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martes, 23 abril, 2024
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El Celibato Sacerdotal: origen y debate actual (Primera parte)

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

El debate actual sobre el celibato obligatorio para el sacerdocio en la iglesia católica, es la forma de tomar una de las terminaciones del hatillo de temas que se proponen para reformar esta institución. Y la necesidad de reformarla es por el hecho de entender que una forma histórica determinada de cristianismo, a saber, la cristiandad, ha llegado a su fin. Lo  que conocemos como cristiandad es el paradigma que inició después del siglo IV d.C. cuando Constantino asume al cristianismo como religión del imperio; y ahora las instituciones cristianas que se formaron en la cristiandad o llegaron ya a su fin (como el poder temporal de la iglesia), o están fuertemente cuestionadas (como el ritualismo, la marginación de la mujer o el propio celibato obligatorio, entre otros). La crítica obliga a volver la mirada al cristianismo antes del siglo cuarto, y nos estimula a de-construir o desmontar  los componentes que dieron origen a esta compleja religión. Y al desmontar dichos componentes nos damos cuenta que los propios dogmas fueron confeccionados con una materia prima ajena al pensamiento de Jesús: la filosofía griega; pero también encontramos en estos componentes las raíces judías del cristianismo; y al revisar las raíces griegas y las judías observamos que ideas y prácticas contradictorias entre sí, están juntas y coexisten al interior de esta religión.

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Pues bien, rastrear el origen de la exigencia institucional en torno de hacer obligatorio el celibato para sacerdotes y religiosos, pasa por encontrar las éticas que promueven la castidad como una ascética que nos aproxima a lo divino. Muy lejos de Judea, nace una de estas éticas que se convierte en determinante para la promoción del celibato: el estoicismo. Es decir, las ideas que conforman el ideal del celibato en la iglesia no son de origen judío, sino griego y romano. Por ejemplo, las continuas citas que san Jerónimo hace de Séneca son una muestra de este proceso  de colonización del pensamiento griego y latino sobre el cristianismo; entre las citas está aquella célebre, en el sentido de que aquel varón que desea  demasiado el cuerpo de su mujer comete adulterio. Es la idea de que el matrimonio no es para convertirse en amante de su mujer, sino sólo es la manera de engendrar familia. Séneca nos dice: “el hombre sabio debe querer a su esposa con el juicio, no con el afecto, debe controlar sus pulsiones y no dejarse arrastrar por la cópula”. Esto es, el cristianismo naciente se fue acomodando a la idea estoica de la sexualidad. El ideal estoico del autocontrol y autosuficiencia se metió en las ideas cristianas sobre el matrimonio y la sexualidad. Esto se conjuntó con otras influencias que terminaron haciendo del propio cuerpo (y sus pulsiones) algo culpable. Específicamente otras visiones dualistas del hombre, es decir, que consideran que el hombre es un compuesto de dos sustancias distintas: cuerpo y alma. Y en este dualismo, es el cuerpo el que las lleva de perder. Son las influencias neoplatónicas, y hasta las extremas del dualismo de origen persa, como el puente maniqueo. Influencias que terminaron formando ideas y experiencias extremas en esta dirección, como el caso de Cátaros y Bogomilos, que dejaron filtrar la idea de origen persa en el sentido de identificar a la materia con el mal. Estamos ante influencias de diferente grado, pero todas en la misma dirección: ver en la sexualidad un enemigo de la virtud. Y si todas las pasiones eran parte de los enemigos del autocontrol, las pasiones eróticas lo eran de manera especial.

Bajo estas ideas se releyó a los textos bíblicos, y en especial, las cartas de Pablo. Especialmente la contraposición de Pablo entre carne y espíritu (que es más una idea de su formación judía), en la oposición cuerpo-alma. Ideas muy ajenas en su origen. La idea de “espíritu” en Pablo indica el orden del mundo: la realidad orientada por la voluntad de Dios, y para nada implica una ascética contra la materia o el cuerpo, sino la idea de que el espíritu es el reinado de Dios, lo cual significa la conquista de la libertad, la justicia y el amor. Esta idea de “espíritu” no tiene nada de parecido a la idea griega de una sustancia inmortal e independiente llamada “Alma”, producto de la antigua religión mistérica griega. “Carne” (Sarx) en Pablo es el mundo sin el espíritu de Dios, no es el cúmulo de pulsiones sexuales enemigas de la virtud. Otra cosa. La idea originaria del amor cristiano (donde el hombre y la mujer forman un solo cuerpo), que es contraria a estas ideas estoicas, fue perdiendo poco a poco terreno en las exigencias éticas que fue estableciendo el Canon. De igual modo, Pablo se opone a la Ley (o esencia del imperio romano) como el obstáculo por excelencia de las pretensiones cristinas, y siglos después, la iglesia se convirtió en la religión de ese imperio. Por ello, una pregunta esencial es, ¿qué hizo la iglesia para armonizar estas contradicciones? Como la idea del reino de Dios se opone al imperio, entonces mandó dicho reino de la realidad histórica, al mundo de ultratumba;  y como el amor cristiano se opone a las ideas estoicas, pues hizo del amor un ágape sin erótica.

Continuará. ■

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