Ayer ocurrió el relevo en la dirección del Hospital General Zacatecas Luz González Cosío; el detonador del cambio fue la toma de las instalaciones administrativas del nosocomio por parte de la dirección de la sección local del Sindicato de Trabajadores de Salud, con la demanda única de que fuera relevado del cargo de director el doctor Jesús Reyes Bustamante, quien desde que fue designado al inicio de la actual administración gubernamental estatal tuvo que enfrentar movimientos de diverso tipo y magnitud orientados a propiciar su salida.
Lo primero que llama la atención en este episodio es el hecho de que una dirección sindical que tolera pasivamente que centenares o miles de los empleados de la dependencia estatal sean trabajadores precarios, que no disfrutan de sus derechos laborales, entre ellos el de la seguridad social, y que observa en silencio el desabasto en medicamentos y materiales, en este caso se haya dispuesto a actuar como instrumento de choque en la sorda lucha entre grupos de poder por la dirección del hospital. Lo que hemos visto es la acción ¿enérgica? de una dirección sindical que no defiende los derechos laborales pero que con gusto intervino en la disputa por una posición patronal, de confianza.
El desenlace de este episodio, si se observa superficialmente, podría aparecer como un triunfo de una dirección sindical que tuvo la inteligencia y la fuerza para arrancarle al gobernador el relevo de Reyes Bustamante, pero ello sería una conclusión errónea, pues lo cierto es que la dirección actual del sindicato sabe muy bien que su propia elección se debió a una decisión de la patronal, por lo que no cuenta con la independencia política necesaria para llevar a cabo, sin permiso, las acciones de los últimos siete días. Todos los actores de la lucha por la dirección estaban conscientes de que el único camino para lograr el relevo era el de la revocación del nombramiento de Reyes Bustamante por quien se lo otorgó, pero prefirieron montar una grotesca obra de teatro para aparentar que la causa eficiente del cambio fue el descontento sindical; lo peor de todo es que parece que los dirigentes sindicales sí lo creen.
El montaje llevado a cabo en la última semana en el que la voz cantante fue de la dirección sindical, también desgasta al titular del Poder Ejecutivo, pues ante una buena parte de la ciudadanía que se enteró del conflicto y solo percibió las apariencias, el ganador fue el sindicato, y el perdedor fue quien mantenía en el cargo al director saliente: el gobernador. El problema es que éste también pierde ante observadores más perspicaces que no entienden las razones que llevaron al montaje de esta mediocre obra de teatro, cuando era muy sencillo redactar y entregar a Reyes Bustamante la comunicación de su remoción. Como dijo Juan Gabriel: pero qué necesidad…
