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viernes, 29 marzo, 2024
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Una mirada económica del panorama social en México

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Por: CAROLINA HERNÁNDEZ CALVARIO • JOSÉ SILVA CRUZ •

Hoy que nuestro país se estremece por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos parecería que los economistas no tenemos nada que decir que no sea lamentar y condenar lo ocurrido, pero no es así. La economía, como ciencia social, no se limita  a los manuales de microeconomía y macroeconomía que sólo tratan temas de optimización; su campo se extiende más allá, abarca el entendimiento del origen y la distribución de la riqueza material, circunscrita en un contexto de clases sociales, del Estado y sus instituciones. Este enfoque de la economía, que tiene por base lo teorizado por Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, y fue desarrollado por el pensamiento heterodoxo en el marxismo, en el institucionalismo (norteamericano), en el estructuralismo (latinoamericano) y el regulacionismo (francés) –por mencionar algunos-, permite entender fenómenos que, en apariencia, sólo correspondería tratar a la ciencia política y a la sociología.

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Como ejemplo de esto, nos remitimos a la ideas del economista alemán André Gunder Frank, teórico que coqueteó con el marxismo latinoamericano en busca de una interpretación al subdesarrollo y la pobreza en los “países en vías de desarrollo” así llamados por parte de los teóricos de la economía ortodoxa. En un texto publicado en el año1974 por editorial Era, este autor trata un concepto que resulta de suma pertinencia para explicar lo que hoy en día acontece en México: lumpenburguesía, que se entiende como la clase que se desarrolla como instrumento de la industria y el comercio extranjero para proteger los intereses de éstos. Es decir como la poseedora de un profundo interés por mantener a la población en el estado (o más bien proceso) de miserable atraso, que es aprovechado por  el sector extranjero acrecentar sus ganancias y que el autor llama lumpendesarrollo.

Este concepto encuentra su importancia al reconocer que existen las clases sociales y que estas tienen sus propias necesidades e intenciones. Y que en un contexto como el actual en México, no resulta raro pensar que el Gobierno no representa los intereses de toda la población, sino sólo de aquellas que se ven beneficiadas; es decir, ni siquiera una clase social como lo es la burguesía mexicana, sino sólo una fracción de esta clase. Es por ello que en el plano nacional, las contradicciones se agudizan. Desde el lado de la clase trabajadora, por el creciente grado de explotación que padece, y desde el lado de los empresarios, por la acelerada desarticulación de los diversos sectores de la economía nacional, cuyo sector “moderno” ha pasado a ser una sucursal de las grandes empresas trasnacionales, situación que nos lleva a recordar aquellos famosos “enclaves” de antaño.

En este sentido, la lumpenburguesía mexicana ha sido la gran beneficiada de la integración del capitalismo mexicano al norteamericano, desde los primeros años de la década de los 80. Y el lumpendesarrollo se expresa en una mediocre tasa de crecimiento de la economía mexicana que ronda el 2 por ciento promedio anual en el periodo de 1980-2013. Trayendo como consecuencia la profunda pauperización de la clase obrera mexicana que ha visto disminuir su salario mínimo en más de 80 por ciento, amén de la inestabilidad presente en los empleos, la precarización de los puestos de trabajo y la reducción de los beneficios sociales.

En razón de lo anterior, podemos decir que en México no existen dos México, ni una falta de proyecto de nación. Al contrario, existe una nación y un proyecto, pero éste no contempla a la clase trabajadora más halla de explotar su fuerza de trabajo. En este sentido, la miseria de 80 millones de mexicanos es la riqueza de unas cuantas familias. La descomposición social y el incremento exponencial de la delincuencia organizada, son resultados del proyecto neoliberal, del lumpendesarrollo. Por lo tanto, los empresarios, políticos y delincuentes que viven de dicho modelo son sus principales beneficiarios y defensores.

Ante este panorama de crisis, no resulta descabellado pensar que el gobierno se valga del sector militar para contener los brotes de descontento social. Por ello debemos entender que lo sucedido con los normalistas no es un momento de excepción, sino que se convierte en la regla en un país en donde el abuso y la injusticia económica y política son la condición para el enriquecimiento de unos cuantos. ■

 

Referencias:

Gunder Frank, André. 1974. Lumpenburguesía: lumpendesarrollo. Era, México.

 

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