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viernes, 19 abril, 2024
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Subjetivaciones rockeras / El peculiar platonismo del rock

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

No deja de resultar grato platicar sobre el rock y sus fenómenos; disfruto, entre otros temas, hablar sobre música, pero en especial, sobre éste género, y pienso también que como en el futbol (y digo “pienso” porque en lo personal no me gusta el fut), una buena charla no se agota con lo que ocurrió en determinada jugada, sino que detrás de ella existen otras implicaciones, tan profundas como pretendamos hacerlas. Sobre rock pues, podemos, quienes lo disfrutamos a plenitud, entablar pláticas tan extensas como amenas y entretenidas, y lo mejor del caso es que en ellas siempre se aprende algo nuevo al respecto, ya sea en torno a un tema musical, algún grupo, disco, propuesta o movimiento.

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En una de esas pláticas que entablé hace poco con Eros Federico, salió un tema que por recurrente no deja de ser interesante: el underground. El tema iba en el sentido de definir en qué punto un grupo que en su momento llegó a ser un icono del sótano, se convirtió en una banda comercial. Poníamos varios ejemplos, entre los que estaba el más célebre: Metallica, sin embargo, coincidimos en que no era el único grupo, sino que existían otros que procuran mantener el mismo sonido que les caracterizó en sus primeros años, pero que hoy gozan de una mayor presencia y distribución, gracias al cobijo que les otorga una disquera de talla internacional, lo que no deja de generar cierta polémica.

Aquella plática me trajo a la cabeza una idea loca, que a continuación me gustaría compartir. El underground en el rock es un mundo aparte, se diferencia del ámbito comercial en muchas cosas, por ejemplo, en el subterráneo es tanta la libertad, que en algunos casos da la impresión de ser incluso caótico; aquí tampoco existe ese gran aparato tecnológico que caracteriza a los grandes conciertos de las bandas, por decirlo de alguna manera, consagradas. La censura tampoco es algo que identifique al sótano, muy por el contrario, allí se trata de abordar los temas lo más honestamente posible. En fin, no digo que en el mundo del rock comercial no exista la libertad[1], pero sinceramente dudo de que se dé de la misma manera que en underground.

Quiero dejar en claro algo que ya he comentado en otras ocasiones, no estoy peleado con el rock comercial, no me provoca urticaria en las trompas de Eustaquio, ni creo (principalmente) que todo lo que se hace en el rock comercial es malo. Existe una gran cantidad de grupos movidos por poderosas empresas que no dejan de parecerme geniales, de hecho, la lista es tan extensa, que no me atrevo a mencionar un ejemplo, por el temor de no mencionar otros que posteriormente me hubieran parecido mejor. Bien, no estoy peleado con el rock comercial, siempre y cuando la propuesta sea buena y suene genuina; pienso que de opinar lo contrario, caería en un purismo y limitaría considerablemente mi horizonte sonoro, perdiéndome de excelentes alternativas.

Pensaba durante esa plática que en el rock se da una especie de platonismo singular, pero que no deja de parecerme interesante. Me pregunté en primer término por qué muchos grupos underground son llevados al mundo comercial y no al revés. Una importante cantidad de las bandas de culto proviene del subterráneo, y es, por lo regular, la más perdurable, a diferencia de los grupos de diseño, que suelen ser más bien efímeros. Otro fenómeno que observo es el hecho de que la fórmula de algunos grupos que gozan de gran prestigio en el sótano, por lo regular, es copiada (casi siempre mal) en el mundo comercial. Es decir, los “visores” y caza talentos no pueden ignorar lo que ocurre allá “abajo”, y no sólo persuaden bandas, sino que también copian estilos.

Aquí es donde me parece que se da el platonismo inverso que mencionaba líneas arriba. Para Platón, existía un mundo superior a éste, uno que ciertamente estaba encima, que era perfecto y que servía de modelo a todo lo que aquí existe, en esta realidad que nos tocó vivir. Comúnmente lo conocemos como el mundo de las ideas (de allí proviene el concepto mal utilizado de “amor platónico”). Allá se daba, como lo acabo de decir, la perfección, las realidades supremas, de hecho, todo lo que aquí vemos, tocamos, sentimos y vivimos no es más que una copia inferior de la verdadera realidad, por eso el ateniense tenía un pésimo concepto del arte, ya que decía que si ésta es una copia bastante inferior del mundo de las ideas, y el arte es una copia de esta copia degradada, entonces el arte es muchísimo más inferior, y a lo que debe aspirar el ser humano es a elevarse al mundo de las ideas, en lugar de refundirse en el de las creaciones artísticas.

En el rock, se da un fenómeno a la inversa. Es en el underground, allá donde aparentemente predomina la anarquía, donde surgen las ideas más genuinas, las propuestas más innovadoras, los estilos más originales. En el sótano es donde regularmente se ejercita la experimentación, donde se gestan los movimientos que, a la postre, habrán de cimbrar al mundo, y donde se marcan muchos de los hitos más importantes del rock. Me atrevo a decir que todo lo que ocurre en el mundo comercial es una copia de lo que ocurre en el underground, a veces, por qué no decirlo, bastante afortunada. Paradójicamente, en la mayoría de los casos, cuando un grupo es invitado a incursionar del lado comercial, acepta, y no lo culpo, ya que las ganancias que se le avecinan son bastante atractivas y yo creo que a nadie le caen mal. Sin embargo, si Platón nos dice que como seres humanos debemos aspirar a un mundo superior, pienso que en el rock, algunos grupos (no pocos) deberían aspirar a un mundo, más bien, subterráneo.

 

[1] Soy de la idea de que una de las condiciones necesarias para la creación artística es, invariablemente, la libertad.

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