos será entregado lo que en derecho nos corresponde. He platicado con algunos amigos y amigas que han tenido la osadía de jubilarse y atrozmente coinciden en señalar que ante los muchos años de experiencia que han dejado en la fuente de trabajo, en los cuales forjaron los cimientos de las instituciones y hasta formando nuevas generaciones de profesionistas, se les orilla a tomar la decisión de abandonar el amado empleo al que dedicaron toda su vida activa, lo anterior, muchas veces con engaños o presiones.

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Usted y yo, para allá vamos y no debe extrañarnos que cualquier núbil funcionario, nos invite a dejar nuestra fuente de empleo para hacer cancha a los recomendados, amigos, familiares o amantes de la época. Les valdrá como hoy, un cacahuate si llegaste temprano durante años, si cumpliste con las metas y objetivos de la empresa o institución, si fuiste honesto y si tuviste la fortuna de hacer carrera en el empleo. Estoy refiriéndome a cualquier trabajo perteneciente a determinada instancia o poder estatal, para el caso es lo mismo. La tendencia ahora es extender el más tiempo posible nuestra capacidad laboral para después con una mano en la cintura, darnos una patada en el trasero en aras a la renovación generacional. No negamos que llegado el momento debe darse una renovación de sangre, lo hemos propuesto y no nos parece mal, lo que no aceptamos es el tratamiento indebido e injustificado que se les da a quiénes dejaron su vida en el trabajo; critico a los que no reconocen la experiencia y reniego de los que tampoco la aprovechan abriendo el paso a personas que no tienen vocación, capacidad o la mínima idea de algunos puestos que resultan estratégicos.

En algunas culturas como la Maya, existía el consejo de ancianos de donde emergían los conocimientos y la cosmovisión del pueblo para lograr la paz y la hermandad, ahora es lo contrario, en algunos puestos se eligen a los más ineptos, ineficaces y corruptos, tal vez para taparse entre todos, las mismas acciones de corrupción que dañan al erario público y merman la calidad de vida de la población. Sabemos que México cae cada vez más profundo en el sótano de los países más corruptos y nadie hace nada, como si tal índice fuera un privilegio o un reconocimiento internacional como el Premio Nobel. Esa misma corrupción requiere de leales ineptos para permanecer en el poder y persistir en el saqueo de la riqueza que nos es común. Ante esto, imaginemos un consejo conformado por personas de reconocida experiencia y trayectoria, contratado por el gobierno en sus tres niveles, con la finalidad de formar a los nuevos cuadros de funcionarios, candidatos o aspirantes a determinados cargos, promoviendo entre ellos una orientación ética del servicio, compartiendo sus vivencias y brindado los elementos teórico-prácticos para realizar adecuadamente una función pública; en la que se busque el bien común o la satisfacción de intereses colectivos, creo que sólo así, se dejaría de ver, por ejemplo, a la administración pública, como una fuente de enriquecimiento ilícito, como el pago a los aportes legales o ilegales que se hicieron en la campaña política del titular en turno, o bien, como la asignación de obras innecesarias, mal hechas y hasta embarazadas en lo financiero.

Estoy convencido de que si ahora no sentamos las bases de nuestro futuro laboral, nos encontraremos tal vez, en un supermercado empacando abarrotes como lo hacen honorablemente muchas personas de la tercera edad y que compiten la mayoría de las veces, con niños que aspiran a llevar un dinero para el sostenimiento del hogar. El camino hacia el nulo reconocimiento a la trayectoria, experiencia y honradez, está parejo, planchado, esperándonos con los brazos abiertos y como dijo mi amada madre: “como te ves me vi, como me veo, te verás”. Así que a trabajar y a edificar las mejores condiciones para que nuestro trabajo sea reconocido más allá de la jubilación, pues estoy convencido de que este estatus laboral, no termina con nuestras aspiraciones, con las ganas de vivir y seguir contribuyendo con la experiencia adquirida a hacer de este país, el orgullo de nuestros hijos. Ojalá. ■

 

*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

 [email protected]

 

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