- Historia y poder
De muchos es sabido que en nuestra tierra zacatecana han nacido los hombres y mujeres más singulares en el firmamento nacional y no sólo de las estrellas, sino en los campos fecundos de las letras, la pintura, las armas, la dinámica mundial de la ingeniería y astrónomos y embajadores y gente de toda calaña que le dio vida y fama a nuestro muy querido Zacatecas universal.
Pero sin duda alguna don Antonio Aguilar Márquez Barraza fue quien merecidamente se ganó el gran cariño tan natural de los pueblos sin fronteras, y muy especialmente de los que en esta tierra entonaron sus canciones y personajes que le dieron el porte de un hombre muy valiente y lleno de sinceridades por cantar bien y seguro y solidario con los muy siempre desposeídos y explotados en el suelo zacatecano.
Las pasiones que se encuentran en cada tono que armonizó en lo que le dolía y batallaba, don Antonio encontró la más singular de las historias al ser hijo de campesinos que durante siglos sirvieron a los amos y quisieron ser algo más que los vasallos a los que al principio nadie daba un peso, aunque si se lo ganaron con legitimidad y orgullo y más adelante la confianza de ser hombres y mujeres verdaderos para ayudar a los demás, proteger a las familias, nunca soslayar las arremetidas de la naturaleza en la sequía, las hambrunas, las guerras civiles y las epidemias tan acostumbrados muy especialmente los zacatecanos a través de los siglos.
De ahí y más allá viene, vino y se fue don Antonio Aguilar y se quedó para siempre en la memoria de quien nunca olvidó los orígenes que en el camino de su vida y su destino, logró dar paz y fuerza y enseñanza de que se podía salir adelante sin pedirle nada a nadie, llevar el orgullo y el estandarte zacatecano y mexicano con mucho valor por el mundo entero, fuera del charro enamorado sino el charro que hace justicia y la reinventa y la sigue ofreciendo aun después de fallecido.
Nunca antes el pueblo zacatecano se volcó con tanta pasión y duelo en sus calles populosas como en el desfile fúnebre de un Antonio Aguilar tan lleno de historias, de esas que siguen en la permanente vía de los abrazos y los brazos de un pueblo que lo quiere, lo recuerda y le sigue en su hermosa voz que cautivó y nos sigue cautivando. ■
