Con la determinación de las fuerzas políticas en la UAZ se logró que, por fin, el Consejo Universitario se reuniera y tomara algunas decisiones para enfilar soluciones a la crisis actual de la institución. Se formó una Comisión que tuvo la misión de hacer un ejercicio diagnóstico y una serie de propuestas en el orden académico, administrativo y financiero; dichas propuestas una vez que sean avaladas por la máxima autoridad colegiada, se deberán convertir en compromisos que el Rector presentará para la negociación con las autoridades federales y estatales para conseguir mayores recursos que alivien la apretada situación económica universitaria. Los compromisos que se dejan ver en el Documento de la Comisión, van desde elaborar sus presupuestos con base en programas y resultados, reconfigurar la oferta educativa de acuerdo con las exigencias de la economía zacatecana, generar procesos de vinculación para impactar en la innovación para el desarrollo del estado, etcétera, pero todo parece confluir en un tema central: activar la planeación en serio y con la participación de los cuerpos académicos, las academias, los consejos de unidad, los estudiantes y la propia sociedad zacatecana. Lo cual significa que el problema central que ahí se expone es la carencia de procesos de planeación y evaluación internos. Y planear significa transparentar toda la información, activar los órganos de discusión, promover la participación, decidir y también evaluar. En suma, superar la crisis institucional de la que tanto se habla como causa de todos los problemas.
Sin embargo, la presidencia colegiada del Consejo Universitario parece que no ha entendido esta exigencia. Después del trabajo loable de una comisión de académicos que trabajaron horas extras para elaborar el citado documento, esto es, sin descarga de sus compromisos académicos cumplieron con su misión a marchas forzadas, al pasar la estafeta a la presidencia del Consejo para que opere el análisis de las propuestas, todo se detiene. Ya pasó más de una semana y no ha ocurrido nada: todo detenido y no hay noticias de que tengan programada alguna oferta. Lo que observamos es que las fuerzas políticas organizadas (Frente de Universitarios y Grupo Plural), han empujado hacia las soluciones pero se topan con la estructura de la burocracia que todo lo empantana. Es extraño este escenario: grupos políticos que se fueron quedando fuera de la contextura de la autoridad formal, y una estructura de la burocracia compuesta por un conglomerado desarticulado de directores feudales. Los primeros han sido proactivos en los últimos meses y los segundos han ralentizado las decisiones. Y debido a esta circunstancia, los primeros han tomado como trinchera al Spauaz. Así las cosas, el recién emplazamiento a huelga para el 12 de noviembre, toma la función de ser un acicate para que las cosas se muevan en el propio Consejo Universitario, y empujar literalmente a las burocracias a formalizar decisiones estratégicas para la Máxima Casa de Estudios. Ya es tiempo de decisiones y drenar el pantano.
