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jueves, 25 abril, 2024
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Nietos de Pánfilo Natera ofrecen testimonios a 100 años de su participación en la Toma

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte •

■ Fue de los héroes de primer nivel que sobrevivió a la Revolución, dicen

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¿Cómo vería Pánfilo Natera al México de hoy, a 100 años de la Toma de Zacatecas? “Tal vez pienso que la Revolución en realidad no ha hecho justicia con todas las clases (sociales). Ojalá y ahora que se está recordando esta fecha puedan ponerse la mano en el corazón y ver hacia abajo”, dijo a La Jornada Zacatecas, Martha Herrejón Natera, nieta del general.

El corazón. Justo donde el cuerpo del héroe zacatecano de la batalla revolucionaria del 23 de junio de 1914, alojó hasta su muerte –y después de ella-, una bala ganada en La Jaralera en su intento de rescatar el cadáver de su amigo, el también oriundo de Zacatecas, Manuel Caloca Larios, quien pereció en medio de la trifulca.

Debido a la lesión que evitaba que el hombre pudiera dormir horizontalmente, Pánfilo Natera García murió sentado, acariciando a sus nietos, “sus pinacates”, como les llamaba. Esto en la casa de su hermana mayor, Martha Natera García, ubicada en San Miguel de Allende, Guanajuato, en 1951.

Martha Herrejón Natera, hija de la mujer que albergó en sus últimos días al héroe para despedirlo, agregó a su lectura de lo que su abuelo podría observar en este 2014, que “hay muchas necesidades en nuestro México. Pero él (Pánfilo Natera), luchó hasta el final de sus días porque esto cambiara. Ojalá esto se dé algún día, que se piense en la igualdad y en la justicia social”, dijo.

Herrejón Natera participó conjuntamente con su hermano Gilberto Saulo y sus primos Manuel, Patricia, María Cristina y Lorena, también nietos del general, estos de apellido Rivapalacio Natera, de las actividades conmemorativas por el Centenario de la Toma de Zacatecas.

Directamente ellos y otros descendientes en mismo grado del también ex gobernador del estado, colaboraron en apoyo a la exposición Historia documental, propuesta en coordinación, por el Archivo General de la Nación (ARG),  el Archivo Histórico del Estado y el Instituto Zacatecano de Cultura, para ubicarse en salas del Palacio de Gobierno.

Los herederos de Natera García facilitaron para este propósito el saco con el que murió el general de la División del Centro, un sable, un rifle, un portafolio rotulado con su nombre y diversas medallas que se exhiben acompañadas de fotografías que lo muestran en compañía de Francisco Villa y Felipe Ángeles.

La familia también ha donado un par de sarapes que habría mandado hacer el general Douglas Mac Arthur, héroe de la Segunda Guerra Mundial y a quien se señala como el militar más condecorado en la historia de los Estados Unidos, en Nochistlán, y que exponen respectivamente a Natera García y su esposa, “Papá Abuelito y Mamá Rorrita” para los suyos.

El héroe mexicano, agregan sus nietos, para perfilar quién era y de dónde venía su coraje para enfrentar el peligro, descendía de una india Comanche, Néstora García, su madre. El hombre medía dos metros y medio de altura y por eso, señalan, la figura ecuestre que de él se encuentra junto a la de Francisco Villa y Felipe Ángeles en el cerro de La Bufa, estaría desproporcionada con respecto al caballo que monta.

Entre otras peculiaridades asociadas al nacido en Norias, distrito de Nieves, Zacatecas, en 1882, citan que fue de los héroes revolucionarios de primer nivel que sobrevivió a la Revolución, los otros como se sabe, murieron en batallas o fueron asesinados.

También es el único de los personajes ilustres colocados en la rotonda respectiva, cuyo cuerpo se colocó íntegro en este lugar, a donde fue trasladado desde el panteón La Purísima, hace 50 años, cuando se conmemoró medio siglo de la Toma de Zacatecas, para esto se hizo un lugar especial.

Entre otras anécdotas que han corrido de generación en generación en la intimidad de la casa de los Natera, Gilberto Saulo comparte esta: “Pancho Villa secuestró a mi abuela, la esposa de Pánfilo Natera, y se la llevó a Chihuahua. Entonces Pánfilo Natera fue a un vagón que usaba Villa como oficina”. Éste le habría devuelto a la mujer, pero agrega Saulo Natera Herrejón, al darse la media vuelta el zacatecano, El Centauro del Norte habría desenfundado la pistola con el fin de disparar.

La anécdota de las balas en el cuerpo del general, dice Martha, la supo por su madre, ella apenas tendría cinco años cuando recuerda que recuerda algunas cosas, valga la expresión. Pero hay otro relato familiar, otra anécdota que todos comparten. Y vuelve y vuelve durante la conversación. Esa es suya, la vivieron, la cita Martha, la recupera Saulo, todos asienten cuando la escuchan…

“Pánfilo Natera murió en la casa de nosotros en San Miguel de Allende. Y él no quiso morir recostado, aparte de que tenía una bala alojada cerca del corazón. Murió sentado acariciándonos a los nietos que estábamos allí. Nos lastimaba con la mano de que ya estaba falleciendo. Falleció sentado…sí, nos decía que éramos sus pinacates”.

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