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jueves, 25 abril, 2024
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La clase política no ve las causas de fondo de la migración infantil

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

El número de menores detenidos mientras trataban de cruzar solos la frontera con Estados Unidos se ha disparado en años recientes; mientras que entre el 2008 y el 2011 la cantidad de ellos que quedó a cargo de las autoridades para refugiados osciló entre 6,000 y 7,500 por año, en el 2012 los agentes fronterizos detuvieron 13, 625 menores no acompañados y esa cifra aumentó a 24,668 el año pasado, mientras que se estima que en 2014 el número será superior a 60,000. Según el embajador norteamericano en México, solo entre octubre y junio han sido detenidos más de 52,000 menores migrantes no acompañados. La oleada de niños procede en su mayoría de Guatemala, El Salvador y Honduras y, por supuesto, nuestro país.

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Los niños, niñas y adolescentes deciden viajar solos para cruzar la frontera de los Estados Unidos en primer lugar por el deseo de reunirse con sus familiares, en segundo término por el deseo de mejorar su nivel de vida a través del desempeño de un trabajo y, por último, por el deseo de escapar de la violencia familiar o de la explotación sexual. En los últimos años, los controles migratorios en la frontera de los Estados Unidos se han recrudecido. El desvío de flujos migratorios a zonas más inseguras para evadir dichos controles y la contratación más frecuente de traficantes de personas, pone en peligro la vida de los migrantes indocumentados, especialmente la de los niños y las niñas. Estos niños se encuentran en un estado permanente de violación de derechos ya que, además de los riesgos que enfrentan, interrumpen sus estudios regulares, lo cual frena sus posibilidades de desarrollo y, por supuesto, no disfrutan de derechos básicos como el derecho a la alimentación, a la salud, a vivir en familia, entre otros.

Hace pocas semanas se reunieron en Guatemala representantes de alto nivel de los países centroamericanos, de México y el vicepresidente de Estados Unidos Joseph Biden, para examinar la crisis humanitaria en curso, y llama la atención que dejan de lado las causas principales del fenómeno: violencia e inseguridad, engendradas por el mediocre desempeño de las economías de la región, sometidas desde los años ochenta a la presión del sistema financiero internacional para aplicar el dogma neoliberal a rajatabla, y que ningún representante latinoamericano planteara al funcionario norteamericano la necesidad de acordar un fondo regional, parecido al fondo de cohesión social de la Unión Europea, destinado a financiar proyectos que estimulen el desarrollo regional y a generar los empleos que necesitan millones de nuestros jóvenes.

La crisis de los menores migrantes en vías de ser deportados por el gobierno norteamericano ha puesto también en evidencia la hipocresía de la clase política de ese país que en su discurso utiliza muy frecuentemente referencias religiosas y ponderaciones exageradas de sus virtudes cívicas; recordemos el slogan de conservadurismo compasivo utilizado por el anterior presidente de ese país para camuflar su programa guerrerista, racista y xenófobo que tantos sufrimientos significó para millones de seres humanos, entre ellos los inmigrantes sin documentos.

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