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viernes, 19 abril, 2024
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Dos Temas, dos Procedencias: Don Roque Estrada y el estado policiaco en Zacatecas en 1910

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • Araceli Rodarte •

■ Historia y Poder

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Fue tajante la sentencia del gobernador y empresario zacatecano don Francisco de Paula Zárate para Panchito Madero de que “no deseaba que en esta ciudad hubiese agitación política” de tal manera que tenía prohibido realizar mítines, reuniones con simpatizantes, pese a que en la antigua estación de Ferrocarril fue recibido por una muchedumbre que ansiaba reunirse con él y con “su secretario” el ilustre y rebelde y siempre con buena suerte de Roque Estrada Salazar.

Antes, en la ciudad de Durango habían realizado mítines hasta con 3 mil personas, a su paso por Zacatecas, cero, y en la ciudad de Aguascalientes, con otros 2 mil aguerridos hidrocálidos que aclamaban al señor Madero y al zacatecano, nombrados por el Club Antirrelecionista como “propagandistas” de sus ideales democráticos.

Y es que Zacatecas, quiérase  no, vivía en un estado para-policiaco en donde todo mundo era vigilado y quien no informase de cualquier movimiento, sobre todo en hoteles, mesones y restaurantes, era multado con severas penas que se cobraban y caras.

El policía zacatecano, según su reglamento desde 1886, debía estar alerta a “la aflicción de las mujeres al manifestarse por medio de lágrimas, gritos y palabras alusivas a personas que nombren por medio de palabras ofensivas e injuriosas, lo cual no siendo objeto de embriaguez, pudiera ser la revelación de un delito” y es que todo mundo era sospechoso, hasta “quien corriera por la calle con el traje desordenado, falta de sombrero o todo ruido desusado por la noche”, mas aun que “los dueños de mesones y hoteles no informasen diariamente de los pasajeros que entrasen a ellos”.

Mientras tanto, era famoso el ilustre zacatecano don Roque Estrada, quien se apenaba de que “todo mundo quiere un secretario” y asumía a regañadientes ser el secretario de don Panchito Madero, cuando ambos eran buenos amigos, gemelos en ideales y que mantuvieron, aun en prisión los dos, el regocijo de una amistad sólida y una correspondencia de cartas y telegramas que ilustran la época tumultuosa y singular de esa etapa del país y muy particularmente de Zacatecas.

En Zacatecas casi todo estaba prohibido: prohibido volar papalotes, que vagasen animales, que corrieran sospechosamente ya en carruajes o carros y es que “ a todo individuo que se le considerara sospechoso estaba obligado a identificarse y dar su domicilio a la policía”; prohibido mendigar en las calles, cortas flores de los jardines, la vagancia y que hasta la gente de teatro” ridiculizacen a otros o hicieran mofa de ellos” y que “todo individuo que cambiara de domicilio estaba obligado a dar parte al comisario”.

El gendarme siempre debería estar alerta en su puesto de servicio y en la noche sonar su silbato cada quince minutos después de las 10 y hasta el amanecer, se tenía que pedir permiso para celebrar una victoria, una serenata o “la alborada”, además estaban alertas contra comerciantes ambulantes que invadiesen las calles, que adulterasen bebidas alcohólicas, falsificadores de moneda, etc.

En tanto, Roque Estrada seguía en su jerga de acompañar a toda costa al señor Madero, recorriendo el país, concitando reuniones con los clubes antirrelecionistas, distribuyendo panfletos en fábricas, escuelas, plazas y corriendo con la “suerte” de esconderse en la casa del padre de Madero en la ciudad de Monterrey”, luego de que “pistola en mano”, el policía  Ignacio Morelos Zaragoza amedrentó al Prócer a detener su marcha, lo que en un descuido, don Roque logró escabullirse y buscar auxilio en la casa paterna de ya casi candidato a la presidencia.

Todavía el 8 de diciembre de 1914 le salvó la vida a una banda de músicos del Hospicio de Guadalupe que iban, junto a contingentes de villistas, a ser “pasados por las armas”, Roque se opone argumentando que los músicos “eran artistas y no políticos”.

Luego de peligros reales, cárceles, exilios, enfermedades, logró ser presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, recibió condecoraciones, homenajes, medallas y finalmente murió el 27 de noviembre de 1966 a los 83 años, quien naciera en Moyahua Zacatecas y que en su vida también fuese poeta, novelista y hermano del otro zacatecano, don Enrique Estrada, reacio militar y gente de su época. ■

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