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jueves, 28 marzo, 2024
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El ánimo del 68, ante los tiempos por venir

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte • Admin •

Vivimos nuevos tiempos autoritarios: en Puebla se promueve  una ley que permite a la policía disparar sobre manifestantes; en Sinaloa se intenta una norma que limita el trabajo de los medios de comunicación en las áreas de seguridad; en Sonora el gobernador encarcela al líder de los Yaquis que reclaman sus derechos patrimoniales; en Guerrero hace días los policías municipales disparan contra los estudiantes normalistas matando a varios jóvenes. Esta es una muestra de sur a norte del país, y de gobiernos de  todos los partidos  (PRI, PAN y PRD). Sin contar los intentos de restringir la libertad de Internet, la de libre manifestación (en Zacatecas se debe pedir permiso para manifestarse), y los innumerables ejemplos de la resistencia de la clase política de abrir el proceso democrático a la participación de la sociedad civil en sus bloqueos sistemáticos a las candidaturas independientes, la consulta popular y la revocación de mandato.

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Este tono represivo que mostramos, es consecuencia del sostenido alejamiento de una clase de políticos que se reparten el poder del Estado y ven los movimientos de la sociedad como una amenaza; que además, le imponen  decisiones estratégicas que esta última reprueba mayoritariamente.

Por otro lado, observamos rebrotes de inconformidad de los jóvenes concentrados en la actividad estudiantil: de la Ibero (privada) nace el #Yosoy132 y se extiende a las públicas, ahora los politécnicos y la persistencia de lucha por sobrevivir de los normalistas rurales. Movimientos que indican el final de la llamada Generación X, y el inicio de una generación más preocupada por lo público y la justicia en este ámbito. ¿El signo del 68 en el horizonte?: un Estado autoritario frente a una generación de jóvenes con imaginarios libertarios.

Si la historia fuera una espiral, al inicio de los 80 nos alejamos del perfil de una sociedad participativa y movilizada y nos dirigimos a la derechización de la misma, con la sustitución de los ideales de los jóvenes en los 90 centrados en la seguridad individual, el escepticismo y el confort inmediato. Pero al final de la primera década de este siglo parece que la orientación empieza a girar y se dirige a valores que apuestan por la reivindicación de los derechos culturales y la exigencia de una democracia que rebase la superficialidad de la mera representación política. Como no hablamos de tiempos de corta duración, por ello nos referimos a síntomas o signos de lo que se observa venir. Es notorio que en el ámbito político ningún partido de izquierda ha logrado la simpatía del brote de los jóvenes emergentes: la profunda mediocridad de todos estos partidos  y sus prácticas antidemocráticas, han ganado por el contrario, el desprecio de los jóvenes. Lo cual significa que no existe una voz coincidente con los jóvenes en el sistema de partidos. Así las cosas, la moza organización se puede expresar con rostro anarquista. No podemos saber el futuro, ni siquiera el inmediato, porque la lechuza de Minerva empieza su vuelo en el crepúsculo; sin embargo, podemos palpar signos de sol en medio de los actuales tiempos inhóspitos.

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