■ La cinta retrata a profundidad lo que de la música se puede construir en una comunidad
■ El trabajo devela el fenómeno de la migración y la ruptura de las costumbres
Hubo ciertas emociones en la pasada presentación de Martes de documental y cine de ficción que de entrada se expresaron en un gusto de haber visto proyectado el documental Los soneros de Tesechoacán, dirigido por Inti Cordera.
Este documental retrata a profundidad y con un fino toque lo que de la música se puede construir en una comunidad, enseña que basta entregar el corazón en notas sencillas y bailes milenarios para crear y sostener un hogar, más allá de la familia.
Los asistentes opinaron que realmente a muchas personas no les gusta el son jarocho o no saben realmente cómo se toca o cómo se baila,“me gusta mucho el folklor, sobre todo de mi tierra Zacatecas, porque nuestro estado está regionalizado, es muy diferente al sur y al norte, opinó uno de los asistentes “me gustó que este documental muestra que la gente vive de otra manera con costumbres que son muy diferentes a las nuestras, las tradiciones deben conservarse a través de la gente, si a los que les corresponde no lo hacen, se pierden”.
Para otros la cinta devela una realidad constante de nuestro país, la migración, “muestra una ruptura en las tradiciones, que éstas se pierden porque los jóvenes migran y ya no les interesan”, comentó un espectador y alguien más retomó su comentario para decir que como contraste la historia que uno de los personajes relata es que valoró el son jarocho después de que estuvo mucho tiempo fuera de su tierra, “es interesante que la iniciativa viene de fuera”, apuntó.
Alguien más se dijo emocionado por una frase de El pariente, músico veracruzano, que decía que él había sembrado ya sus arbolitos y por ello moriría feliz, refiriéndose a que había logrado transmitir el gusto por la música y el baile a los niños de su comunidad, “aquí todos somos muy celosos de lo que tenemos, y me pareció genial que este cortometraje retome que los niños quieren aprender de esas tradiciones, y que también te hace agarrar un poco de ese sabor veracruzano”, dijo.
“La música como tal es para crearla al momento, el momento de decir que los antiguos son los narradores de sus entornos”, comentó otra persona al recordar sus encuentros con estudiantes veracruzanos que tocaban la jarana y con ella transmitían la alegría de la música, agregó también que así como algunos “han hecho del son jarocho una identidad nacional, en nuestra tierra –Zacatecas- tenemos también el jarabe, que por mucho tiempo estuvo muerto… parece que en un punto el sonido y la música de los mexicanos se paró”, comentó.
Así concluyó el ciclo de música en los Martes de documental, para comenzar el siguiente en septiembre con el tema de Realidades mexicanas, que comenzará con la proyección de un documental mexicano que deposita con gran realismo las vivencias de aquellos migrantes centroamericanos que para alcanzar “el sueño americano” atraviesan la tierra mexicana.
