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viernes, 19 abril, 2024
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Soy un hombre del montón, aprendiz de santo de madera: Nicanor Parra

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Por: La Jornada •

I). El hombre, la obra, los sueños.
–¿Nombre?: Nicanor Parra Sandoval.
–¿Apodo?: El Tito o El Cristo de Elqui.
–¿Lugar y fecha de nacimiento?: Chillán, Chile, el 5 de septiembre de 1914.
–¿Estado civil?: Superado.
–¿Hijos?: seis; nietos, bisnietos, serie abierta.
–¿Estudios?: Física, matemáticas, cosmología.
–¿Oficio?: Antipoeta.
–¿Libros publicados?: Cancionero sin nombre, Poemas y antipoemas, La chueca larga, Versos de salón, Canciones rusas, Obra gruesa, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui y Hojas de Parra.
–¿Marxista?: No, ateo.
-¿Señas particulares?: “De estatura mediana,/ Con una voz ni delgada ni gruesa,/ Hijo mayor de profesor primario/ Y de una modista de trastienda;/ Flaco de nacimiento/ Aunque devoto de la buena mesa;/ De mejillas escuálidas/ Y más bien abundantes orejas/ Con un rostro cuadrado en el que los ojos se abren apenas/ Y una nariz de boxeador mulato/ Baja a la boca de ídolo azteca/–Todo esto bañado/ Por una luz entre irónica y pérfida–/ Ni muy listo ni tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y de aceite de comer/ Un embutido de ¡ángel y bestia!”.
–¿Gustos, intereses, obsesiones?: “Me defino como un hombre razonable/ No como profesor iluminado/ Ni como vate que lo sabe todo./ Claro que a veces me sorprendo jugando/ El papel de galán incandescente/ (Porque no soy un santo de madera)/ Pero no me defino como tal./ Soy un modesto padre de familia/ Un fierabrás que paga sus impuestos./ Ni Nerón ni Calígula:/ Un sacristán/ un hombre del montón/ Un aprendiz de santo de madera”.
Juan Rulfo, un hombre de la tierra
II). Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Tarde de jueves. El antipoeta pisa por tercera vez suelo mexicano. Hace escala de unas horas antes de partir a Guadalajara, donde hoy recibe el Primer Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en el acto inaugural de la V Feria Internacional del Libro.
Conversa: “De este premio lo más importante para mí es el conocimiento en profundidad de la obra de Rulfo. Yo conocía someramente su obra, no lo conocía a fondo. Después del premio, me pareció que lo menos que podía yo hacer era leerlo en forma y estudiarlo. Estoy perplejo. No entiendo cómo es posible que ocurra un fenómeno tan absurdo: que un escritor a mi edad, tengo 77 años, no conozca a Rulfo a fondo. Es una experiencia poco menos que traumática. Después de leerlo he tenido que repensar todo de nuevo. No tenía la menor idea de que yo estaba en el arte poético que es el arte poético de los cara pálida, de la convención grecolatina que liga a América a través de su nacimiento y que es el arte del bien decir. Rulfo está bastante antes de este tipo de convenciones. Rulfo practica una literatura…, bueno la palabra es bastante fea… Su trabajo es el trabajo de un hombre de la tierra, eso es lo que a mí me llama la atención y me interesa. El es uno de los primeros aportes a un planteamiento cultural autóctono. Hay una palabra que está un poco desprestigiada y que es mestizo. Acabo de leer un artículo de Rulfo que deja en tela de juicio esa palabra. Pero si dejamos a un lado esa crítica, habría que decir que un parentesco entre él y yo es que yo aspiro a manejar esos dos códigos que evidentemente el maneja a las mil maravillas. El código blanco y el código oscuro, que es lo que define a una cultura mestiza; la presencia, el uso simultáneo de dos códigos: el de los rostros pálidos y el otro mapuche, palabra aborigen chilena que quiere decir gente de la tierra. Si digo que Rulfo se ha revelado contra la convención grecolatina, estoy diciendo que se sitúa antes de esas convenciones culturales europeas. Yo estoy de entro de esas convenciones de las que he tratado de sacudirme pero no lo he logrado en la manera como lo logró Rulfo. Pero me quedan todavía algunos días de vida y la lección de Rulfo la estoy asimilando”.
¿Qué es un antipoeta?
III). Trámites migratorios. Papeleo. Prosigue la conversación. Un tema inevitablemente asociado a Nicanor Parra: la antipoesía. Ha escrito: “Qué es un antipoeta:/ ¿Un comerciante en urnas y ataúdes?/ ¿Un sacerdote que no cree en nada?/ ¿Un general que duda de sí mismo? ¿Un vagabundo que se ríe de todo/ Hasta de la vejez y la muerte?/ ¿Un interlocutor de mal carácter?/ ¿Un bailarín al borde del abismo?/ ¿Un narciso que ama a todo el mundo?/ ¿Un bromista sangriento deliberadamente miserable?/ ¿Un poeta que duerme en una silla?/ ¿Un alquimista de los tiempos modernos?/ ¿Un revolucionario de bolsillo?/ ¿Un pequeño burgués?/ ¿Un charlatán?/ ¿Un dios?/ ¿Un inocente?/ ¿Un aldeano de Santiago de Chile?/ Subraye la frase que considere correcta”.
Dejémosle la respuesta a José Manuel Ibáñez Langlois, prologuista de una antología del antipoeta, publicada por Seix Barral en 1972: “Antipoemas han existido siempre en la historia de la poesía. Y también antiantipoemas, y así sucesivamente. La vida interna de la poesía está hecha de tales opciones. El término general puede designar, entonces, toda reacción poética contra el cansancio, la rutina verbal, la tipificación del sentimiento, las formas recibidas y ya inertes del lenguaje y la vivencia”. Pues bien –añade Ibáñez: “el antipoema de Parra no es la serena y apolínea creación que se produce en una cumbre de equilibrio de la forma verbal y la experiencia humana. Es la poesía de una época no apta para tales triunfos, clasicismos y armonías, porque en ella se extingue el brillo de la divinidad en el mundo. Y cabe repetir con Holderlin: ¿…y para qué ser poeta en tiempos de penuria? El antipoema es una respuesta posible: una palabra que ya no puede cantar a la naturaleza ni celebrar al hombre ni glorificar a Dios o a los dioses, porque todo se le hha vuelto problemático, comenzando por el lenguaje…
“…El antipoema se llama así con propiedad, pues sólo subsiste en una relación dialéctica con el otro poema, del que secretamente te nutre. ¿Cómo sería posible esta obra, sin las graves experiencias que viene a corroer, sin las grandes palabras que viene a problematizar?”
La destrucción ecológica, más grave que la mala distribución de la riqueza
IV). La tierra. La ecología. La lucha por la sobrevivencia. Dice Nicanor Parra: “Yo practico una poesía de crítica social pero no desde un punto de vista marxista. Lo que he hecho es reemplazar la bandera roja por la verde. Para decirlo en términos muy sintéticos: hay que incorporar la bandera ecológica a toda consideración y a toda acción. El problema de la distribución de la riqueza, que era el más grave en una época, ahora resulta pálido en comparación con el problema de la sobrevivencia. Para orientarme mejor en este terreno, recordaré la verbalización que en 1978 hicieron los ecologistas españoles que se reunieron en un pueblo del sur de España. Después de mucho discutir, se pusieron de acuerdo en el siguiente texto: ’Entendemos por ecologismo un movimiento socioeconómico basado en la idea de armonía de la especie humana con su medio y que lucha por una vida lúdica, creativa, igualitaria, pluralista, libre de explotación y basada en la comunicación y colaboración de las personas”.
Subraya su preocupación: “Me considero en lucha por la sobrevivencia. Es el individualismo el que ha llevado el planeta a la situación actual. Ese individualismo se llama consumismo, que eufemísticamense te llama economía de mercado o lo que en nuestra lejana juventud llamábamos capitalismo. Pero cuando digo capitalismo, no estoy salvando al socialismo real. He estudiado a fondo esos temas y puedo decir que los problemas ecológicos del socialismo real son tan graves o más que en el capitalismo. El capitalismo y el socialismo tal como los conocemos en la práctica son igualmente depredadores. Son dos hermanos siameses unidos por la espalda”.
En López Velarde, los gérmenes de la antipoesía
V). Antes de concluir la plática, Nicanor Parra manifiesta su admiración por Ramón López Velarde. Gratitud y homenaje: “Creo que mi antipoesía no hubiera sido posible sin López Velarde. En su ironía modernista y el coloquialismos están los gérmenes de la antipoesía. Es una de las razones por las que no puedo disimular mi inclinación por él”.
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