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viernes, 19 abril, 2024
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¿Escuelas de tiempo completo?

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Si los planteles educativos como los que nos habla Martín Catalán Lerma en su reportaje del lunes pasado en este diario, conocidos como Escuelas de Tiempo Completo (ETC), funcionan tal y como los pinta el reportero, no son tales. Pueden llamárseles guarderías escolares,  escuelas con jornada u horario ampliado o con cualquier otro nombre, menos como se les ha bautizado. Si la mayoría de las escuelas inscritas en este programa operan en las condiciones como la del botón de muestra, con falta de infraestructura,  carencia de maestros con la preparación necesaria para enseñar educación artística, educación física, amén de la ausencia de un espacio para comedor apropiado e higiénico y además sin los recursos del presupuesto federal destinados para apoyar el programa en cuestión, porque no llegan o llegan a destiempo  cuando está por finalizar el ciclo escolar; entonces los resultados que de estas escuelas se esperan, no pueden ser muy buenos. Si a lo anterior se agrega que el pago o estímulo extraordinario que se venía pagando a los maestros se redujo en una cuarta parte, el éxito que podría esperarse será muy relativo y no se podrá constatar en tanto no sean evaluadas.

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Se ha dado por llamar Escuelas de Tiempo Completo a aquellas a las que se agregaron a la jornada normal horas extras con el fin de dar una educación más integral y una mayor y mejor atención a los alumnos con bajo o insuficiente desempeño, reflejado en su rezago escolar y bajo aprovechamiento dentro del aula, para que adquieran las habilidades y competencias que los programas de estudio persiguen. El propósito no podía ser más plausible. Otra cosa son los resultados y que se cumpla el objetivo de lograr una educación de calidad.

El programa busca que las escuelas acogidas al programa trabajen con los ejes de lectura y escritura, arte y cultura, resolución de problemas matemáticos y dominio de las tecnologías de la información y la comunicación: entiéndase computación incluido el uso del Internet e informática. Pero en los hechos, en muchos de los casos no pasa de ser un sueño guajiro. Sin las condiciones materiales y de los cuadros profesionales capacitados sobre todo en el arte y la cultura y la falta de equipos de cómputo, los buenos propósitos del programa se quedan en el papel. Lo que da por resultado que se siga en el proceloso mar de la autocomplacencia y la simulación como ocurre en muchos campos y aspectos de la educación en este mi país, diría el valedor Mojarro. Así lo evidencia el trabajo que Lerma lo realizó in situ, en el lugar o en el sitio mismo de una escuela en concreto inscrita en el programa de marras.

El programa ETC se hecho andar en los gobiernos panista cuando Elba Esther Gordillo era todavía la consentida y protegida mandamás indiscutible del SNTE. Surgió como una iniciativa para apoyar sobre todo a las madres trabajadoras del medio urbano, a fin de darles tiempo de pasar a recoger a sus hijos a las escuelas, después de haber concluido su jornada laboral. Mientras tanto, sus vástagos aprovecharían de la mejor manera el tiempo aprendiendo acompañados de sus maestros. De esta forma  comenzaron a funcionar varias escuelas primarias. La condición para estar en el programa y recibir los apoyos consiste en que los maestros y padres de común acuerdo amplíen la jornada de trabajo, los primeros cooperando con trabajo y recursos económicos entregados con una cuota extraordinaria para la compra de alimentos. Por su parte los profesores permaneciendo horas extras en las aulas a cambio del pago de un estímulo también extraordinario por encima de su salario, ampliando de esta forma su horario dos horas más. Con este horario ampliado además de atender las cuestiones académicas, las escuelas ofrecen desayunos a los niños al que se agrega en otras también la comida del medio día. Es decir los horarios normales de las 8 a las 13 horas se alargó hasta las 15:30.

Pero insistimos, estas escuelas no pueden llamarse de tiempo completo puesto que el aprendizaje de los alumnos que en teoría deberían adquirir está muy lejos de ser completo, son a lo más  escuelas de jornada ampliada. Escuelas de tiempo completo en estas tierras coloradas bajo el manto de un cielo cruel según el bardo jerezano, solo hay una. Se llama Cebare o Internado de Enseñanza Primaria J. Trinidad García de la Cadena y está en Guadalupe. Ahí los alumnos de 4º a 6º de Primaria y los de Secundaria toman las materias de los programas académicos por las mañanas y por las tardes reciben clases de educación física, danza, música, computación e inglés conformando clubes. En el mismo inmueble desayunan, comen y cenan; además de los refrigerios y colaciones entre las comidas. Como funciona con el régimen de internado, también se quedan a dormir. A esto es a lo que se llama escuelas de tiempo completo y hacía allá deberíamos dirigir la mira. Mientras no ocurra porque los recursos además de limitados llegan tarde, las deficiencias seguirán presentes, así sean vistas como normales por las autoridades del ramo. ■

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