■ El caso Ayotzinapa es un ejemplo claro de esta problemática, señala docente investigador
■ Teme que el Estado trate de sembrar duda y divisionismo ante los movimientos sociales recientes
La violencia criminal por parte de los grupos delictivos, así como la interpersonal, que se da al interior de las familias principalmente, acapara toda la atención mediática en la actualidad. Sin embargo, hay otros tipos de violencia que están “fuera de la óptica”, entre las que destacan la del Estado y la del capital.
Así lo expuso el docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Humberto Márquez Covarrubias, quien aseguró que un elemento importante que evidencia la violencia de Estado, que “ha estado presente siempre”, es el de las desapariciones forzadas.
En cuanto a las cifras, comentó que organizaciones civiles han expuesto que en México hay 22 mil hechos de este tipo; 12 mil 500 en los seis años de Felipe Calderón y 9 mil 700 con el actual gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto. De estos números se deriva, añadió, que con el actual Presidente se ha alcanzado 78 por ciento de las desapariciones forzadas que se dieron en todo el sexenio anterior.
Al abordar esta cuestión mencionó la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Guerrero, ya que “ilustra a las claras cómo se va desglosando esta violencia estatal” debido a los ataques que durante años han sufrido las normales rurales de todo el país y los cuales han buscado su desaparición.
Este proceso que, explicó, se inició con la llegada al poder del ala conservadora del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ahora se recrudeció con la denominada Reforma Educativa, sostuvo, pues con esta se abre la posibilidad de que cualquier profesionista pueda acceder a las plazas de maestros, lo que hace “casi irrelevante” la permanencia de estos centros educativos.
Ante el movimiento estudiantil y social que se ha generado en torno al caso, comentó que ahora el problema es que el Estado trate de inmiscuirse para “sembrar la duda” y promover el “divisionismo”. Por ello, agregó, el reto es “no sólo expresar la solidaridad con los desplazados, sino constituirse como un movimiento social estudiantil de largo aliento”.
De esta forma habló el académico durante su conferencia magistral México en el despeñadero: violencia, inseguridad humana y necesidad de otro desarrollo, con la que dio inicio el 37 Encuentro de la Red Nacional de Investigación Urbana (RNIU) 2014 Seguridad humana y desarrollo en las ciudades, organizado por la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo.
La violencia “sistémica” del Estado Mexicano se refleja en diversos ámbitos y acciones que realizan las autoridades, agregó Márquez Covarrubias. En este sentido, mencionó desde la aprobación de las reformas “llamadas estructurales que están legitimando el despojo de los bienes de la nación y de los bienes comunes” hasta la militarización del sector de la seguridad y la instrumentación de políticas que criminalizan a sectores poblacionales como los “jóvenes pobres”.
También abordó la cuestión de la violencia del capital, es decir, proveniente de las políticas económicas que se basan en la defensa de atraer inversiones extranjeras para generar empleos y mejorar la calidad de los trabajos.
Al respecto, comentó que las cifras no avalan ese enfoque gubernamental. Por ejemplo, destacó la mala posición que ocupa el salario mínimo de México al interior de los países que conforman la Organización de Estados para la Cooperación Económica (OCDE).
Dentro de este tipo de violencia, el docente investigador señaló que se encuentra la del “capital criminal” en torno a la cual, de acuerdo a estudios sobre el tema, puntualizó que en México casi 500 mil personas se dedican a alguna actividad vinculada con el narcotráfico, lo cual añadió que es tres veces más que el personal de Petróleos Mexicanos (Pemex).
