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jueves, 25 abril, 2024
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Menores migrantes

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Por: DANIEL SALAZAR M. •

Un éxodo masivo de menores centroamericanos hacia Estados Unidos, está llamando la atención internacional y poniendo en alerta al mundo capitalista que lo origina. Provenientes de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, miles de menores migrantes viajan desde esos países a través de México en busca del sueño americano. Cruzan el Suchiate en balsas improvisadas con llantas o madera, para llegar a Chiapas, montar a La Bestia y huir de la pobreza que se vive en sus países.

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Se sabe que la mayoría de los menores son migrantes que viajan “no acompañados”, es decir, que viajan sin la compañía de sus padres o, peor aún, que viajan encomendados a personas extrañas que, sin que los progenitores lo sospechen, resultan ser generalmente traficantes de personas cuando no integrantes del crimen organizado. De esta manera, los niños “expulsados” por la violencia y la situación económica terminan (muchos de ellos) siendo víctimas de organizaciones criminales dedicadas al tráfico humano.

México, país de paso en el éxodo infantil, no se queda atrás como “expulsor” de menores migrantes. Según estadísticas de la Patrulla Fronteriza del vecino país del norte, esta corporación detuvo -de octubre del año pasado a junio de 2014- a más de 51 mil indocumentados menores de edad, incluidos 12 mil 146 mexicanos entre los cuales 1,200 eran niñas. Además, el mordazmente llamado patio trasero de Estados Unidos, está siendo obligado a servir de muro de contención para atajar la avalancha de indocumentados centroamericanos. Los planes de seguridad acordados con Estados Unidos, le imponen endurecer su política migratoria y cuidar la frontera respaldándola con una mayor militarizaciónde la zona. Es lamentable que México desempeñe este rol policíaco.

En busca de la tierra prometida, el éxodo no conoce de acuerdos migratorios entre países, como tampoco está interesado en permanecer en México porque sabe que esta nación es igualmente violenta e insegura; que también aquí hay “maras”, cárteles, violaciones y asesinatos. Siguiendo el sueño americano, solo desean despertar de la pesadilla. A diario, cuentan que reciben agresiones y extorsiones de policías municipales, estatales y federales que les quitan todo lo que llevan. Por eso, sólo quieren que se les permita cruzar, llegar a Estados Unidos para estudiar y trabajar, ganar dólares y ayudar a sus familias.

El fenómeno de los niños migrantes viene de años atrás como resultado de la falta de desarrollo y oportunidades en los países “expulsores”. Los migrantes adultos que ahora viven y trabajan en Estados Unidos, hace años o décadas dejaron a sus familias y no han tenido la oportunidad de volver a reunirse con ellas por lo que la migración irregular pareciera ser la única vía para lograrlo. Junto a eso, la migración explosiva de menores, obedece igualmentea un rumor difundido (al parecer por los propios grupos delictivos), de que el gobierno norteamericano llevaría a cabo un proceso de regularización y trato especial a las familias divididas por el fenómeno migratorio. Pero, pese a que este rumor ha sido desmentido y la reforma migratoria descartada, la migración continúa su marcha inexorablemente. El presidente Barack Obama hubo de solicitar al Congreso poderes adicionales para deportar a los niños que han entrado ilegalmente a Estados Unidos. El Gobierno Federal de aquel país acordó además enviar otros 150 agentes de la patrulla fronteriza y más recursos (2 mil millones de dólares) para frenar la alta afluencia de indocumentados en la frontera.

Pero la solución al problema migratorio no está en el endurecimiento de las medidas migratorias, ni en el uso de más soldados o de muros de contención. Las políticas económicas que han profundizado la brecha entre países pobres y ricos, es lo que está provocando que millones de niños y niñas sean expulsados. Son, precisamente, las políticas económicas, las que habrá que cambiar para eliminar las causas que generan esta migración. El gobierno norteamericano que exige a nuestros países “retener” el éxodo migrante, no quiere ver que el Tratado de Libre Comercio firmado en 1994, dejó sin posibilidades de crecimiento a México y a los países de Centroamérica.

Los acuerdos a los que lleguen México, Estados Unidos y Centroamérica para detener esta crisis humanitaria, no lograrán nada si los gobiernos de estos países no modifican las condiciones económicas que dan origen al fenómeno. Sería terrible imaginar que los países en desarrollo se hicieran de la vista gorda ante este problema con tal de ver acrecentadas sus remesas.

La lucha por la vida sigue su curso. Cada día que pasa, en el lomo de La Bestia, viajan más de 700 centroamericanos menores de edad y adultos que pretenden llegar a Estados Unidos. Dicen huir de La Mara Salvatrucha, pero muchos de ellos serán enganchados para vender droga o ser ofrecidos por los “polleros” a los grupos criminales o a la prostitución.

Con “mejor suerte”, otros esperarán a ser deportados por las autoridades. Son los niños que no quieren regresar a sus países de origen, porque, como dicen, “allá matan a la gente y no se puede jugar”. ■

 

Fuente informativa: Periódico La Jornada.

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