- La familia Puentes ha dedicado 14 años a la investigación y difusión de este género musical
- Se cobra nuevo interés por la muestra dentro y fuera de las fronteras de la nación, señalan
“Esta música estaba clasificada en el nivel más bajo, la pisoteaban, la arrastraban las gentes que ocupaban este tipo de agrupaciones. Pensaban que era la más corriente, la más insignificativa. A través del surgimiento de esta agrupación se le dio un lugar. Ahora se lleva a muchos eventos y no nada más de borrachera. Entonces yo creo que también a eso contribuyó Jaraberos”, expresó Nicolás Puentes acerca de una labor que encuentra sus raíces atrás, 100 años en el tiempo.
Esta visión se opone a la función social que tuvo el jarabe entre 1860 y hasta 1950, en sus dos expresiones, música y baile, pues era el medio de manifestar la alegría en los eventos importantes de la vida de los habitantes del sur de Zacatecas, una tradición identitaria de esta zona, que por descuido y abandono estuvo a punto de desaparecer.
La familia Puentes estuvo siempre vinculada a la tradición, sus integrantes han sido ejecutantes en el devenir y evolución de este género. En su más reciente etapa como Jaraberos de Nochistlán y desde hace 14 años, han realizado una investigación que ha recuperado poco más o menos, 50 piezas de esta expresión.
Para conocer el jarabe nochistlense, ofrece Nicolás Puentes, hay que escucharlo, una oportunidad que casi iba a ser imposible para las nuevas generaciones antes de que se grabaran dos discos y un documental que inscritos en el proyecto Testimonios Musicales de Zacatecas que encabeza el docente e investigador Esaúl Arteaga Domínguez, han conseguido en labor conjunta con la agrupación, que esta tradición reviva localmente y trascienda fronteras hacia países como Cuba, Canadá, Brasil, Australia, China y Argentina. Y nacionalmente distintos estados de la República.
“Un jarabe se compone de tres partes: un compás de tres cuartos o seis octavos, seguido de una diana que simboliza un aplauso. Un verso para cambiar de posición (los bailadores, hombre y mujer)”.
Es, define, “una música viva, alegre. Que por sí sola incita al baile con fraseos diferentes sobre todo en los violines”.
La instrumentación básica para interpretar el jarabe nochistlense, comparte, se compone de dos violines, una tambora y una guitarra doble. Posteriormente se le agregó una vihuela, un guitarrón y el arpa.
El jarabe es uno de los antecedentes de la música de mariachi, en su versión zacatecana y concretamente nochistlense no encuentra parangón con otros ritmos y expresiones como los sones, los huapangos, y otros géneros, e incluso señala, “cualquier otro jarabe de regiones diferentes. Ese es el jarabe de Nochistlán”.
Los temas musicales casi ausentes de letra incluyen sin embargo, dos estrofas que hacen alusión a situaciones chuscas. Fue compuesto para bailar.
Los recopilados por Los Jaraberos de Nochistlán, expone, no se conjuntaron de tonaditas “de aquí y de allá”, sino que se rescataron como piezas totales en distintas comunidades del municipio.
Nicolás Puentes agrega que ellos sabían que al recuperarlas, las agrupaciones dancísticas pondrían sus ojos en ellas.
“Tan es así que ya lo bailan en sus cuadros, muchísimos ballets”, entre ellos señala al de la Universidad de Colima de Rafael Zamarripa y otros que se asientan en Texas, Nuevo México y el estado de California en los Estados Unidos, pero de manera especial menciona con orgullo que localmente en Nochistlán también han sido abordados por el ballet de Octavio Ramos.
Tras las grabaciones, en las que ya anuncia Jaraberos de Nochistlán volumen tres, que incluirá jarabes, un fox trot y un corrido para sumar 13 piezas, ha surgido señala, “una aceptación enorme. Se han ido como decimos nosotros casi solas. Porque esta música tiene muy poco apoyo, no es comercial y es difícil que la programen. Pero afortunadamente quizá por su misma valía se ha ido pues hasta el lugar en que se encuentra ahora, ya se conoce tanto en México como en muchos países del mundo”.
Las características de este material son similares a los anteriores, “pura música de rescate”. No es que no quieran involucrarse en lo actual señala, o que no sirva pero “nosotros estamos más enfocados en lo nuestro. Nos gusta más preservar para que alguien algún día tenga este material y pues que no muera”.
Entre otras experiencias este resurgimiento les proporcionó la oportunidad el pasado 16 de abril de abrir el concierto a la cantautora Lila Downs, dentro del Festival Cultural Zacatecas 2014.
Acerca de ello comentó en entrevista previa a este evento, “es la primera vez que tenemos la oportunidad de participar con ella como agrupación, muy bonita. Lo que ella hace muy bueno su fusión. A algunos nos puede gustar a otros no pero pues ahí esta y es muy aceptada. Y nosotros vamos a hacer solamente lo que debemos hacer, tocar, tocar la música de nuestra tierra”.
Nicolás Puente destacó el trabajo conjunto que realizan en este momento quienes integran a Jaraberos de Nochistlán: Samuel Aguayo (vihuela), José Manuel Aquino (tambora), David Pérez (violín), Josafat Puentes (guitarrón) y él mismo (violín).
Todos van de acuerdo siempre, agregó, esto es lo que les ha mantenido juntos y avanzando en un proyecto del que dice, no sabe que viene porque depende de muchos aspectos, entre ellos los apoyos institucionales.
Ante esto, hay un elemento que especialmente parece alegrarle, es el impacto que ha tenido este éxito en su localidad.
“Solamente quedaba una agrupación de señores muy grandes, más grandes que yo. Y a través de que surge (Jaraberos de Nochistlán) ahorita debe haber por lo menos cinco grupos con estas características, no tocando la música así porque no la conocen ellos pero sigue habiendo agrupaciones de jaraberos, músicos de tambora, familias también”.
Esto y el respeto que va ganando el género, fue destacado por la cabeza actual de la familia Puentes.
