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jueves, 28 marzo, 2024
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¿Cómo se prioriza el gasto público?

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte • Admin •

Mediante el gasto público el Estado tiene la posibilidad de contribuir al desarrollo equitativo, lo cual significa que con este instrumento se puede maniobrar para disminuir la desigualdad redistribuyendo el ingreso de manera que se equilibren las oportunidades incluyendo a la población que no las tiene. Un gasto público orientado hacia la equidad tiene marcada prioridad por las funciones sociales de salud, educación, combate a la pobreza y servicios básicos. Por ello es importante observar cuánto del gasto público se convierte en gasto social; y de este último cuánto impacta en la población y cuánto se queda en las redes intermedias de la burocracia.

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La persistente desigualdad en México es el indicador preclaro de que el instrumento del gasto público en su vertiente social no se ha usado correctamente; tiene un uso viciado por la llamada Trampa de la Desigualdad: una parte importante del gasto se orienta hacia los sectores de la población con altos ingresos (regresión: 60 por ciento del gasto público se concentra en la población de mayores ingresos, y 40 por ciento de la población pobre está fuera incluso del programa Oportunidades), y también es capturado por la propia clase política en la consecución de sus intereses coyunturales.

Las fugas del gasto en obras que tienen como finalidad el beneficio político de los grupos en el poder son muy altas y difíciles de cuantificar, porque en la estructura del gasto aparecen como gasto social, obra pública y apoyos a la cultura o eventos especiales. Es decir, es un gasto-con-camuflaje, incluido en los rubros de gasto social, por tanto no se percibe si se analizan sólo los listados del destino que presentan los instrumentos contables que se exhiben en los anexos de los informes o los documentos de asignación presupuestal; se localizan únicamente en el momento de la implementación o ejercicio concreto del mismo. Es ahí donde aparece esta parte de la trampa de la desigualdad que arriba señalamos, porque sus resultados son funestos: se observan gastos enormes en eventos fugaces o en obras políticas, pero al mismo tiempo constatamos colonias periféricas sin agua, escuelas sin baños o sin biblioteca, alumnos rechazados de la educación superior, hospitales sin instrumental o comunidades incomunicadas. Desde los indecentes ingresos de los mandos superiores y la programación de obras absolutamente secundarias, que le quitan el pan de la boca a la necesidad social.

El ejercicio de este gasto-camuflaje no-prioritario es parte de la trampa que mantiene a la población en permanente carencia. Este gasto no se contabiliza completamente, porque para ello se requeriría una estructura de la rendición de cuentas que incluyera el control social de los recursos, lo cual es ahora mismo inexistente. Y mientras no se cuente con formas avanzadas de control social del gasto, la persistencia de la desigualdad seguirá quitándole la oportunidad a los niños de tener escuelas dignas mientras la clase política gasta el dinero en cosas que sólo a ellos les interesan, justificándolas haciendo resonar en los medios  su monólogo autista.

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