¡¡Ha ganado la esperanza!! Fue la frase que la coalición Syriza puso a circular en las redes sociales de internet cuando se confirmó su victoria en las elecciones parlamentarias del país más afectado por la política impuesta por los gobernantes neoliberales europeos. En Grecia, España y otros países europeos los excesos en el sector financiero, que desembocaron en la crisis de 2008, afectaron mucho más a la banca privada que a la pública, pues principalmente los banqueros alemanes utilizaron a la banca privada para incrementar el crédito a bajas tasas de interés en los países con menor desarrollo, para estimular el consumo de productos exportados por Alemania, lo que se convirtió en un potente motor generador de empleo y desarrollo para su población, y en un endeudamiento equivalente para otros pueblos.
En esa situación las más altas autoridades de la Unión Europea decidieron hacer caso omiso de la evidencia e impusieron una narrativa que atribuía toda la culpa a unos inexistentes déficits presupuestarios gubernamentales, que aparecieron hasta que los gobiernos de todos los signos ideológicos fueron obligados por los organismos financieros a salvar a los bancos con dinero público, endeudándose y aplicando drásticos recortes que han disminuido significativamente el bienestar de millones.
Las elecciones en Grecia equivalen a un referéndum sobre la continuidad o no de esa política neoliberal que asume el pago de la deuda como la más alta prioridad, impidiendo la inversión pública productiva y todo estímulo al mercado interno, lo que ha propiciado el incremento de los desempleados, del comercio informal, y el drástico debilitamiento del estado de bienestar. Después de varios años de movilizaciones cada vez más radicalizadas y de represiones gubernamentales más violentas cada ocasión, diversas fuerzas de izquierda decidieron integrar la coalición que hoy resultó ganadora y que estará al frente de las instituciones para renegociar, a final de cuentas, los términos de su permanencia en la Unión Europea.
Las implicaciones del triunfo de Syriza son muchas. Una de las más importantes es el efecto demostración de que es posible superar el miedo a enfrentar al capital financiero internacional, y obligarlo a pactar condiciones menos abusivas de trato para los sectores populares; distintos pueblos en todos los continentes enfrentarán con esperanza a las fuerzas neoliberales que las han gobernado en las últimas décadas, integrando polos opositores que pueden lograr crecimientos inusitados en muy poco tiempo, como es el caso griego que hoy comentamos, y el de “Podemos” en España.
El nuevo gobierno que encabezará Alexis Tsipras enfrentará un contexto menos desfavorable que el de hace veinte años, hoy existe el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que podrían considerar las inversiones en Grecia como una manera de ingresar a Europa y, algo muy importante, Barak Obama está al frente de Estados Unidos, dando una lucha doméstica contra las mismas fuerzas e ideas que enfrentan los griegos. Las posibilidades de que el nuevo gobierno logre un cambio de rumbo, así sea gradual son buenas. Serán mayores si se configura un movimiento mundial de solidaridad con el pueblo que venció al miedo.
