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jueves, 25 abril, 2024
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La reelección: ¿dictadura partidocrática?

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

En estos tiempos, al mismo tiempo que se organizan faraónicos festejos de la lucha iniciada en 1910,  sufrimos la declinación de la ideología de la Revolución Mexicana. Al mismo tiempo que en la Constitución se desmontan los artículos que expresaban los ideales revolucionarios, en la población va cambiando poco a poco la reivindicación de esos valores. Sin embargo, hay algunas creencias que están en el imaginario y no han podido ser desterradas. Una de ellas es la de la reelección. Recordemos que desde 1911, con la lucha de Madero, cuando se pedían elecciones libres, la No-Reelección se convirtió en una bandera de la Revolución. Después los gobiernos subsiguientes la repetían en cada oficio emitido, y en la cultura política popular se le identificó con mucha solidez con la tiranía de un régimen dictatorial. Esto es, reelección igual a dictadura. La pregunta que ahora nos hacemos es, esa identidad que se forjó en el imaginario del pueblo de México, ¿es ya una identidad falsa, o tiene razones dignas de valorar? Aunque está claro que el canon constitucional al principio se dirigía en contra de la reelección presidencial, se tiene temor a la reelección consecutiva en todos los ámbitos del poder político.

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Ahora, con la reciente reforma política, a partir de 2015, senadores, diputados federales y locales podrán durar en su cargo hasta 12 años consecutivos.

En el texto que reformó al artículo 59 de la Constitución, se contempla que los diputados podrán reelegirse tres periodos y los senadores uno de forma consecutiva, sin establecer mayores reglas de transparencia del trabajo legislativo ni otros mecanismos de rendición de cuentas. De esta manera, se eliminará la restricción impuesta en 1933 para prohibir la reelección inmediata de los legisladores. La reelección en el nuevo texto se justificó con la idea de crear una dinámica que permitiera la premiación o el castigo de la labor del legislador, como forma de evaluar el desempeño. Sin embargo, no se establecen los mecanismos idóneos para asegurar que sea posible que la gente haga una evaluación del desempeño.

Antes de aprobar la reelección debieron ponerse en funcionamiento los dispositivos para hacer real la evaluación ciudadana de los legisladores. Pero como eso no ocurrió, las justificaciones al  cambio de la ley caen en un vacío que, a su  vez, dan sustento al escepticismo de la ciudadanía.

En las diferentes consultas a la opinión ciudadana se cree que es una manera para que las élites se perpetúen en el poder. Y como se aprueba  la reelección sin mecanismos efectivos de rendición de cuentas y con el rechazo absoluto  del componente complementario a la reelección (la revocación del mandato), pues sucede que el escepticismo es perfectamente racional. Luego entonces, la pregunta de arriba, relativa a la identidad entre reelección y dictadura, pues resulta que el imaginario del pueblo de México en este aspecto sigue vigente y lleno de actualidad; sólo que la dictadura es de perfil especial. Veamos de qué dictadura se trata. “Dictador” se le llamaba al permiso que el senado romano daba a un cónsul para prolongar su mandato por más de un año; entonces, la dictadura de la que ahora se trata es de una casta política que sobrevive en aquello que se ha llamado la “partidocracia”. Entonces, se concluye que estamos ante una reelección que se identifica con la naciente dictadura partidocrática.

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