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viernes, 29 marzo, 2024
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La acción combativa de los zacatecanos progresistas es indispensable

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ • Admin •

A partir del gobierno de Lázaro Cárdenas, México creció aceleradamente durante casi 5 décadas; la economía mixta definida en la Constitución generó recursos para desarrollar instituciones sólidas y garantizar derechos sociales importantes, como la Seguridad Social, la educación, etc. Sin embargo en 1982, con la llegada a la Presidencia de la República del equipo neoliberal encabezado por Miguel de la Madrid, inició la aplicación a rajatabla de las medidas contenidas en el Consenso de Washington: libre comercio, privatizaciones, desnacionalización de la planta productiva, entrega del patrimonio nacional a agentes extranjeros, desregulación en distintas materias, etc., que después de tres décadas han arrojado un mediocre crecimiento de la economía nacional, así como el aumento del desempleo y la desigualdad social y territorial. Son decenas de millones los mexicanos excluidos de la economía formal, y la inmensa mayoría de quienes tienen empleo reciben salarios que no garantizan una vida digna, por lo que el mercado interno es muy débil y la economía nacional depende de las empresas exportadoras, mayoritariamente extranjeras.

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La aplicación de ese modelo arruinó a miles de familias que trabajaban en labores agropecuarias y expulsó de su tierra a decenas de miles de zacatecanos generando un crecimiento negativo en varios municipios. Asimismo, la entidad sufre el saqueo más grande y destructivo de su historia por las operaciones en su territorio de algunas de las explotaciones mineras más grandes del mundo, que desarrollan la explotación de nuestros minerales con los métodos del más salvaje extractivismo y de las economías de enclave.

Ante la ausencia de un proyecto propio, los sucesivos gobiernos del estado han venido aplicando las políticas públicas elaboradas en dependencias federales con criterios neoliberales que benefician a muy pocos, o acciones que tienen como único propósito aumentar la rentabilidad electoral para el partido en el poder o, lo que es peor, garantizar altas rentas personales para quienes controlan las riendas del poder del Estado, por lo que no están teniendo resultados que atemperen la pobreza y la desigualdad e incrementen el índice de desarrollo humano de Zacatecas.

Además, las autoridades estatales no han elaborado política alguna contra la corrupción, no obstante que ese vicio se ha intensificado y contaminado gravemente todas las esferas gubernamentales por lo que se puede afirmar que vivimos en el reino de la impunidad. A ello hay que agregar que la inseguridad y la violencia siguen lastimando diariamente a la sociedad zacatecana, sin que se observen avances significativos en la regeneración del tejido social ni en la confianza de los ciudadanos en las instituciones del Estado encargadas de procurar y administrar la justicia. Antes al contrario, los hechos de Iguala y Tlatlaya han fortalecido la percepción de que las autoridades no están al servicio de la sociedad.

Así las cosas y en un ambiente de falta de credibilidad en el sistema de partidos políticos y de irritación de capas importantes de la sociedad que están convocando a boicotear las elecciones, está iniciando un proceso electoral federal que podría ser una oportunidad para que autoridades y partidos demuestren su voluntad de cambio, comprometiéndose a eliminar los comportamientos que socavan la equidad de los procesos electorales, como la utilización de dinero ilegal para comprar o comprometer votos; especialmente las autoridades de los tres órdenes de gobierno y de los distintos poderes, del partido que corresponda, deben asumir que al utilizar los recursos de todo tipo que tienen a su cargo para violentar la autenticidad del voto de los zacatecanos, disminuyendo con ello la legitimidad de las instituciones en la entidad, están debilitando aún más el Estado de Derecho y se están comportando como bandas criminales muy peligrosas para la estabilidad social.

Por otra parte hay que decir que siendo Zacatecas una de las entidades más rezagadas del país en materia de desarrollo económico y en otras materias fundamentales, es muy lamentable que las fuerzas progresistas zacatecanas, las que están comprometidas a luchar contra los privilegios y los abusos, contra la desigualdad y la pobreza, una vez más enfrentarán divididas y dispersas a las fuerzas neoliberales, disminuyendo con ello sus probabilidades de capitalizar las crecientes inconformidades resultantes de las diversas reformas antinacionales y antipopulares aprobadas por estas, así como por los actos de corrupción de las más altas autoridades del país denunciados en noviembre pasado por algunos medios de comunicación nacionales y extranjeros, y sobre todo, la gran irritación provocada por el comportamiento irresponsable de las autoridades ante la tragedia de Iguala, Guerrero. Ante la inmadurez de las dirigencias de esas fuerzas partidarias, será la propia sociedad la que con movilizaciones directas y con su voto logrará los cambios de fondo que se requieren.

Los zacatecanos progresistas debemos entender que nuestra actividad política es indispensable para lograr los cambios que hacen falta para asegurar que las instituciones actúen para incrementar el bienestar de todos los mexicanos, rescatándolas de los intereses particulares que hoy las tienen a su servicio. Necesitamos actuar con determinación y energía para combatir frontalmente la corrupción y la impunidad, restituir la dignidad a las instituciones republicanas y, sobre todo, para abrir nuevas vías para incrementar el bienestar de nuestras familias.■

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