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miércoles, 24 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / Mujer rockera / ‘Tona’, de Picnik

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

“Todas las promesas de tu amor fallaron, todo lo vivido entre los dos, ahogado, no valió la pena ni un segundo, todo terminó…”

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Desde los antecesores de Juanones, Caguama o Lagañas, con su epónima rola llena de sarcasmo y humor negro La Gorda, para constituir una agrupación sui generis que destaca por la heterogeneidad de sus músicos y su manera de vivir el punk rock, Pablito y su compañera se la han rifado para mantener la armonía de una relación.

Tonaera una chica seria, tranquila, responsable, sociable y de muy buen carácter en su época estudiantil -no sé en qué momento la perdimos– y ¡vaya que se necesitaba carácter para transitar por esos rumbos de la secu donde estudió!, puro personaje del rol, malandros, cholos algunos, grafiteros o galanes otros y alguno que otro chilango que quería pasarse de lanza; en verdad, una cavidad plena de alternancia en la periferia de la zona conurbada, siempre oliendo a rocanrol, siempre inmersa en la alergia de una juventud ávida de la buena música, una música que se llevaba untada a los vestigios de un ser que nunca disfrutó a plenitud porque nadie se preocupó por llevar es a cultura a su gloriosa colonia.

De pronto, Tonacreció y apareció en el rol del rocanrol, bailando, cantando y gritando a los cuatro vientos, que estaban allí, ahora manifestando su inconformidad por medio de la nueva forma de entrarle al punk, con piezas más amorosas y rítmicas, con desamor y reclamos por un sentimiento total que redundara en grandes acciones y, órale, a darle con Picnik la nueva alternativa.

“El dolor que tú has causado no ha sanado… perdóname, pero esto no es amor…”

Uno de esos días de gloria, tocando en bares, concursos, plazas, plazuelas y foros alternativos, dieron a conocer un demo con nueve rolas, tituladas ¿Quiénes somos?, Equinoxio, Busco un ángel, Tocando la luna, Dame tu mano, Bonito, Equinoxio (inédita), mismas que pusieron a la consideración de la banda que asistió al octavo Día Estatal del Rock en homenaje al célebre Fernando Domínguez “El Racla”.

Pablito, encendiendo a la audiencia con sus energéticos riffs; Carlitos aporreaba acá, embelesado, los tambores con su característico estilo, que sincronizaba con los graves sonidos que «El Wally» le arrancaba al bajo, mientras «Jessu», en la armonía, hacía segunda a la enorme Tona, quien se estaba discutiendo con un cover sesentero que daba gusto, Bule bule, y órale, otra vez, Bule bule.

La nueva línea por la que atraviesa la senda del punk se apega más a las nuevas generaciones de seguidores del ritmo que un día marcaba la ruta, para limpiar al rock de los vicios en que había caído a raíz de la música disco a mediados de los setenta.

La banda ahora baila y canta melodías acá dulzonas, llegadoras, dolorosas y que, al calor de dos tres tragos, exacerban los sentidos a grado tal de seguir con los viejos cánones del rock setentero, uno de los cuales consistía en quebrar la guitarra a golpes en el suelo,  mientras, atónita, Tonaobservaba la escena, pero no había cuete, había que darle oportunidad a Pablito de explayarse.

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