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jueves, 28 marzo, 2024
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Corrupción, origen y complicidades

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

¿A cuantos países y personas hemos hecho ricos como país? México es un paraíso terrenal en muchos aspectos, unos positivos y otros, todo lo contrario; para la inversión extrajera, nuestro territorio es el reflejo de una amplia gama de posibilidades para obtener ganancias y generar empleos con salarios raquíticos y condiciones laborales infrahumanas, aún más, el saqueo de la riqueza nacional se facilita a través de figuras jurídico-administrativas que legalizan tal depredación. Cuando la Organización de Transparencia Internacional, distingue a México como el país más corrupto de América Latina, también provoca que muchos inversionistas tanto nacionales, pero sobre todo de otras latitudes, perciban a nuestro país como una veta de inconmensurable abundancia a la que se puede tener acceso gracias a la corrupción que prevalece en todos los órdenes, desde el policía o agente de tránsito que te permite estacionarte en doble fila, como la encargada de la agenda que permite brincar posiciones en la lista de espera o del encargado de la licitación que te pasa los parámetros para que tu propuesta sea la más viable para el titular de la dependencia y sus colaboradores más cercanos. En mi consideración, la corrupción es el origen de la pobreza, la marginación, la desigualdad social y el hambre del pueblo de México. La corrupción tiene nombres y apellidos y, en gran parte, se genera al interior de los tres niveles de la Administración Pública pues es en esta instancia en la que prevalecen prácticas, acciones, contratos, licitaciones y demás circunstancias ventajosas para el poder económico. Creo fundamental que como ciudadanos hagamos un ejercicio de reflexión muy objetivo antes de emitir nuestro voto ya que no sólo elegimos a un Presidente de la República en abstracto, sino que con nuestro sufragio, otorgamos un poder inmenso a una persona que se coloca al frente de la Administración Pública y ésta a su vez, invita a cientos de individuos a formar parte de su gabinete, traducido en la actualidad en varias secretarías, departamentos y unidades administrativas que ejercen funciones trascendentales para el país, por ejemplo en la Administración Pública Federal Centralizada, las secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Marina, Hacienda y Crédito Público, Desarrollo Social, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, Economía, Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Comunicaciones y Transportes, Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano Turismo y la Consejería Jurídica del Ejecutivo federal, ejercen una millonaria cifra presupuestal que sostiene a servidores y funcionarios públicos que lo menos que hacen es trabajar por la satisfacción de necesidades colectivas y lograr el bien común. Si usted se da a la tarea de analizar el andamiaje de puestos que se derivan de cada una de las citadas secretarías, podrá descubrir el gran flujo de puestos y recursos que se destinan a mantener a la clase burócrata de primer nivel, que no siempre cuentan con la justificación existencial de su puesto. La administración pública tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida, desde el nacimiento, matrimonio, divorcio, concubinato y defunción, de igual forma, todos los servicios públicos que requerimos como agua, drenaje, pavimentación y luz; también se relaciona con el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos fundamentales, como la libertad, la igualdad, la salud, la educación, el trabajo, el ambiente, la alimentación, la familia, el salario, la seguridad pública, el desarrollo sustentable etc., en este contexto, debemos pensar que con nuestro voto, estamos firmando un cheque en blanco que afecta a nuestros interés comunes más sentidos, de ahí que como pueblo ameritamos una amplia meditación sobre las mejores opciones (que no son muchas) que tenemos para ejercer una administración eficiente. Estoy convencido de que quienes tenemos el privilegio de la educación y la reflexión, debemos orientar con mucha antelación, a la gran masa de mexicanos que no cuentan ni con el tiempo ni con la preparación académica suficiente para realizar una adecuada maduración de su sufragio, lo cual trae como resultado el abaratamiento de la democracia en nuestro país, situación que ensancha la gran brecha entre ricos y pobres, pues la gran mayoría sigue aborregado siguiendo las tendencias comunes sin una sola pretensión de sumarse a la solución de los grandes problemas nacionales, circunstancia que nos hace cómplices indirectos de la corrupción y del incremento de la riqueza insultante de muy pocos contra la miseria de millones, de tal suerte, la superación de la corrupción depende en mucho de nosotros, pues no debemos permitir la llegada a las máximas magistraturas de cualquier persona ya que el destino de nuestros hijos está en riesgo. Reflexionemos, votemos y actuemos, todavía hay tiempo. ■

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*Representante de Zacatecas ante el

Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

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