-hace algunos días, nuestro presidente de la República, Enrique Peña Nieto, realizó una intensa gira hacia el continente europeo, con el propósito de hacer una parada en el Vaticano y hermanar el lazo de unión entre México y el Estado católico.
El encuentro cuyo propósito era formular una amable invitación para que su santidad Francisco I, realizara una visita a nuestra tierra guadalupana, cumplió su cometido. El romano pontífice aceptó gentilmente la invitación. Y aunque sin determinar fecha, México inicia ya los preparativos desde el corazón católico de cada familia, para recibir al Santo Padre.
Me llena de gozo pues, saber esta noticia, que trae consigo una gran bendición para adherirse a los esfuerzos que realiza la nación de regresar la paz y la prosperidad a nuestras familias.
Reconozco el arresto que tiene nuestro jefe del Poder Ejecutivo para propiciar en la Basílica de San Pedro, la expresión de un estado laico, de un estado en el que se preserva y se respeta la libertad de credo y culto, así como reafirmar el interés del Gobierno mexicano, por mantener una relación de respeto y de concordia con el estado Vaticano.
Como senador de la República, respaldo y me sumo además, a la promoción de la labor de sustento emanada del Gobierno de México y de la propia sociedad civil, para apoyar a las organizaciones vinculadas a la Iglesia católica, en los sectores más sensibles como la migración y su ruta ante la decisión que toman para que eventualmente, busquen una oportunidad que les brinde la posibilidad de acceder a mejores niveles de desarrollo.
La diplomacia de fraternidad que mostró nuestro Presidente de México en esta visita, es garante de la visión clara y determinación, de un gobierno que sabe conducir las riendas del país, pero sobre todo, de la coincidencia y el propósito común, de impulsar condiciones de bienestar y desarrollo social en México.
Esta noticia que trajo la gira por la península itálica, nos hace soñar a cada zacatecano que tuvimos la grata experiencia de vivir un encuentro similar con la visita del sumo pontífice Juan Pablo II en 1990.
“El papa viajero”, llamado así por diversos, visitó en cinco ocasiones nuestra tierra mexicana durante sus 6 años de labor papal, pero fue hasta 1990 que el Santo Padre hizo resonar esta hermosa tierra ensalzando el glorioso coro de los fieles.
Como no remontar hacia aquel pasaje que condujo a Zacatecas a recorrer todo el mundo con el milagro que realizó en vida con aquel niño desahuciado, o la escena del papa postrado ante el Sagrario de Catedral.
Estoy seguro que cada católico que radica en nuestro país, espera con júbilo la concreción del momento de la visita del Vicario de Cristo a tierras mexicanas.
Es una gran noticia para México, esperemos con entusiasmo la fecha que habrá de determinar su santidad Francisco I para visitar nuestro país y devolverle la sonrisa a millones de fervientes que ya le abren morada desde su más sentido regocijo.■
* Senador de la República
