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viernes, 29 marzo, 2024
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Núcleo empresarial se opone al aumento del salario mínimo

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Por: RAQUEL OLLAQUINDIA • Araceli Rodarte •

■ A la fecha la fuerza de trabajo tiene desprotección política e indefensión económica, plantea

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■ Para que se dé un cambio real en cuanto a los sueldos es necesario un nuevo pacto social, enfatiza

Ante las declaraciones del presidente del Consejo Estatal de Desarrollo Económico de Zacatecas (CEDEZ), Manuel Fernando Sescosse, acerca de que el salario mínimo “está pasado de moda, (…) no existe”; el docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Arturo Burnes Ortiz, aseguró que “esta actitud del núcleo duro del empresariado en contra de que se abra un debate sobre este tema es casi por inercia”.

Y es que el académico de la Unidad Académica de Economía explicó que para que realmente pueda haber un cambio en cuanto al salario mínimo en el país, es necesario que se genere un nuevo pacto social, de forma que desaparezca la actual política al respecto, que favorece a la iniciativa privada.

En este sentido agregó que la política que rige a la fecha, y que se basa “en que la fuerza de trabajo tiene una especie de desprotección política e indefensión económica”, es “un modelo favorable a esa visión empresarial. (…) Es por eso que casi por inercia, genéticamente, se opondrían a este incremento del salario”.

Además, la posición de rechazo también radica en el temor de que, con este debate, “ellos saben que abriría quizá la puerta para que el debate se ampliara y se pusiera en su justa dimensión el gran costo social que ha tenido la política restrictiva propia del modelo neoliberal”.

Contrario a la visión empresarial que defiende que con un incremento al salario se dispararía la inflación, Burnes Ortiz explicó que lo que debe buscarse es un crecimiento paulatino para que sea viable.

De esta forma añadió que, aunque a corto plazo sí habría una tendencia a la inflación de los precios, finalmente un mejor salario se traduciría en un impulso al consumo, por lo que se dinamiza, “y entonces la economía de nuestro país tendría un proceso de despegue”.

El académico destacó la necesidad de actuar para aumentar los salarios de los mexicanos al exponer los datos que colocan a México como el país con un salario mínimo más bajo entre todos los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y que ubican el sueldo base en el país como el peor de América Latina, tan sólo después de Haití.

La cifra que se menciona como mínima para tener una vida digna y que alcanza los 171 pesos, proviene de los cálculos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que, según sostuvo el docente de la UAZ, incluye el recurso necesario para adquirir tanto los productos de la canasta básica como la denominada “canasta ampliada”, que engloba además de los alimentos, una serie de bienes y servicios.

Arturo Burnes Ortiz  ■ FOTO: LA JORNADA ZACATECAS

Mano de obra barata, nuestra mayor vergüenza

El docente investigador de la UAZ hizo un repaso histórico para explicar cuándo surgió la actual política en materia del salario mínimo.

Recordó que, a consecuencia de la Revolución, se vivió una etapa conocida como “el milagro mexicano”, en la que el salario mínimo era “remunerador” y además se tuvo un crecimiento sostenido de la economía nacional de 7 por ciento anual.

Sin embargo, a partir del año 1976 comenzó un “proceso de crisis generalizado”, que concluyó con el establecimiento del Pacto de Solidaridad, firmado el 15 de diciembre de 1987.

“Esto es el telón de fondo de todo”, expuso Burnes Ortiz, quien añadió que desde esa fecha “los salarios reales han sido siempre menores a la inflación, que entonces se come los raquíticos incrementos salariales que nunca deben ser, dice el organigrama económico, por encima de la inflación esperada para el siguiente año”.

Debido a estas condiciones, el investigador precisó que “ahora tenemos otra vez estabilidad, sí, pero sin desarrollo ni crecimiento, como sí era el caso del modelo anterior” al Pacto de Solidaridad; aunque ninguno de los dos sistemas “ha logrado resolver los grandes problemas estructurales de México”.

Como conclusión, tras recordar los hechos históricos y la situación actual favorable para el “núcleo duro del empresariado” que se opone al aumento del salario mínimo, Burnes Ortiz expuso que para que pudiera abrirse un debate en este ámbito, así como “para la transformación de un México nuevo, (…) no pueden decretarse (medidas) por ley, no puede ser producto de un decreto, pero sí construirse”.

Aseveró que, además, para lograr un verdadero crecimiento es necesario “dejar fuera la idea de las ventajas comparativas tradicionales que con ubicación, riqueza o recursos naturales y sobre todo, una abundante y barata fuerza de trabajo; porque sí es cierto que es nuestra mayor ventaja comparativa, pero también es nuestra mayor vergüenza”.

Y estas ventajas deben sustituirse, añadió, por la inversión en educación, investigación y capacitación, pero sobre todo ver a la población como el sujeto central del desarrollo y no “como objeto de explotación y manipulación”.

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