CALAVERA A LA CORRUPCIÓN
Como cualquier otro día
salió la Catrina a chambear,
lo que ni la Muerte sabía
es lo que le iba a costar.
— ¿Por dónde habrá que empezar? — meditó por un instante.
— Sería bueno comenzar
llevándome un estudiante —.
Echó hasta la Universidad
su mano huesuda y blanca,
pero no la dejaron pasar
porque no tenía “palanca”.
Pero en la carretera divisó
un accidente muy lindo;
cuando a trabajar se acercó,
la detuvo un tamarindo.
— ¡Vengo a hacer mi labor! —
dijo altanera y ufana,
a lo que el oficial contestó:
— Cáigase con una “sor Juana” —.
Salió con vida el chofer
porque la Parca no traía un peso,
así siguió su quehacer
y se fue para el Congreso.
Allí encontró un diputado
con muy mala salud,
a lo que ella habrá pensado
“con éste me hago la cruz”.
Se fue entonces contra él,
como la migra al brasero,
mas no le fue nada bien,
porque el “patrón” tenía fuero.
Vio que ya era por demás,
y regresó sollozante,
con una mano por detrás
y la otra, por delante.
Autor: Miguel Ángel Catillo Silva