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jueves, 28 marzo, 2024
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Salud: de caminos malos a peores

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte • Admin •

En las últimas semanas se han difundido múltiples casos donde la calidad de la atención en las instituciones de salud ha sido escandalosamente deficiente. Desde personas que no son atendidas habiendo sido ingresadas en el espacio hospitalario, hasta personas a las que  programan sus citas hasta 4 meses adelante, los casos de desabasto de medicamentos que provocan gastos importantes por parte del paciente, la cobertura limitada de servicios que no incluye los tratamientos más costosos, y la deficiencia crónica de personal, que es causa de mala calidad de la atención así como da la franca desatención. Con tantos casos en las notas del día, nos obligamos a observar el sistema mismo de salud del país y las particularidades de la entidad.

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Lo primero que vemos es que el sistema de salud está muy lejos de constituir una unidad, por el contrario, está internamente fragmentado, y la diferencia de atención y costos de los diferentes subsistemas generan una situación de altísima inequidad: el costo de un derechohabiente de Pemex, respecto a un usuario de IMSS-Oportunidades (que está por cambiar nombre), no tiene punto de comparación. Así mismo todas las personas que son parte de la informalidad laboral, padecen no sólo la ausencia de previsión, sino de un servicio de salud accesible y de calidad.

La pésima calidad en algunos casos y la incertidumbre generalizada sobre el tipo de atención a recibir, hacen que las personas que pueden hacer algunos gastos extra, migren a la atención privada; la cual, cuando se carece de un seguro de gastos médicos mayores, es muy cara, al grado que puede ser motivo de vulneración del patrimonio de las referidas familias. El servicio privado atiende al 10 por ciento de la población, pero acumula el 48 por ciento del gasto en salud, lo que contrasta con el otro extremo de la gente que se atiende en los servicios sin seguridad social, que atiende al 40 por ciento de la población con el 15 por ciento del gasto. Este par de proporciones nos da una idea de la situación de profunda injusticia en la que navegan los servicios de salud en este país.  Pero también de los límites de atención que la propia medicina privada tiene. Así que los aumentos que se han tenido en los últimos años en el ramo 12 y 33 resulta aún insuficiente, si no se resuelve la fragmentación interna del sistema y se avanza a la vieja exigencia de lograr un servicio de calidad, único y universal de salud para los mexicanos. Pero parece muy difícil lograr este avance si no se resuelve también el déficit crónico y las enormes diferencias en la seguridad social. Las dificultades para progresar en un sistema universal parecen un nudo gordiano; y por el contrario, parece más factible que se avance en la apertura de las brechas en los servicios, por la entrada de consorcios extranjeros en el negocio de la salud en el país.

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