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viernes, 19 abril, 2024
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Las pandillas en Chicago: “hasta un niño de 10 años tiene arma”

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Por: Dpa •

Chicago. No pasa una noche sin que se escuchen disparos en Chicago. Las bandas han tomado el control de esta ciudad estadunidense donde hasta los niños son reclutados como miembros.

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“Sólo disparan contra las personas a las que apuntan”, asegura Octavius, de 18 años, quien está convencido de que los visitantes pueden moverse por su barrio en South Side sin tener que toparse con la muerte. Sólo se mata a los miembros de las pandillas enemigas, los que se atreven a entrar en West Englewood, asegura. “Actúan como locos, pues están enfrentados”.

Con 440 asesinatos el año pasado, Chicago se ha convertido en la capital de la muerte en Estados Unidos, liderando así las estadística de crímenes del FBI, al menos en cifras absolutas.

En lo que va del año ya se han registrado 207 asesinatos, y es que desde 1985 esta enorme urbe a orillas del lago Michigan no se apea del triste podio de las tres ciudades con más asesinatos del país. Tan sólo en el fin de semana del 4 de julio, fiesta en todo el país, hubo 82 tiroteos con 16 muertos.

La frecuencia de los tiroteos ha llevado a que el diario local Chicago Tribune se limite a enumerarlos uno tras otro. Tan sólo se informa con un poco de profundidad si se trata de algún caso excepcional, como cuando a mediados de julio murió un niño de 11 años tras ser alcanzado por una bala. No siempre es responsabilidad de las grandes pandillas, pero su estilo de vida prolifera: en 2012 la policía contabilizó más de 600 bandas escindidas con 70 mil integrantes. Frente a ellos 11 mil 700 policías.

North Side, West Side, South Side: los barrios problemáticos han ido creciendo a forma de cinturón alrededor del centro acomodado de la ciudad de los rascacielos, donde grandes empresas como Boeing o la cadena hotelera Hyatt tienen su sede.

Aquello es un verdadero “desierto”, un triste páramo en el que se puede ver por ejemplo a un adulto un martes a las 14:00 horas sentado en su porche en camiseta interior y tomando ginebra. La mala hierba prolifera delante de las casas abandonadas, cuyas puertas y ventanas han sido tapadas con listones de madera. Niños semidesnudos juegan en medio del calor veraniego en las aceras durante sus vacaciones escolares.

Las imágenes de ex presos armados y tatuados, que defienden el barrio por la noche en pequeñas guerras, está estrechamente ligada a la pobreza en los sectores de la periferia de Chicago. El desempleo se sitúa en el 8.4 por ciento, por encima de la media nacional y para cualquier padre o hijo cualquier dólar ganado fácilmente en la esquina es mejor que estar en cualquier supermercado empaquetando la compra de otros en bolsas. La banda de Octavius, la influyente “Traveling Vice Lords” (TVR), llegó a ganar con la venta de crack y heroína en West Side entre 3 mil  y 6 mil dólares en algunos días.

“Cuando tu padre no está, no hay ningún referente. Tu madre intenta salir adelante como apenas puede y ves a esos tipos en tu edificio, que forman parte de una pandilla, ganan dinero y viven bien”, señala Marshaun Bacon, que da conferencias en centros de secundaria sobre las alternativas a la delincuencia de las pandillas.

“Para un joven es una elección magnífica cuando cree que un hombre tiene que ser así y entiende que eso es el éxito”. El programa “Becoming A Man” (“Convertirse en hombre”) de la organización Youth Guidance intenta mostrar a los adolescentes que en la vida hay mucho más que dinero, fama y éxito.

Cada pandilla sigue sus propias reglas y sus normas de ingreso. “Roba a ese tipo de enfrente su celular o tira de la bicicleta a ese tipo”, señala Octavius como ejemplo de pequeñas tareas a cumplir antes del ingreso en la TVR. “Si lo haces bien, estarás con nosotros y serás de nuestra banda. Nosotros te colocaremos en una esquina y te daremos material para vender. Ganarás dinero y la gente sabrá quién eres”, agregó.

Y hasta los más jóvenes se ven atraídos a estas fechorías. Niños que no superan los nueve o diez años de edad y que quiere emular a su hermano o a su tío. Hay muchas pandillas de niños, comenta Khyria, de 16 años y que ha finalmente ha dado la espalda a la banda en la que estaba tras los insistentes ruegos de su familia.

“Hasta un niño de diez años lleva arma”, explicó Octavius. Stephen Gazaway también intenta ofrecer alternativas a los más jóvenes en un centro comunal en South Side y explica que “nueve de cada diez jóvenes no se sienten deseados ni queridos y salen a la calle y es ahí cuando se suceden los problemas”.

“Todos esos jóvenes merecerían una oportunidad”, dijo Marshaun Bacon, que recuerda bien la visita al presidente Barack Obama de su escuela. El año pasado los adolescentes fueron invitados a la Casa Blanca. Como recuerdo le regalaron una tarjeta para felicitarle por el día del padre. “Algunos de nuestros jóvenes nunca antes habían regalado una tarjeta en el día del padre”, señaló Bacon.

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