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jueves, 28 marzo, 2024
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Un cronista venezolano con amor a Zacatecas

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Por: FERNANDO SANTACRUZ MORENO •

  • El Mirador de Heródoto

El Mirador de Heródoto de la semana anterior preparaba a los lectores para una segunda parte relacionada con la Memoria Histórica, a propósito de los cronistas mexicanos congregados en Zacatecas, en ella enviamos un saludos para todos ellos sin aclarar la causa por la que no podría hacerlo personalmente. Hoy comento para información de los lectores y los colegas de la Asociación de Cronistas Zacatecanos, quienes preguntaban al respecto, que tuve que atender una invitación a la 42 Convención de la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela (ANCOV), razón que me impedía compartir y abrevar de la experiencia de los cronistas de México.

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Hago un espacio antes de presentar la estructura de la propuesta para realizar el documento denominado Memoria Histórica, que, como una herramienta, se difunde entre los interesados en preservar los hechos del presente. La razón es compartir una experiencia que considero digna de reconocer.

Raúl Freytez Quiñones, cronista de la ciudad de San Felipe, capital de Yaracuy en la República Bolivariana de Venezuela, (a quien conocí en mi primera estancia en Venezuela, de paso para Maracaibo, en 2010), al término de los mensajes cibernéticos que me envía, invariablemente anota la expresión ¡Que viva Zacatecas! No recuerdo haberle agradecido esa atención en el entendido de saberla una alusión relacionada con mi origen o el lugar del buzón en donde se reciben tales misivas, probablemente alguna vez contesté su peculiar alocución con la correspondiente, de ¡Arriba Yaracuy! Nada más.

Al atender la invitación para participar en el evento venezolano, llegué a San Felipe, Yaracuy, el pasado 16 de julio, el recibimiento fue antecedido por un fuerte, ¡Qué viva Zacatecas! Expresión a la que contesté cortésmente aunque no con tanta exaltación con un: ¡Arriba Yaracuy! Luego nos dirigimos a buscar para cenar unas arepas (platillo típico venezolano, similar a las gorditas zacatecanas, pero más abundante en el relleno). Lo interesante es que la conversación subsecuente, que yo esperaba se refiriera a la ponencia que presentaría en la convención o a preguntas sobre la familia, los cronistas o la política, no sucedió. No hablamos siquiera de los fallecimientos de Gabriel García Márquez o de José Emilio Pacheco (temas que yo esperaba ampliáramos, pues lo tocamos en forma leve en nuestras conversaciones cibernéticas anteriores); mucho menos del recién terminado Campeonato Mundial de Futbol en Brasil. Nada, todo fue que él preguntaba y yo contestaba sobre la conmemoración del Centenario de la Toma de Zacatecas, de la cual estaba al pendiente a través de diferentes medios. Se enteró del simulacro de la Batalla de Zacatecas, de las Lunadas de la Revolución promovidas por la Unidad Académica de Historia de la UAZ, entre otros eventos. Ahora espera con ansia que salgan las monedas conmemorativas para que algún mexicano de sus amigos se las guarde. Me impactaron sus conocimientos sobre la historia de la Revolución Mexicana y sobre Zacatecas. Por cierto, comentó ser un lector constante de La Jornada Zacatecas en línea (me consta que lo es de esta columna).

Al pasar las horas, el tema se desvió en relación a las coincidencias de nuestros países en torno a la independencia, misma que se inicia en 1810; hablamos de Villa, de Felipe Ángeles, de Emiliano Zapata, y sobre si la revolución había cumplido su cometido; ahondamos en el análisis de los resultados en el área de la educación, la salud, la distribución de las tierras en el campo mexicano y la participación de la sociedad en las decisiones del país. Coincidimos que hemos avanzado en algunas situaciones, pero que en otras, seguimos igual o peor. Reímos al sabernos tan distantes geográficamente y al recordar la expresión “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. En ese sentido, Venezuela puede estar tranquila.

Varias veces durante la disertación, con su mano derecha en forma de copa se frotaba la barba, diciendo en voz baja con tono nostálgico: ¡ah, México!; ¡ah, Zacatecas!; ¡ah mi Yaracuy!; ¡ah mi Venezuela! Seguimos luchando por mejorar nuestros pueblos, concluyó.

Nunca imaginé de lo que desconocía de este personaje y su pasión por la historia de Zacatecas y México. País al que muchos de nuestros hermanos latinoamericanos ven como ejemplo, como el modelo de país o como lo que les espera si siguen nuestros pasos.

Como epílogo reseño que ya dentro del programa de la convención de cronistas, después de mi exposición, una voz con expresión de júbilo irrumpió el auditorio. ¡Qué viva Zacatecas! Era el presidente del Comité Organizador, Raúl Freytez, quien tiene que asistir periódicamente al hospital para que le realicen una diálisis. Así, una tarde de cada tercer día, adolecimos de su hiperquinética y alegre presencia en la organización y seguimiento del encuentro. Su equipo, conformado por Magaly Martínez, Marilyn Sáez, Iliana y William Ojeda, en coordinación con los directivos de la ANCOV; Alberto Pérez Larrarte, presidente; Belky Montilla, presidenta del evento (suplente), de Wilfredo Bolívar, archivero nacional. Con esfuerzo, perseverancia y pasión por la integración de los cronistas, llevaron a feliz término la convención.

Desde el cerro de La Bufa, donde esperamos tenerte pronto, deseamos lo mejor para ti. ¡Ánimo Raúl! ¡Qué viva Yaracuy! ¡Qué viva Zacatecas!

Así se observa el mundo desde el Mirador de Heródoto. ■

 

*Cronista de la UAZ

[email protected]

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