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martes, 16 abril, 2024
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Estado religioso; Iglesia laica

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Sin existir motivo oficial, Enrique Peña Nieto en compañía de su esposa Angélica Rivera, visitó al Papa Francisco, durante la gira por Europa que realizó el presidente mexicano, durante los días del 5 al 10 de este mes.

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Los medios informativos dan cuenta, que el jefe del Ejecutivo Federal de nuestro país, dio a conocer al sucesor de San Pedro,  algunos problemas de pobreza y marginación en que se encuentra el pueblo. Pero también, le rindió cuentas sobre los beneficios que para los mexicanos habrán de traer consigo, todas y cada una de los reformas emprendidas. Así, le habló sobre la educativa; energética; fiscal y en materia de telecomunicaciones principalmente. Omitió, por supuesto, el grave problema de inseguridad que viven ciertos estados de la República. Tampoco le informó sobre el escándalo que despierta en México la existencia de sacerdotes pederastas. Simplemente, se concretó a narrarle sucesos aislados, ambiguos, pero prometiéndole que él como si fuese un superhéroe, por arte de magia terminaría con los males  para vivir felices.

¿Qué anduvo haciendo Peña en el Vaticano? Si usted observa y analiza las fotografías que circulan con motivo de esta visita, se dará cuenta que  todo en la pareja presidencial, tiene como característica común un rictus de santidad. El porte de sus ropas color negro; el misal y otros objetos,  tal vez el rosario, que la primera dama sostiene en su mano izquierda; los brazos cruzados del mandatario; la señora sencillita, de  pelo libre, con sus brazos sueltos y manto negro. Así, aparecen escoltando al Papa, quien porta el  llamativo crucifijo.

Enrique Peña Nieto, sin cambiar, sin disimular siquiera, esa fingida mueca que ya le es propia: el gesto que permite torcer hacia el lado derecho su maxilar inferior.

Pero bueno,  estos aspectos, los menciono porque para muchos representan el reflejo de personas que viven en santidad, y van ante la máxima autoridad católica mundial, a postrarse a sus pies para contarle sus logros y a recibir halagos y felicitaciones por doquier; y, a la inversa, a destilar todo tipo de adulación.

Además de contar disparates sobre la situación de México, Peña Nieto fue también al Vaticano para ofrecer tonterías como la camiseta deportiva que regaló al Santo Padre; o, para hacerle la invitación de visitar nuestro país, misma que aceptó, aún sin precisar fecha.

 

Hay cuestionamientos:

México tiene un jefe de Estado y un jefe de Gobierno: es el Presidente de la República. En este periodo, por desgracia, el cargo se deposita en el señor Peña Nieto. Siendo México un estado laico, el Presidente no debe hacer visitas con aquel carácter. Puede eso sí, hacer visitar a título personal, pero no a nombre del pueblo mexicano, como en este caso ocurrió.

Difícilmente, el Ejecutivo habrá de tomar en cuenta, que la Iglesia y el Estado, en nuestro país, se encuentran separados en razón de lo que dispone el artículo 130 de la CPEUM. No pueden interferir las autoridades de cualquier credo en asuntos de carácter político, y en el presente caso, no solo visitó el Vaticano con carácter de mandatario, sino que le fue a informar sobre lo sucedido en el país respecto de las modificaciones que ha sufrido la Carta Magna, y aún más, esperó que el Papa Francisco diera su opinión para tomarla en cuenta.

Bajo estas circunstancias, parece como si los lugares que deben ocupar la Iglesia y el Estado, se han invertido en México. Enrique Peña Nieto representa a un Estado religioso, mientras que, la Iglesia, en este caso la católica juega la función de ser laica.

Más que todas las tonterías que fue a presentar al Vaticano, sin necesidad alguna, y ya que habló, Peña Nieto pudo comentar problemas como la necesidad de la legalización de la eutanasia; de romper con celibato sacerdotal; de la aceptación de la Iglesia de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Del aborto; de la legalización de ciertas drogas; de la flagrante violación de los derechos humanos y de muchos otros temas más, que en realidad sí atañen a nuestro país.

Desde luego que no se cuestiona el hecho de que Peña Nieto y su esposa puedan profesar alguna religión. Eso no. Pueden profesar alguna, la que más le acomode. O bien, no pueden profesar ninguna, si así lo desean que para eso existe, según el artículo 24 de la CPEUM, la libertad de culto. Aquí, lo cuestionable es que con el carácter de jefe de estado visite a una autoridad religiosa mundial.

Internamente, también los jerarcas religiosos cuestionaron en su oportunidad al Presidente sobre todas y cada una de las reformas constitucionales emprendidas. Todo estuvo muy bien. Nadie, ningún partido manifestó nada al respecto, así como ningún político emitió tampoco su opinión.

No obstante debemos reconocer que no ha sido el único Presidente que dejó entrever su fervor católico. Ya lo hizo durante su sexenio el señor de las botas de charol. El señor Fox, cuando acudió al Vaticano en compañía de su esposa Martita, también en desafortunada visita, como aquella que fue sellada  beso matrimonial, cuya imagen circuló a nivel mundial. ■

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