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jueves, 28 marzo, 2024
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Obama y el debate sobre la desigualdad

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Admin •

En el mundo llamado “desarrollado” acontece un enorme crecimiento de la desigualdad que amenaza todo tipo de ventajas civilizatorias. Los últimos análisis de la desigualdad no son en referencia a las mediciones de la pobreza, sino en la medición de la riqueza, y los descubrimientos nos dejan sin aliento: el 10 por ciento de los más ricos (el decil superior) alcanza 90 por ciento del patrimonio de las naciones poderosas; y 1 por ciento es dueño de la mitad del patrimonio de estos mismos países. Con lo cual está por desaparecer el gran invento económico del siglo 20, la clase media patrimonial de Europa y los Estados Unidos. Recordemos que este último país inventó el impuesto sobre los ingresos, que sirvió para que durante tres décadas (1950-1980) la desigualdad de los ingresos disminuyera considerablemente. Pero después de los 80, con el avance del neoliberalismo se suprimieron muchos de esos impuestos y se eliminó gran parte del bienestar producido desde el Estado, y con ello la desigualdad volvió a dominar el escenario de la distribución de los ingresos en Norteamérica.

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Los impuestos a los muy ricos contribuyen tanto a bajar la desigualdad como a impulsar el crecimiento del conjunto de la economía. Cuando los ricos tienen altísimas utilidades y el crecimiento del conjunto de la economía se desacelera, la desigualdad se ensancha. Pero la desigualdad obstaculiza el crecimiento de toda la economía, estableciéndose un círculo vicioso. Como la desigualdad disminuye el poder de compra de los salarios medios y bajos, y con ello la posibilidad de adquirir los productos que dan vida a las empresas que dan empleo, pues la desigualdad quebranta a la economía en su conjunto. Por ello, las llamadas medicinas de la austeridad son tan negativas para el propio crecimiento, además de que produce criminalidad, morbilidad y fragmentación social. Pero no nos engañemos: estas medidas económicas no son “errores” teóricos de los gobernantes, (no es un problema de saber), sino que son estrategias de los dueños del dinero dentro de los gobiernos para aumentar sus ventajas absolutas, y con ello hacerse aún más ricos (es un problema de poder). Así las cosas, la situación presente es efecto de una correlación de fuerzas de los estratos sociales al interior del Estado. Y por tanto, la única manera de revertir la tendencia desigualitaria es cambiando dicha correlación a través de la política.

Luego entonces, la pregunta no es si Obama hace bien al impulsar el impuesto a los ricos y prometer medidas redistributivas (claro que está bien, para la salud de la propia economía norteamericana); sino si la correlación al interior del Estado norteamericano lo hará realmente posible. Obama esperó hasta el final de sus dos mandatos para emprender las iniciativas que se esperaban desde el inicio, eso le dará popularidad pero, ¿tendrá tiempo? Lo importante es que ya se ha puesto el dedo en la llaga, y contribuye que los estratos bajos se vean fortalecidos políticamente, que es justo lo que necesitamos.

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