Basado en el artículo 27 de la Constitución, el presidente Lázaro Cárdenas impulsó la llamada Ley de Expropiación en 1936, que permitió publicar el 18 de marzo de 1938 el decreto de expropiación de la industria petrolera del país: maquinaria, refinerías, estaciones de distribución, embarcaciones, oleoductos, etcétera. Pero ahora, justo se ha regresado al viejo paradigma económico aplicado por Limantour, ministro de Hacienda de Porfirio: la apertura de la inversión del capital extranjero como panacea del desarrollo nacional. La aplicación de esa política en el petróleo y las minas, fue lo que impulsó la lucha de los grupos nacionalistas de la Revolución Mexicana; por ejemplo, una de las medidas más rechazadas fue la Ley del Petróleo del presidente Díaz, porque contenía privilegios a la inversión de los extranjeros, como el no-pago de impuestos, la venta de terrenos nacionales a precios irrisorios, y las múltiples protecciones legales a las empresas extranjeras respecto a sus obligaciones laborales con los trabajadores mexicanos.
Luego entonces, la reforma que acabamos de sufrir significa el regreso de Limantour al poder, y ahora él mismo, en un acto oficial, conmemora el día de la expropiación y pone una ofrenda floral en la tumba del presidente Cárdenas. Y es el viejo Limantour quien diseña y dirige la política económica, y redacta las reformas estructurales igualmente desde su antiguo puesto en la Secretaría de Hacienda, sólo que ahora su nombre es Videgaray, como antes fueron Carstens, Gil, Ortíz, Aspe y otros destacados neoliberales. Y la re-vuelta del porfiriato ha significado justamente desmontar las grandes reformas cardenistas; y no solamente en el tema del petróleo, ahora con la Reforma Energética, sino en otros temas centrales: la política agraria también fue un tema central del cardenismo y fue desmontada desde 1992 con la reforma del mismo artículo 27 constitucional; y ahora ya la tierra es parte de una mercancía que puede acapararse por pocos dueños; y la embestida contra la economía campesina está escrita en los planes de gobierno desde entonces a la fecha. Igual, otro de los rasgos de los grandes temas del gobierno de Cárdenas del Río, fue la educación nacionalista, lo que también ahora se está desmantelando.
La vieja política de Limantour se nos ha presentado a los mexicanos como lo moderno, como el único camino, desde la llegada de Miguel de la Madrid a la Presidencia de la República. Durante las últimas tres décadas se han aprobado, una tras otra, todas las reformas contenidas en el Consenso de Washington con resultados deplorables para la mayoría de los mexicanos: estancamiento de la economía con crecimiento de la desigualdad y del número de pobres, mientras que también crece el número de multimillonarios mexicanos que merecen que su nombre sea publicado en la lista de los más ricos del mundo.
En este 18 de marzo de 2014 escucharemos desde el poder los discursos más cínicos de la historia, pues a la claudicación y al entreguismo de los promotores de las reformas se les presentará como audacia y valentía para promover los cambios que México necesita. Sin embargo, no olvidemos que la lucha en defensa de los energéticos no ha terminado.
