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viernes, 29 marzo, 2024
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Un rockcito para todos los roles / La mujer rockera zacatecana

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Una sociedad machista pocas veces ha aceptado a la mujer rockera como comparsa de las grandes acciones musicales, socioculturales o dentro de una agrupación donde aporte su talento para sacar avante un movimiento adormecido, un movimiento que engendró figuras que, a la fecha, han significado un reflejo de la marginación de las grandes cantantes de rock en México. Gloria Ríos, Las Hermanas Jiménez, Leda Moreno, Vianey Valdez, Gloria Lasso, Julissa o Angélica María fueron el preámbulo de una generación que en verdad se discutieron con su voz y sentimiento en el circuito rocanrolero de los setenta: Baby Bátiz, rocanroleando desde muy joven al lado de su hermano Javier, Norma y Rubí Valdez; cantando y haciendo coros donde se pudiera. Maricela Durazo, quien ya le entraba a los terrenos de la composición y se dejaba caer con unos bluesesotes cargados de sentimiento y derroche de tonalidades extremas en el arte de interpretar el rock -en Avándaro fue el clímax-, rock inolvidable, con Tequila extraordinaria; pasadas cuatro décadas aún sigue paseándose por los senderos del rock and blues con ese feeling que sólo ella posee hasta la fecha, hasta la eternidad, la diva del blues nunca pasará desapercibida. Ginny Silva, otra chava del rol que la hizo con Los Stukas, un ejemplo más de sobresaltos en la escena donde predominaban las voces masculinas. Carmen Hernández, primero con 39,4, y hasta la fecha, con la legendaria banda tapatía La Fachada de Piedra, sigue sin bajar la guardia y cada fin de semana repleta de blues los lugares donde se presentan. Kenny de Náhuatl al inicio y, posteriormente, de Los Eléctricos de Ricardo Ochoa, líder y guía de infinidad de bandas que lograron trascender. Fabiola de Isis también colaboró en la independencia de la mujer rockera.

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Los ochenta representaron un paliativo para la mujer rockera, pues Cecilia Toussaint, Nina Galindo, Betsy Pecanins, Rita Guerrero y dos tres enarbolaron las banderas de libertad y encabezaron la tercera camada de mujeres rockeras, que ahora ya proponían completamente su material, desde música, arreglos, líricas e interpretación en bandas donde la mayoría eran varones.

Por supuesto que en Zacatecas ya se escuchaba a la mujer rocanroleando por las filas de un grupo de varones. Billy, la esposa del maestro Muro, baterista de Fórmula Uno, fue de las primeras en interpretar rock pop de Los Beatles, Wings o Bee Gees. En los noventa, la agrupación de rock alternativo Ocio A. C., convertida posteriormente en La Paz de Octavio, vio desfilar por su alineación a dos tres chavas acá rockeras; recuerdo la última, Priscila, quien hacía enormidades en los coros. Otra banda de esas extrañas, que se dieron esporádicamente en estas tierras del semidesierto, estuvo conformada por Hícury, precisamente con la agrupación que llevaba ese nombre. Después, se dieron otras manifestaciones donde la mujer destacaba por su participación, casos como Yannil Baesa, Zayra Maldonado, Perla Villamil, Cristina García, Paulina Suástegui y una larga fila que comienza en esta sección con la aparición de las también instrumentistas mujeres zacatecanas.

PAULINA PIÑERA. Una espigada chica de mirada franca, inteligente, buena onda; posee unos grandes ojos que dejan al descubierto su personalidad; mujer en toda la extensión de la palabra, plena, simpática, joven estudiosa, responsable, pero deja de eso, ella es bajista, comprometida con el rock, de origen fresnillense pero avecindada aquí en la capital desde muy pequeña; nació en 1992 y, desde que recuerda, está involucrada en la música de los jóvenes.

“Gracias a que mi papá siempre tiene la música a todo volumen me interesé en el rock, llamando poderosamente mi atención los grupos de la época, comenzando por conocer sus nombres”.

Lo que marcó su entrada al mundillo del rock fue la relación que guardaba cuando se empezó a juntar con sus primos para ver videos en MTV; entonces, ya se veía tocando y apareciendo en la tele; tenía 13 años de edad cuando su papá le regaló una guitarra con la que comenzó a tomar clases; la dejó por falta de tiempo. En primero de secundaria ya les tocaba algunas rolas a sus padres, lo que también motivó para estudiar inglés y conocer las líricas de las canciones que le fascinaban; ahora entiende perfectamente el sentimiento y la manera de cantar de un Robert Plant, por ejemplo, o de un Ozzy de Black Sabbath o los pasajes del alma o del pensamiento de Pink Floyd. Viene de escuchar lo más clásico del rock durante toda su existencia, así que  no se sorprende de la temática de las rolas del Sabbath, aunque sí se cuestionaba sobre los temas cuando comenzó a hacer las traducciones de las rolas. ¿Por qué tan oscuro su contenido?, nada románticas, decía, aunque muchos roqueros consideren Hotel California o Stairway to heaven dentro de ese género.

El género que más le gusta para tocar es el heavy, aunque quedó muy apegada al thrash, por el gusto y el grado de dificultad que representa. “Algunos adoptan posturas de seguir un género hasta cierto punto cerradas y llaman ‘posers’ a los que no comulgan con su punto de vista sobre el rock, llámese black o death y, al contrario, los que conjugan el rock con el deporte, con la literatura, con el baile y otras diversiones ven al greñudo de negro vestir como ‘poser’; entonces, hay ambigüedad porque el uno piensa lo mismo del otro. El respeto entre las bandas es muy importante para que se den las interrelaciones en un tokín diverso, si no es así, habrá problemas, porque si alguien está predispuesto a no aceptar tal o cual género, comenzará a gritar groserías y a querer bajar a la banda que está tocando”.

La generación de pandillas entre las propias bandas ha propiciado que la misma audiencia prefiera caerle a otro tokín, argumentando que siempre son las mismas cada ocho días.

“A lo mejor la generación de esas pandillas al interior del circuito local se deba a ciertos celos o envidias entre las bandas, porque tal o cual músico toca mejor que yo, es cuando hay que echarle la bronca o meterle zancadilla”.

Paulina ha intentado componer algunas rolas, pero lo cerrado del ambiente y de los mismos integrantes de la banda con quien tocaba anteriormente no permitían hacerlo porque decían: ¡Tú concrétate a tocar esto y lo otro!, cegando de tajo toda posibilidad de contribuir con ideas propias la música que estaban componiendo. Aquí es donde se da la represión hacia la mujer, la discriminación hacia el sexo femenino en una banda donde sólo existe la voluntad del macho.

“Cuando surge el comentario de que necesitaban otro elemento que tocara bien el bajo, entendí que era el momento de emprender otro camino, que mi estilo no encuadraba en sus pretensiones; me fui sin resentimientos, sin malos entendidos y, luego de comentar con mi familia y amistades sobre la situación, llegué a la conclusión de que yo era una bajista que se encuentra en proceso de formación y continua preparación musical, consciente de ello aún estoy en el circuito, con enormes deseos de seguir en el rol, haciendo de lado los comentarios y prejuicios de quienes no aceptan mi condición de mujer rockera”.

Paulina escribe sobre lo que sueña, cosas muy raras, y las acomoda hacia los momentos en que se necesitan. Le gusta describir con lujo de detalles sus propios textos.

Reencarnar en cualquier otra persona sería como una como una respuesta hacia los cuestionamientos aquellos que a todo ser humano nos aquejan de repente, cuando pensamos lo que hay después de la muerte; empero, existe la otra alternativa, también muy válida, aquella que te da la dualidad cuerpo y  alma, el bien y el mal, la materia y el espíritu, para lograr una existencia con mayor tranquilidad, aunque los rockeros estamos hechos de otra madera, que nos permite ver y sentir con mayor intensidad.

Cuando está en el escenario, Paulina va a lo que va, los comentarios los hace de lado mientras toca, lo hace con seguridad, con la intención de darlo todo en ese momento, ha recibido rechazo de algunos de los integrantes de la banda, pero también ha recibido flores de parte de la audiencia y eso conjuga las actuaciones frente a un exigente escucha de buen metal.

Su participación en las agrupaciones INSANE, GAHDDARK, TOXIC AVENGER y, actualmente, en un proyecto al lado de JOSÉ ALBERTO MEDINA, le han dado la oportunidad de aprender, de disfrutar, de convivir, de proponer y de comenzar a destacar en la escena estatal, ya que ha recibido múltiples invitaciones para tocar con banda de diversos géneros, siendo GAHDDARK con la que más ha disfrutado tocar rock, tratando siempre de transmitir para trascender en un futuro.

“Dependiendo del desempeño de cada banda, será el futuro del rock zacatecano. Creo que si alguna banda empieza a destacar, hay que apoyarla y no meterle zancadillas ni echarle a perder el show con comentarios como “No la van a hacer; son re sangrones” o “Nada más porque tienen palancas” (aunque se dan algunos casos de que así es). Lo importante es avanzar y dejar a un lado los comentarios avasalladores de las bandas malintencionadas, y dar pie a seguir el ejemplo de las agrupaciones que verdaderamente se han superado, como AUREA HYBRIDE, CRAZY DIAMONS Y MIL900.

 

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