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viernes, 19 abril, 2024
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Tortas japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ • Araceli Rodarte •

La “Guerra de Calderón” no sería según esto sino mera “maniobra de legitimación”, carecería de “verdadera estrategia” y  resultaría por lo tanto  “un rotundo fracaso”.

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Conviene sin  embargo, ahora que el gobierno de Peña Nieto está  próximo a entrar a su tercer año de ejercicio sin variar un ápice el tratamiento del magno problema de la inseguridad, y el control por las bandas criminales de una porción cada vez mayor del territorio nacional; y con el sacrificio de un activo como Mondragón y Kalb mantiene en su sitio al equipo de Calderón, reconsiderar enteramente el asunto.

Si nos atenemos a los propósitos expuestos entonces por el señor Calderón: la recuperación de la tranquilidad por parte de la población; la recuperación del control territorial por parte del Estado; el restablecimiento del “estado de derecho”; etcétera; pues entonces sí la guerra iniciada por aquél hace casi una década, y continuada por el actual gobierno hasta nuestros días no ha sido, de principio a fin, sino un estrepitoso fracaso: prácticamente toda la franja fronteriza se encuentra en manos de los distintos cárteles, no es la fuerza del Estado la que disputa ese control sino otras organizaciones criminales; la abrumadora presencia de decenas de miles de efectivos, portadores de espantable armamento en las calles y carreteras del país, desplazándose en costosos equipos de transporte no se ha traducido en la disminución de los peores delitos que asuelan a la población, sino acaso al revés, etcétera, un infinito etcétera.

Quizás así pues resulte oportuno formularse algunas preguntas:

¿Sería una mera coincidencia que al tiempo que iniciaba y proseguía su guerra “contra el crimen” entregara  al capital extranjero, el gobierno de Calderón, con la devastación ecológica resultante, una enorme porción de la riqueza minera del país; sin que, denuncias de comunidades indígenas aparte, prácticamente nadie rechistara?

¿Será  una mera coincidencia que para festejar el décimo aniversario de la guerra Calderón-Peña “contra el crimen” se tenga programada la entrega formal del petróleo y la electricidad del país al capital foráneo?

¿Y si lo último que a los gobiernos de Calderón y  Peña ha importado es la seguridad de la población?

¿Y si en lugar del estrepitoso fracaso que prácticamente todo el mundo cree que ha sido, con sus cientos de miles de hombres,  mujeres y niños muertos, desaparecidos y desplazados,  ha sido en realidad la susodicha “guerra contra el crimen”, el  éxito más rotundo  que gobierno alguno haya conseguido jamás?

Son preguntas. ■

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