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jueves, 28 marzo, 2024
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La seguridad y los círculos del infierno

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte • Admin •

Los policías son como los meseros del sistema de justicia: son el contacto permanente con las víctimas (y con los victimarios). Si vamos a un restaurante y el mesero atiende mal, todo el servicio se echa a perder. El punto de contacto inmediato entre el sistema de justicia y la ciudadanía es esencial. Y de los indicadores que hay sobre seguridad (como de impacto o de procesos) los relativos a la percepción son los más importantes, porque la percepción determina el nivel de confianza y el tipo de relación que se establece entre los cuerpos de seguridad con la población. Si no hay confianza significa que hay una enorme distancia entre estos. El alejamiento de la policía es muy grave porque indica que no responde a los intereses de la ciudadanía, que tiene una vida alejada de quien se supone debe servir. Justo por ello, es que surge el modelo de las policías de proximidad, y su objetivo central es crear o reconstruir la confianza entre la gente, porque es el medio estratégico para que esta policía haga su trabajo, porque le permite organizar a los vecinos de diversos barrios para la protección de su integridad. Es decir, sin confianza no hay posibilidad de emprender formas de protección que impliquen la articulación de los ciudadanos en alguna estrategia de la llamada “seguridad ciudadana”.

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Por otra parte, entre más se alejan los cuerpos policiacos de la gente, más próximos estarán de la delincuencia. De hecho, la delincuencia así como necesita oscuridad en sus acciones, requiere la desarticulación o vacío social para poder operar; esto es, si la población no tiene confianza en la policía, ello impedirá la articulación necesaria para crear corazas de protección; luego entonces, la falta de confianza se convierte en un factor que refuerza el poder de la delincuencia. Es como un poder que se alimenta de vacíos: entre más disgregación más poderosa es la mancha del mal. Una espiral: mayor corrupción de los policías, genera más desconfianza, y la desconfianza los aleja de la ciudadanía que los hace más susceptible a las fuerzas corruptoras. Y el círculo vuelve a dar vuelta y crece como Caribdis.

En suma, los estudios sobre percepción indican más cosas que sólo la falta de seguridad, también manifiesta los motivos. Y con tanto estudio, ¿qué se hace?, ¿se cambia la estrategia acaso? En lo absoluto. ¿Por qué no desaparecer en forma ráfaga las policías municipales más dudosas y ya en punto cero, reconstruir los cuerpos de seguridad? ¡Y tantas medidas que hay propuestas! Como están las cosas, se requiere de maniobras radicales (a la raíz), pero no se han emprendido ni siquiera reformas significativas a la estrategia del sexenio pasado. Esperemos que con toda la presión internacional de los últimos días, se desencadene el apremio de cambios en este rubro de la acción del Estado; de lo contrario, seguiremos recorriendo los círculos del infierno.

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