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viernes, 19 abril, 2024
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‎Ofrece Tomas Pollán la visión descarnada de la sociedad del Leviatán de Hobbes‎

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Por: ALMA RÍOS •

Tomas Pollán García, filósofo, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, ofreció los días 17 y 18 de septiembre en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, la conferencia El círculo de la recta, que en su segunda parte abordó la obra emblemática de Thomas Hobbes, El Leviatán.‎

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Pollán García destacó su elección de esta obra por la visión descarnada que Hobbes ofrece de la realidad social,  a partir de trasladar el método científico inaugurado por Galileo Galilei a la práctica de la política moderna y sintetizar su experiencia reciente en la guerra civil inglesa.

‎De esta manera, Hobbes propuso en su Leviatán una equivalencia de la fuerza física que origina el movimiento con el poder de la política.

La máquina aparece como un modelo universal aplicable también al ser humano al que considera un «autómata» con capacidad de autorregulación. Y como los cuerpos físicos, sometido al principio de inercia que traduce Hobbes como el intento de perpetuar su movimiento, esto es, dar continuidad a su vida, en su caso a partir de pasiones y aversiones.

‎Los hombres son «deseantes» que van de la obtención de un poder a otro. Todo con el fin de continuar su movimiento.

Esto genera una necesidad de acumular poder, en tanto que poseerlo y acapararlo resuelve que el propio movimiento no se vea obstaculizado por la misma acción ejercida por otros.

Pollán García dijo que Hobbes encontró, sin embargo, diferencias entre los hombres que derivan tanto de sus pasiones como de la educación que reciben, «el deseo de poder no esta repartido por igual».

Lo que iguala a los hombres en la concepción de este pensador del siglo 17 es la capacidad de matar. En este sentido, hasta el más débil que se sienta obstaculizado en su obtención de poderes tiene esta opción ante otro más fuerte, lo que a la postre deriva en el «deslizamiento hacia el estado de guerra de todos contra todos».

Del reconocimiento de que no se puede vivir a la defensiva todo el tiempo, surge gracias a la capacidad de este «autómata» de ponderar y calcular, esto es de anticiparse a la posibilidad de que «otro me mate», la necesidad de ceder su poder a un soberano, una renuncia que sólo es racional si el poder de este sustituye al mío y disuade de ejercerlo al de otros.

 

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