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viernes, 29 marzo, 2024
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Las izquierdas: el reto de reiniciar el ciclo unitario

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

En 1976 se celebraron las elecciones para renovar los poderes federales, principalmente la Presidencia de la República; el PRI lanzó como su candidato a José López Portillo quien también recibió el apoyo del PPS y del PARM, dos pequeños partidos testimoniales, mientras que el PAN no logró los acuerdos internos necesarios y se quedó sin candidato. Por su parte, la izquierda representada por el Partido Comunista Mexicano (PCM) decidió impulsar una campaña por una reforma política que permitiera su registro electoral, e incluyera una ley de amnistía para los presos políticos sobrevivientes de la guerra sucia del estado mexicano contra quienes abrazaron la lucha armada después de las masacres de estudiantes de 1968 y 1971. De esa manera quedó al desnudo la verdadera naturaleza autoritaria del sistema electoral mexicano, la dictadura perfecta, según la bautizó Mario Vargas Llosa el afamado escritor peruano.

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Con la decisión de López Portillo de permitir el registro del PCM para participar en las elecciones de diputados federales en 1979, se crearon las condiciones para la aplicación de una política unitaria y de acumulación de fuerzas planteada por ese partido a iniciativa de su dirigente Arnoldo Martínez Verdugo; así, ese año se formó la Coalición de Izquierda, y tres años después, en la elección federal de 1982, más fuerzas participaron bajo las siglas del Partido Socialista Unificado de México; cinco años más tarde otra fusión dio origen al PMS, que lanzó como candidato a la presidencia a Heberto Castillo, quien a la postre declinaría su candidatura para apoyar la de Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Democrático Nacional en junio de 1988. Las movilizaciones contra el fraude electoral y la represión del Salinismo fueron el marco para el surgimiento del PRD el 5 de mayo de 1989, hace 25 años.

La ruptura del PRI y el ciclo unificador de las izquierdas aceleraron los cambios y propiciaron la alternancia en el poder ejecutivo federal en el año 2000 con el triunfo de Vicente Fox y los noeliberales panistas; la decisión de Fox de pactar con el priismo y de confrontar legal e ilegalmente a Andrés Manuel López Obrador, fueron las señales más claras y contundentes de que la élite neoliberal en el poder decidió frenar la transición democrática y dejar claro que no permitirían una nueva alternancia, ahora hacia la izquierda, el 2006. Una vez consumado el fraude electoral que llevó a Felipe Calderón a ocupar la silla presidencial, iniciaron los problemas en el bloque de las izquierdas, que se han agudizado con la conducta colaboracionista de la dirección del PRD con el gobierno de Enrique Peña Nieto surgido de una campaña inequitativa como las del viejo régimen.

La historia de los últimos 25 años nos señala con claridad que las izquierdas no volverán a tener relevancia política su dispersión y debilidad programática por errores en el diagnóstico de la desembocadura real de la transición traicionada. La dirigencia del PRD asume que vivimos en la normalidad democrática y que una izquierda moderna puede colaborar sin problemas con el gobierno en turno, mientras que AMLO y Morena sostienen que vivimos una simulación que amerita una regeneración a fondo de las instituciones empezando por el combate a la corrupción y la impunidad. Veremos que pasa.

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